Urgente significa lo que significa. No hay vuelta de hoja. Pero debe suceder que el flamante ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, entendió otra definición en la escuela o aplica a su manera una especificidad insana para nuestra ciudad.
Así, cuando a finales de diciembre dijo que se adoptarían medidas urgentes en Ceuta para solucionar el problema de la frontera se llevó al huerto al presidente Vivas y a su segundón, el delegado del Gobierno. Casi un mes después no ha habido mejora alguna: ni la explanada funciona, ni hay más agentes, ni se han redoblado los esfuerzos prometidos...
Muy al contrario, seguimos soportando las mismas imágenes tercermundistas y siguen produciéndose muertes de personas que buscan en el tráfico de mercancías un modo de vida. Zoido, desde Madrid, vende su preocupación por Ceuta. Tanto que el día de la Constitución nos mandó un vídeo felicitando a todos los agentes por su labor y honrando nuestra ciudad.
En Madrid deben saber que no somos ciudadanos de segunda, nos tienen que respetar y actuar
Igual el señor ministro se piensa que somos tontos y con tal escenificación de sus preocupaciones nos conformamos mientras la frontera nos va matando poco a poco. No queda otra, el número 1 de Interior nos toma el pelo. Se habrá pensado que a este lado del Estrecho con decirnos lo españoles que somos ya nos ponemos a dar saltos de alegría y a encargar banderas para recibirle cuando de verdad cruce el Estrecho. Se habrá pensado que aquí somos capaces de subsistir con esta agonía mientras vemos, comprobamos y sufrimos cómo nada mejora, cómo todo sigue empeorando.
¿Dónde está Zoido?, ¿habrá que empezar a buscarlo como al mítico Wally? No estamos para bromas y menos cuando por esta ciudad se han paseado ministros, secretarios de Estado, directores generales, mandamases de todo tipo y todos ellos se han llevado en sus carteras los problemas de Ceuta. ¿Cuántos informes habrá en Madrid sobre lo que pasa en el Tarajal?, si no van a dar soluciones urgentes, ¿por qué las prometen?
Los ceutíes estamos hartos de ver cómo vivimos atrapados en un día de la marmota sin salida, cómo lo que pasa en ese extremo de la ciudad que ya no es Ceuta nos supera siendo el vivo reflejo del tercermundismo que no queremos. Madrid nos debe un respeto, no somos ciudadanos de segunda. Pongan atención de una vez porque nos lo deben.