La Ciudad acoge ya a casi mil personas en las cinco naves habilitadas en el polígono del Tarajal, convertido en gran centro de acogida temporal de los marroquíes que entraron en Ceuta durante la crisis de mayo y que han rechazado regresar a su país de manera voluntaria. La convivencia en este punto está cogida entre alfileres, sobre todo después de registrarse el brote de covid que ha llevado a confinar tres de las naves y que sigue dejando positivos -ayer la mitad de los 51 casos declarados tenía esta procedencia-.
Familias, vulnerables y adultos solos se distribuyen en lo que ha terminado por acoger una cierta organización dentro del caos, bajo la gestión de la Cruz Roja, pero siempre moviéndose en esa débil línea de una convivencia complicada que ahora está registrando tensiones debido a la intención de marroquíes confinados de salir del recinto para acudir a la frontera y cumplir con la cita del asilo.
La Ciudad ha tenido que asumir la creación de este campamento alternativo dando uso a las naves del polígono ante la acumulación de marroquíes que se niegan a marchar por voluntad propia a su país. Con su traslado se retiraron varios asentamientos, concentrando a estas personas en este núcleo temporal, sin que haya otra alternativa de acogida ya que no se han facilitado espacios para reunir a las entre 2.000 y 3.000 personas que siguen bloqueadas en Ceuta.
La Policía ha tenido que intervenir en varias ocasiones ante los incidentes generados y siempre cuando estos superan a la propia seguridad privada que continúa en el lugar. Se ha encomendado al Cuerpo Local de Policía la realización de controles permanentes a lo largo de las distintas naves al objeto de evitar conflictos más serios.
Algunos de los marroquíes que han convertido las naves en su vivienda han abandonado la zona precisamente para evitar ese confinamiento impuesto, lo que termina convirtiéndose en un problema paralelo debido a la pérdida de control sobre este núcleo de población.
Protestan por la comida, critican discriminación según los grupos de personas, cuestionan hasta el papel de la Cruz Roja. Y eso, en el día a día, resulta complicado, es como contener una olla a presión sabiendo que en cualquier momento puede saltar.
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