Aunque a años luz de las avalanchas que sufre Melilla, Ceuta vivió ayer un nuevo episodio de la presión que ejerce la inmigración ilegal sobre el perímetro fronterizo.
Dos pequeños grupos de subsaharianos, once en total, intentaron acceder hasta la ciudad burlando la vigilancia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, pero no lo consiguieron. Fue a plena luz del día, en torno a las 10:00, en varios puntos de García Aldave y en la zona conocida como Finca Berrocal, pero la aventura fue rápidamente abortada.
El primer grupo, formado por siete inmigrantes, se aproximó hasta el perímetro con la intención de saltar hasta el lado español. Según confirmaron fuentes de la Guardia Civil, las cámaras térmicas detectaron su presencia y los efectivos se desplazaron hasta el lugar. Ninguno logró su objetivo porque los policías marroquíes los interceptaron en su lado de la valla y se hicieron cargo de ellos. Tan sólo lograron aproximarse a unos 40 metros de la línea que separa ambos países. Otro grupo de cuatro subsaharianos, confirman las mismas fuentes, esperaba a más distancia y ni siquiera llegó a intentar el pase, dispersándose al comprobar que el primero había fracasado en su intento.
Aparente calma
Al contrario de lo que ocurre en Melilla, donde hasta 1.600 inmigrantes han intentado entrar por la fuerza en la ciudad autónoma en las últimas jornadas, en Ceuta reina una aparente calma en el perímetro fronterizo desde los sucesos trágicos del 6 de febrero y un posterior intento de entrada masiva, casi un mes después, que fue contenido por Marruecos.
Desde entonces, pese a que las ONG alertan de que miles de subsaharianos continúan aguardando el momento de poder dar el salto a España, el perímetro no ha sido asaltado por ningún grupo numeroso. Las vías de entrada se han desplazado de nuevo al mar, aprovechando el buen tiempo estival, con la llegada de pateras y embarcaciones tipo toy. En los últimos días también se han sucedido las llegadas a bordo de motos de agua, una nueva modalidad que parece tomar fuerza por la rapidez con la que operan quienes trasladan a los subsaharianos y las dificultades para interceptarlos. El domingo 10 de agosto fueron cuatro los inmigrantes desembarcados en el Tarajal, mientras que a finales de la pasada semana se registraron nuevos casos, uno de ellos en el Sarchal. El último, el sábado pasado.
Restablecida la ‘cooperación’ con Rabat
España ha dado por solventadas ya las “disfunciones” a las que Marruecos recurrió la pasada semana como argumento para explicar su supuesta relajación en la vigilancia del Estrecho de Gibraltar. Esa falta de celo en el control de las oleadas de embarcaciones que zarparon de su territorio hacia las costas españolas fue reconocida incluso por el Gobierno de Rabat, que anunció que pondría los medios necesarios para solucionarlo. Así parece haber sido porque desde entonces todo parece haber vuelto a su cauce y la llegada de inmigrantes ha vuelto al goteo habitual, pero lejos de las cifras récord que dejaron el lunes y martes pasados.
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