Ceuta no tiene secretario ni interventor. Tampoco tiene oficial mayor. Mejor dicho, tener, los tiene. Pero no son los titulares de la plaza según consta en la Relación de Personal a fecha de 31 de diciembre de 2018, documento con el que se elaboraron los presupuestos para el año en curso. “Ese documento está desactualizado”, reconocen desde el Gobierno de la ciudad. Sin embargo, no todo lo que ahí aparece está desfasado.
En la relación de personal funcionario que se adjunta en el apartado séptimo de los documentos publicados en relación al Presupuesto de la Ciudad para 2019, aparecen algunas ‘ocupaciones’ ciertamente llamativas.
Entre otras, aparecen una aya, que no es, ni más ni menos, según la propia definición del diccionario de la Real Academia Española, que la persona encargada en las casas principales de custodiar niños o jóvenes y de cuidar de su crianza y educación.
No queda ahí la cosa. También hay un funcionario bajo la denominación de ‘auxiliar para el reparto de carnes’, un ‘ayudante de matarife’ -hay que recordar que Ceuta sigue teniendo matadero municipal-, dos ‘empleados de servicios diverso’ o un ‘mozo camillero’.
Sin duda, el oficio más llamativo dentro de esta relación de personal funcionario es el que ocupan Luis y Benjamín. Tienen la peculiaridad de ser laceros-perrero, lo cual puede generar controversias desde el propio epígrafe de sus contrataciones.
Según cuenta uno de ellos, Luis, la ocupación para la que fueron contratados fue la de “retirar animales sueltos por la calle”. Algo que puede parecer extraño pero que tuvo un papel significativo cuando se produjo un brote de rabia por un perro procedente de Marruecos, en el pasado mes de junio.
Luis cuenta que ganó su plaza “por lo menos, hace treinta años”. Sin embargo, sigue siendo lacero-perrero aunque sus atribuciones hayan sido de lo más variopintas. Asegura que durante algún tiempo, también retiraban todo tipo de animales de la vía pública. “Sobre todo, pavanas”, cuenta con cierta gracia este vallisoletano de Tordesillas que regresó a Ceuta, como no podía ser de otro modo, por amor. Actualmente, los laceros perrero tienen restringidas sus actuaciones a perros y gatos “aunque el 112 nos llama con frecuencia para que retiremos caballos, vacas y hasta serpientes”, dice. Muchas de sus atribuciones son realizadas por Sanidad Animal.
La peculiaridad de estos encargos de la Relación de Puestos de Trabajo, “la cual debe ser actualizada”, según fuentes de la Ciudad, es que las tareas que desarrollan sus titulares no se corresponden para las que se indicaban en las plazas que ganaron. “Tampoco se han actualizado las retribuciones, los complementos o las horas extras”, afirman algunos funcionarios. En el caso de la aya, por ejemplo, parecería evidente que estuviera ocupada en otras tareas que, sin duda, no son la de tutelar a los menores de un hogar potentado. Esta situación se produce por la controversia en la que vive la Ciudad por no haber podido resolver el problema de su RPT en décadas. Como afirman diferentes funcionarios, Luis entre ellos, “llegué aquí hace más de treinta años, me voy a jubilar y no veré la RPT”. Además, por si fuera poco, estas curiosas ocupaciones se incluyen en una categoría especial llamada Agrupación de Profesiones de Servicio Público, distinguidas con las siglas ‘AP’, las cuales no están reconocidas con ninguna cualificación especial.
Luis cree que con su jubilación y la de su compañero, cuando toquen, sus puestos de laceros-perrero se extinguirán.
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