El
colectivo de transfronterizos ha vuelto a tomar la plaza de los Reyes para visibilizar, de nuevo, cual es su situación en Ceuta, atrapados como están desde que cerró la
frontera con
Marruecos y sin garantías para regresar a su país y poder volver de nuevo a sus empleos. Es lo que quieren, ya que tienen que mantener a sus familiares siendo el único sustento económico que reciben. Se les ofrece un pasillo humanitario, volver a su hogar, pero eso supondría hacerlo para siempre, no pisar Ceuta y, por tanto, perder sus puestos de trabajo y toda la antigüedad que han acumulado, sin derecho a paro, sin finiquito, sin poder someterse a un ERTE. Porque ser transfronterizo supone quedar atrapado en un limbo sin definición que, ahora, con la pandemia, ha mostrado todas sus carencias.
Se confiesan agotados tras seis meses de concentración. Tanto que reclaman incluso atención psicológica. Hay compañeros que están destrozados y temen que pueda producirse una tragedia. “Sufrimos muchas injusticias, que alguien nos explique por qué existimos para unas cosas sí y otras no. Para renovar la tarjeta no existimos, para cuentas bancarias tampoco, pero para pagar tasas, impuestos, Seguridad Social sí existimos”, denuncia Rachida Jraifi, portavoz del colectivo. “Ojalá no ocurra una tragedia”.
Llevan casi dos años en Ceuta, manteniendo el mismo mensaje. “Solo queremos que estudien nuestros casos, que nos encuentren una solución. Si pasa un drama, luego dirán ojalá no hubiera pasado. Solo reclamamos que estudien nuestro caso, ver a nuestros familiares pero poder volver a nuestro trabajo como sucede con las trabajadoras de la fresa. A nosotros que trabajamos y cotizamos, que pedimos lo básico, ¿por qué nos dan la espalda?, ¿somos criminales?, ¿pedimos algo imposible?”, añade.
Sus empleadores les apoyan
Estos hombres y mujeres trabajan en hogares de Ceuta, en empresas o tiendas. Sus empleadores los mantienen en algunos casos viviendo junto a ellos y quieren ayudarles para dar con esa solución a la que aspiran desde que en marzo de 2020 cerró el paso fronterizo. “Si les dan facilidad para echarles una mano para que podamos ir con ellos y volver… Ellos nos avalan para que nos den un permiso para ir y volver lo harán, ellos nos conocen y se fían de nosotros porque saben que nosotros nos queremos quedar en Ceuta a trabajar”, expone Jraifi. De momento, de todas las reclamaciones cursadas no han obtenido solución. Ni tras pedirlo a la
Delegación del Gobierno, al
SEPE, al
Ayuntamiento… ni tampoco encuentran ayuda en el marco de la reforma laboral que a ellos les obvia. Son transfronterizos, alejados por tanto de cualquier tipo de solución que aporte la administración. Hay casos de personas que llevaban trabajando en Ceuta desde 2005, han perdido su trabajo porque la empresa ha cerrado. Al ir a buscar otro empleo no se les puede contratar al ser transfronterizo, quedando en la calle. Los transfronterizos lanzan un mensaje directo al presidente de la Ciudad, Juan Vivas, y a la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos. Al primero le piden que atienda al colectivo de 150 afectados, a la segunda que mire por los derechos de todas las mujeres que han dejado a sus hijos en Marruecos, a los que no pueden ver porque si marchan a su país ya no podrán regresar a Ceuta perdiendo por tanto el único sustento económico del que disponen.