El Gobierno de la Nación sigue avanzando en la forma de gestión más acertada en torno a los menores marroquíes y su acogida en distintos puntos de la Península. La clase política sigue dando el peor de los ejemplos tratando este asunto como una mera mercancía, hablando de repartos y obviando el interés del menor por encima de cualquier otro debate político.
Esta vez ha sido la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, quien ha tenido que apelar a la responsabilidad de los populares de cara a la Conferencia Sectorial que tendrá lugar esta semana y en la que se tiene que tener en cuenta la situación vivida en Canarias, Ceuta y Melilla.
Se está hablando de menores de edad, pero incongruentemente líderes políticos están gestionando un discurso de odio y cosificación indigno.
Se olvidan de la solidaridad, de que se trata de un asunto de corte europeo, de la necesidad de afrontar estas situaciones con la altura debida, evitando tratamientos tercermundistas.
Ceuta no puede soportar un pico de presión que lleve a no poder tratar como se debe a estos menores, con centros de capacidad holgada y sin medidas extremas. Siendo esto algo que debería ser entendido por todas las comunidades autónomas, se está generando un polémico debate entregado a los brazos de la xenofobia y los bulos que puede tener consecuencias perniciosas.
Alentar mensajes opuestos a la vertiente solidaria obligada es muy peligroso porque puede anidar en la sociedad un rechazo del que no cabrá vuelta atrás.