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Digmun incrementa la ayuda humanitaria en los últimos años

Decenas de casos llegan a su sede para solicitar ayuda. La entidad se las ingenia como puede para conseguir fondos

La solidaridad no entiende de fronteras, al igual que la dignidad, por eso, desde una entidad que cada año que pasa amplía el abanico de beneficiarios paulatinamente, si alguien pide ayuda en su sede, hacen lo posible por ayudar. Lo hacen de muchas maneras. Llevan a cabo cursos de alfabetización para transfronterizas, dan clase a niños que por diferentes motivos y falta de trámites están sin escolarizar, ayudan en la integración de los menores no acompañados, proporcionan ropa a quien no tiene posibilidad de adquirirla, juguetes a los niños que saben divertirse con una piedra pero que se llevan una gran alegría si un peluche cae en sus manos... “y también tenemos casos de ayuda humanitaria puntual, para los que ahí sí necesitamos sufragar esos gastos como podemos y ahí es cuando la imaginación entra en juego”. La vicepresidenta de la entidad, Carmen Mancilla, explica que “en este tipo de casos no existe subvención que cubra los gastos y la ayuda que recibimos de la Ciudad sirve para sufragar cursos que tienen una duración concreta, de ahí que organicemos paellas, ventas de objetos que conseguimos o realizamos o que incluso nos ceden o incluso nuestros socios y colaboradores asignan una suma específica a la cuenta para ayudarnos en este sentido”. Por la memoria de los que hacen posible todo esto, decenas de casos y decenas de sonrisas y abrazos “que ellos, padres y niños, te dan, porque no tienen otra cosa que ofrecerte y es lo que hace realmente grande nuestra labor”.
No todo es maravilloso. “tanto aquí, como al otro lado de la frontera, la impotencia llega cuando sabes que no puedes hacer más por ellos”, explican Carmen y María Berrocal, técnica en Integración Social en prácticas que asegura que “nunca pensé que podría haber tanta gente necesitada”. En febrero, llegó a Digmun una mujer desesperada porque su hija tenía un cáncer en el estómago y necesitaba 20 euros para hacer una radiografía y luego dos billetes para poder viajar a Rabat a que la viera un especialista, en marzo conseguimos operar a un niño con el brazo roto al que sus padres no habían podido llevar al médico y “rabiaba de dolor pero no tenían recursos para operarle y conseguimos 200 euros y con otra aportación de 300 ya está recuperándose”. Ahora, en abril siguen apareciendo nuevos casos y otros requieren más dinero. “No podemos solucionar todo, pero eso sí, intentamos hacer lo imposible, para conseguirlo”.   

                         
“Gracias a nuestros colaboradores, que lo hacen posible”

No quieren dejarse a nadie en el tintero y recuerdan que son muchas manos anónimas las que les ayudan a conseguir mejorar la calidad de vida de tanta gente necesitada. Desde Imaginarium, hasta Carmen Marañés, pasando por San Pablo, la Cofradía de La Amargura, Teresa Tuñón, África Rodríguez, los voluntarios y colaboradores que con sus donaciones y trabajo desinteresado contribuyen a la labor y a “tantos y tantos que hacen posible que todas estas personas estén mejor”.

Hanan tiene 9 años y es una estudiante modelo

Una malformación congénita ha hecho que Hanan, una preciosa niña de ojos vivarachos que le ayudan a comprender y a entender las explicaciones de unos profesores que aseguran que es una de las niñas más inteligentes del colegio donde estudia en Tetuán, esté condenada a sus nueve años, a la parálisis de sus extremidades. Una silla de ruedas le ayuda a desplazarse pero hace años, cuando Digmun conoció el caso, ni siquiera contaba con esa comodidad. “El caso nos llegó de manos de una usuaria que explicaba la situación en la que vivía Hanan, hija de su vecina”, recuerdan desde la entidad. “Entonces comenzamos a enviarle pañales porque partimos de la base de que todas las personas a las que ayudamos viven en unas condiciones de pobreza y exclusión claras y en este caso la familia de Hanan no podía ni siquiera acceder a poder adquirir pañales”. Comenzaron a ayudarla hace ,muchos años y a dia de hoy, continúan “porque ella sigue necesitando pañales”. Otro de los ejemplos de la ayuda humanitaria de Digmun.

Aymane debe esperar

Aymane tiene apenas dos años y necesita una prótesis. los médicos han dicho que hasta que no cumpla los tres años, no se le puede operar, por lo que desde Digmun, a donde llegó en brazos de su madre, “le ayudamos en la medida de lo posible y esperaremos el tiempo requerido para adquirir la prótesis”. A pesar de que muchos de los casos que se tratan y tramitan son del país vecinos, la entidad asegura que “en Ceuta también hay muchos casos de personas que requieren ayuda, porque hasta que no llevan un tiempo residiendo, por ejemplo, no pueden acceder a algún tipo de ayuda de los servicios Sociales y tenemos a familias de aquí también muy necesitadas”. Recientemente, una familia “muy querida y conocida por nosotros”, solicitó ayuda para poder tramitar la renovación del carnet “porque por fin le había salido un trabajo de repartidor al padre y lo tenía caducado desde hacía tres meses”. Le proporcionaron los 65 euros “con la satisfacción de ver que por fin habrían logrado en parte la integración en la sociedad con un trabajo digno y no puedes imaginar lo mucho que lo agradecieron porque a nadie le gusta pedir”.

Ishaque necesita un zapato corrector

Ishaque tiene tres años y cumple cuatro el próximo mes de junio. Cuando le llevaron a la sede de la asociación, sus padres estaban desesperados. Un amigo del padre del niño le había hablado de Digmun, que quizá ellos podrían hacer algo por su hijo pequeño. había nacido con una malformación en una de sus piernas y necesitaba una órtesis que ellos, con sus escasos recursos económicos, no podían permitirse. Ese aparato, era la única posibilidad de intentar corregir la malformación y permitir a Ishaque hacer una vida normal y jugar como los demás niños. Él va creciendo y su pie también, y ni siquiera tienen dinero para comprar el zapato corrector que necesita el aparato que poco a poco se va ajustando para corregir la desviación del pie del pequeño. “Así que nosotros, vamos comprándole a medida que crece su pie, ese zapato corrector cada vez que lo requiere”. En la asociación, recuerdan la primera vez que vino ishaque, en brazos de sus padres. “le regalamos un dragón de peluche que teníamos entre nuestras donaciones y preguntaba a sus padres si era para él o tenía que devolverlo con unos ojos enormes que irradiaban mucha ternura”. Cada caso, es especial.

Un trabajo en equipo que se recompensa “con una sonrisa”

Carmen y María rebuscan entre archivos todos los casos a los que han conseguido poner remedio o están en proceso, al menos, de remediarse. Hind tiene 17 años y le acaban de extirpar un tumor en una cadera. Ha tenido la posibilidad de seguir adelante y de momento va bien. “A veces te implicas demasiado”, explica Paqui, desde Administración. Todos forman un equipo que viven cada caso. “Cada vez que puedo me escapo a ver a un niño que se quedó tetraplégico en la playa en Castillejos y vive en la cama”, cuenta mientras explica que todo lo que nos sobra, hay personas que lo necesitan. “Medicamentos,ropa...”. El agradecimiento que muestran por la ayuda recibida no tiene precio. “Te abrazan con fuerza, te besan, te sonríen y ya con eso no puedes decir nada”. Lo único, seguir trabajando porque lamentan que cada vez haya más necesidades en un mundo salpicado de diferencias, de sobras por un lado y de faltas por otro.

Los fondos de la ‘Paella Solidaria’ del próximo 29 de abril servirán para ayudar a tres niños enfermos

La idea surgió de una de las colaboradoras de la entidad: África Ro. Una paella en el restaurante Rigoletto, ubicado en el Parque Marítimo de Ceuta servirá para financiar la ayuda humanitaria que este mes requieren varios de los beneficiarios. Los solidarios, están citadas a las 13:30 “y recordamos que cualquiera puede donar el dinero sin necesidad de venir y servirá para que alguno de nuestros alumnos o personas que reciben ayuda de Digmun, venga a comer con nosotros y a compartir un rato agradable”, recuerdan. La entrada es de 10 euros. A cambio, paella y la posibilidad de financiar los tres casos para los que se necesitan recursos económicos este mes de abril: Es necesario comprar una muleta a un niño que tiene mal una pierna y sufre hemofilia que supondrá un gasto de 50 euros, proporcionarle un tratamiento de inyecciones  a otro niño de siete años, que tiene problemas de movilidad en una pierna tras ser operado, y el calzado especial y corrector para Ishaque. De momento se han vendido medio centenar de vales, por lo que si sobrara dinero “se utilizaría para otros casos que tenemos pendientes...desde luego, sobrar nunca sobra nada porque hay muchísima gente necesitada”, explica Mancilla. Y sobre si los ceutíes son solidarios o no... desde Digmun dicen que sí, que también “podrían serlo más, pero la época de crisis se nota para todos y esa es la realidad”.

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