El drama de quienes esperan en cola por el asilo en la entrada del Tarajal

Una imagen que se repite con frecuencia y que este lunes no ha sido la excepción. Hombres solos de diferentes edades, unos más jóvenes que otros, también parejas y familias enteras con niños pequeños, todos entrada a la oficina del Tarajal, en la frontera de Ceuta, esperando para solicitar asilo y con una denuncia que se repite desde que comienza hasta que termina la cola: la supuesta “venta de puestos y sobornos”.

“Viene la gente del Príncipe y vende los números”, ha dicho un hombre sentado sobre unos cartones que asegura estar esperando desde días antes de la Pascua del Cordero y que ansía tener la oportunidad de que le concedan el asilo, pues ha asegurado que en Marruecos no hay trabajo y que solo lo consiguen “quienes tienen amistades”.

Es la misma historia de unos cuantos que se observan en el espacio fronterizo del Tarajal. Muchos permanecen en el suelo sobre toallas, telas o restos de cajas como asientos improvisados, algunos con tiempos de espera que comienzan en días y que se han extendido a semanas e incluso meses. Unos son herreros, otros son electricistas, otros fontaneros, algunos pasteleros o panaderos, también hay pintores, todos en busca del mismo objetivo: el asilo.

Otro hombre de los que permanecía en la cola ha contado que en Marruecos tenía una tienda, pero que un día dejó de vender y que ya no tenía el dinero suficiente para darle de comer a sus hijos. Por estar razón quiere quedarse en España, “para tener una buena vida” y porque “aquí hay ayuda con la gente española y en Marruecos nada”.

Otro joven que también esperaba por lo mismo ha dicho que lo que más le motiva a quedarse en España es la salud porque ha asegurado que “en Marruecos no tienes médicos”, explicando que el derecho a la salud no está garantizado en su país de origen.

Muchos se han quejado fuera de cámaras, quieren hablar sobre su situación pero tienen temor de que si lo hacen públicamente esto pueda afectar su petición. Se quejan de pasar la noche en el lugar sin resultado alguno, pues no logran que los atiendan.

Entre la multitud se observa a una familia entera, un hombre y una mujer que aguardan pacientemente con sus dos niños y que aseguran tener dos semanas esperando. Han contando que diariamente calculan que atienden a entre 50 y 60 personas y que a los demás que tienen menos suerte, simplemente les piden tener un poco de paciencia.

Otra familia de Castillejos con dos pequeñas niñas también se mantenía en la cola, tras tres semanas de espera por la oportunidad de que les concedieran el asilo humanitario. Su objetivo más importante es que sus hijas puedan tener una buena educación, “queremos que puedan ir al colegio”, han dicho con la esperanza reflejada en sus rostros.

Aunque todos buscan lo mismo, cada historia es diferente, como la de un marroquí de 30 años que, con títulos y diplomas de bachillerato, contabilidad e informática no tenía trabajo en su país y por eso quiere que le den una oportunidad en España porque “aunque tengo experiencia, ha pasado mucho tiempo sin que pueda trabajar”.

Otro joven se ha quejado de que tenía su cita asignada desde el 15 de julio y que a pesar de permanecer en el lugar día y noche durante tres semanas, no ha podido lograr nada. Algo similar ha contado otro hombre que ha dicho que toda su familia está en Europa y que “no me queda nadie en Marruecos”.

Una mujer también ha querido hablar sobre su situación y ha dicho que entró antes de que cerraran la frontera y que aunque hasta la fecha ha podido sobrevivir gracias a la ayuda que le han brindado algunos amigos y conocidos que le han dado algo de dinero, ya no tiene medios para mantenerse, pero que tampoco desea regresar porque en Tánger ya no tiene a nadie, pues el único familiar que permanecía en Marruecos, su madre, acaba de morir. También un hombre, cuya esposa y tres hijos están en Alicante, tiene más de un año esperando a ser atendido.

Ninguno se ha atrevido a decir su nombre y muchos no han querido que se muestren sus rostros de cerca, pero sí han querido contar al menos fragmentos de sus historias para explicar por qué desean quedarse en España, siendo la misma respuesta en todos los casos: “para tener una vida mejor”.