A uno no se le ocurre mejor combinación para reflotar a un Superman que llevaba años “de capa caída” que los nuevos grandes gurús modernos del cine basado en cómics. Christopher Nolan (trilogía de Batman) en producción y guión, y Zack Snyder (300, Watchmen) a cargo de la dirección unen sus fuerzas con la intención de que el personaje tome el impulso descomunal que en las últimas citas ha logrado el Hombre Murciélago.
El resultado es sorprendentemente irregular, con dos partes claramente definidas y dispares. Observamos una primera mitad de introducción al personaje muy propia de Nolan, oscura, seria y grandilocuente, en un Kripton novedoso y modernizado con aire a lo James Cameron; la segunda parte, claramente Snyder, es catastrofista, con abundantísima pirotécnia grandilocuente (como pueden observar, este calificativo es el único nexo de los estilos de sus dos máximos responsables) al servicio de una historia con más bajos que altos que acaba sumergiéndonos en el tedio. La introducción nos da un nuevo pistoletazo de salida para el héroe, con libertad para las necesarias variaciones, entre ellas el lavado de cara de cambiarse con supervelocidad en las cabinas o los gayumbos por fuera del traje, lo cual se agradece. Todo ello para imprimir esa seriedad obsesiva y un aire de siglo XXI. No obstante, lo contradictorio del planteamiento lleva al proyecto a dar por sentado que el público está más que familiarizado con la historia de Superman, y pasa aceleradamente o de puntillas varios detalles o relaciones entre personajes con aire ausente y carente de emociones, evidenciando a trompicones la limitación de minutaje para luego añadírselo en exceso a las eternas exhibiciones de músculo financiero en forma de tortas inverosímiles en una Nueva York (perdón, Metrópolis) destruida por enésima vez.
En el reparto tenemos como pretendido nuevo rostro franquicia a Henry Cavill (Los Tudor), que da la imagen física a la perfección y se muestra soso debido a un papel que no da más de sí, al igual que Amy Adams, que hace lo que puede con Lois Lane, a la que al menos se le agradece que no sea tan insufrible como sus predecesoras. Completando el lujoso reparto están entre otros nada menos que Russell Crowe y Kevin Costner aportando aura a los padres (biológico y humano respectivamente) de Clark, o Michael Shannon (reconocible por su aparición impagable en la serie Boardwalk Empire) en la piel del desenfrenado villano, el general Zod.
Al mencionado dispendio técnico hay que añadir una buena banda sonora del gran Hans Zimmer en el notable esfuerzo de apabullar al espectador. Sin embargo, la conclusión es que la manera de reactivar la saga no es tratar el asunto como si el protagonista fuera Batman con ínfula mesiánica y el poder de un dios. Puede que no se le haya llegado a captar su propia firma o simplemente habrá que rendirse a que Superman no está envejeciendo bien...