Farah, la joven que agredió a un aduanero en el lado marroquí de la frontera que separa Ceuta de Marruecos el pasado 21 de noviembre ha sido condenada este lunes por el Tribunal de Tetuán a dos meses de prisión. De igual manera le ha impuesto una multa de 500 dirhams, tras pesar sobre ella los cargos por insultar a los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones; violencia contra ellos; tratar de importar bienes extranjeros sin licencia y objeciones al ejercicio de las funciones de la administración de aduanas.
La joven cumplirá en la segunda mitad de enero los dos meses por los que ha sido condenada, quedando en libertad próximamente. De momento, sigue cumpliendo medida privativa de libertad.
A la mujer, casada con un español componente de una fuerza de seguridad, se le trasladó ante el tribunal en donde escuchó la decisión de los magistrados.
Por fin el Tribunal resuelve este proceso después de seis sesiones y varios aplazamientos. En ninguna de las sesiones que se desarrollaron el aduanero agredido ha hecho acto de presencia para dar su versión.
La causa de estos anteriores aplazamientos fue la ausencia de la representación del Cuerpo de Aduanas lo que llevó al Tribunal de Tetuán a tomar la decisión de posponer la vista.
Aduanas no solo ejerce la defensa del componente de este Cuerpo que denuncia haber sido abofeteado por la mujer, sino que también insiste en la petición de una indemnización en el plano civil.
Los hechos se produjeron en Bab Sebta y fueron recogidos por una persona que grabó la incidencia con su teléfono móvil. El altercado vino derivado de la caída del padre de la detenida al suelo. Se trata de una persona discapacitada, lo que llevó a la mujer a mantener un desencuentro con los aduaneros. De inmediato fue detenido y ya ha sufrido la suspensión de cuatro vistas en las que iba a ser juzgada por el tribunal.
El padre de Farah ofreció una entrevista a un medio marroquí en el que defendió la inocencia de su hija y añadió que su intervención había sido provocada por la actitud de los aduaneros y al ver a su progenitor en el suelo.
Por lo menos ahí, en Marruecos, la han condenado a dos meses; aquí, ni siquiera hubiese pisado el juzgado y lo mismo le buscan las cosquillas al policía.