El doctor Antonio Ambrona Vega no se imaginaba lo que se estaba organizando a las puertas de las Urgencias del
centro de salud José Lafont de Ceuta en su último día
antes de la jubilación. Pasaban las 9 de la mañana y las risas contagiosas por los nervios del momento ambientaban una entrada en la que la sonrisa suele faltar. Compañeros del
médico se fueron dando cita mirando el reloj.
Qué buen trabajo y qué buen compañero ha debido ser en sus 35 años de profesión para que todos coincidan en que le van a echar de menos. “Lleva aquí trabajando 35 años y es un gran profesional porque pocos médicos hay con ese acierto en diagnóstico. Además, él nunca ha tenido una mala cara, siempre atento a todos los pacientes que lo quieren muchísimo. Yo he sido su enfermera y para mí es una pena que se nos vaya como médico. Pero su trayectoria ya ha terminado y ahora lo que tiene que hacer es vivir la vida”, explicaba Milagros Corrales Gómez, enfermera del ‘José Lafont’. Sus comienzos, antes de pasar al SUAP de Puertas del Campo se dieron en la Clínica Los Ángeles, además de trabajar también con el doctor Vadillo en laboratorio y en la Policlínica en el área de pediatría. “También estuvimos juntos trabajando en la clínica Los Ángeles y nos conocemos mucho como compañeros. Es una excelente persona y profesional porque se ha dejado aquí los huesos porque este trabajo es muy duro, sobre todo las noches y los domingos que hacemos 24 horas y nunca ha tenido una mala cara. Siempre atendiendo a los pacientes con amabilidad y simpatía”, recordaba su compañera sanitaria.
Un ‘¡ya viene!’ organizó al personal formando un pasillo. Un fuerte aplauso rompió el silencio. Ninguno de sus compañeros quería faltar a este sencillo pero tan emocionante homenaje. Antes de que a Antonio se le escapara alguna lagrimilla por su despedida, se echaba las manos a la cabeza. “Es que me lo estáis poniendo muy difícil, pero qué vamos a hacer si hay que irse, habrá que irse. Hay muchos jóvenes detrás para ocupar los puestos. Pero sí que me da mucha pena de dejar a los compañeros y les deseo lo mejor y que sigan todos trabajando como hasta ahora. No me lo esperaba, pero sabía que algo estaban organizando ”, reconocía emocionado el médico. En pocos minutos le llovieron abrazos y aluviones de gracias a toda una carrera. Y es que Antonio ha dedicado toda una vida a los demás, a cuidar la salud de los ceutíes. Un médico ejemplar en su trato profesional y cercano, que cuenta en su currículum con situaciones críticas en las que ha estado ahí dando lo mejor de sí mismo y que trabajado con esmero también durante la
pandemia. “Épocas hemos tenido tantas que las ha habido mejores y peores, pero me imagino que como en cualquier trabajo”.
No obstante, de todos estos años de trabajo Antonio se queda con sus compañeros. “Lo mejor de todo han sido ellos, mis compañeros. Hay miles de anécdotas, pero no me quedo con ninguna, sino con el trabajo diario de cada día y el trabajo con los compañeros. Recuerdo un par de noches muy movidas de entradas de inmigrantes porque esto no es la primera vez que lo vivimos y luego la pandemia también, pero ahora hay que olvidar todo eso”, rememoraba. Nadie se quería ir. Era el momento de Antonio y todos querían estar con él. Ahora Antonio se dedicará a descansar y a los que más quiere: su familia, sus nietos y sus “plantitas”. “Eso es lo único que voy a hacer”, confesaba entre los aplausos de sus compañeros. Una carrera profesional que acaba, pero en la que no sólo ha salvado muchas vidas, sino en la que también ha creado una gran familia.