Antonio Anillo, un vecino de
Benzú con un 95 por ciento de movilidad reducida “acreditado por el Imserso de Ceuta”, ha denunciado públicamente el trato recibido a través del teléfono de
emergencias 112, el cual ha tildado de “vergonzoso” e “indignante”. “Pedí al 112 la ayuda de la Policía Local porque me prohibían aparcar en las plazas del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario. A pesar de que venía asfixiándome, me negaron ese auxilio y acabaron colgándome”, critica Anillo, quien afirma haber presentado una “queja verbal” en el 112 y tener previsto formalizarla en Atención al Paciente de
Ingesa. Este ceutí, que padece también disfagia (dificultad para tragar), acudió este jueves a Urgencias del Hospital Universitario porque, explica, sentía un cuerpo extraño en la garganta. Cuál fue sorpresa cuando, al llegar al Hospital Universitario, se encontró con todas las plazas de aparcamiento próximas a la entrada a Urgencias valladas. En este punto de su relato, Anillo precisa que su coche es automático.
Al comprobar que la plaza de aparcamiento para minusválidos también estaba ocupada, este paciente decidió dejar su vehículo en las proximidades de la puerta de Urgencias sin, detalla, “estorbar al paso de otros vehículos o de la propia ambulancia”. Los vigilantes de seguridad salieron a su encuentro y le indicaron que tenía que aparcar en otro sitio porque solo está permitido el paso de coches particulares para dejar o recoger a personas y a las ambulancias. Con posterioridad a estos hechos, Atención al Paciente informó a Anillo de que todo el vallado que anula las plazas de aparcamiento “viene motivado por la instalación del TAC” móvil en el vial de Urgencias. De vuelta al relato de los hechos que irritaron a Anillo, él decidió telefonear al 112 para solicitar la presencia de un zeta de la Policía Local para explicar que su discapacidad le impide andar más de 20 metros agravándose su situación por la asfixia que achaca a la disfagia. El resultado de la llamada, sostiene este ceutí, fue que le acabaron colgándole el teléfono. Tras llamar a la Policía Nacional, donde le dijeron que excedía sus competencias, resolvió dejar el coche donde estaba y entrar en Urgencias.
Una vez dentro, tras pasar el reconocimiento médico y sentarse a la espera de pasar a consultar, apareció un agente de la Policía Local que requirió su atención. “Sí atendieron la llamada de los vigilantes, pero la de un discapacitado no”, lamentó Anillo. Al comprobar su estado, recordó Anillo, el propio policía le pidió las llaves para mover el coche un poco más adelante y pudo recibir, ya un poco más calmado, la asistencia sanitaria que necesitaba.
Al igual que critica el trato dispensado telefónicamente por el 112, Anillo expresó su agradecimiento a la Policía Local por el trato recibido.