Cerca de 800 yihadistas marroquíes, además 671 mujeres y niños, se encuentran en una especie de "limbo" en Siria o Turquía, y aunque tratan de regresar a su país, se están topando con numerosas dificultades a las que tratan de hacer frente distintas iniciativas desde la sociedad civil.
El pasado 10 de marzo, el Gobierno de Marruecos anunció que repatriaba a ocho de sus nacionales desde el norte de Siria, en una zona donde operaba el grupo terrorista Estado Islámico (EI) antes de su derrota territorial en este país.
Aunque parecía el principio de una serie de retornos organizados, esa operación fue única, y desde entonces las autoridades marroquíes tratan con toda discreción y hasta opacidad el caso de sus yihadistas atrapados en aquella región sirio-iraquí.
Ante esa situación, han aparecido diferentes iniciativas por parte de las familias y de la sociedad civil, como la Coordinadora Nacional de Familias Marroquíes de Detenidos y Atrapados en Siria y Irak.
Del norte de Marruecos de Siria
El coordinador de esta asociación, Abdelaziz Bakkali, explicó a Efe que la mayoría de estos yihadistas y de sus mujeres que les acompañan proceden de las ciudades de Tánger, Tetúan y Larache, en el noroeste Marruecos, y Fez, en el centro, y en su mayor parte están en el norte de Siria, aunque también hay casos en Turquía.
Una pequeña parte de estos extremistas cumplen condena en cárceles iraquíes, y hay incluso dos mujeres condenadas a muerte en ese país donde (al contrario que en Marruecos) las penas de muerte se ejecutan.
Bakkali, él mismo excarcelado tras una pena de dos años por intentar ir a Irak en 2004 para luchar contra la invasión americana, ha recurrido a la Comisión Internacional de la Cruz Roja (CICR) para saber la situación de los excombatientes marroquíes y de sus familiares.
"Nos han dicho que reciben atención humanitaria, y que este asunto tendrá pronta solución", precisó, pero lamentó no tener ningún canal de comunicación con el gobierno marroquí.
El CICR ejerce una cierta labor de mediación entre los detenidos marroquíes en Siria y Turquía, y los ayudó a establecer 157 comunicaciones (telefónicas o por correo) durante el año pasado.
Número elevado de mujeres y niños
El jefe del Buró Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ, órgano central antiterrorista), Abdelhak Jiam, dijo en una reciente entrevista con Efe que al menos 1.669 marroquíes se habían desplazado desde 2011 hasta Siria y Irak para luchar en las filas de los grupos yihadistas.
De ellos, 647 murieron en combate, 262 regresaron al país y el resto todavía están en esta zona, la mayor parte en los campamentos de detención en el norte de Siria gestionados por los kurdos.
Las autoridades marroquíes han contabilizado además a 280 mujeres, que tienen a su cargo a 391 menores.
La coordinadora creada por Bakkali pretende, en primer lugar, ayudar al retorno de los marroquíes (mujeres y hombres) que no hayan participado en las hostilidades o que se hayan desvinculado de sus ideas extremistas.
Hasta el momento, la coordinadora ha podido establecer el contacto con familias de 163 yihadistas marroquíes (entre ellos 60 menores de edad), y ha ayudado a que algunas de ellas localicen a sus hijos con quienes habían perdido contacto.
Quieren regresar con sus hijos
El jefe del BCIJ animó recientemente a las mujeres que se encuentran en la zona de conflicto a volver porque -según él- no iban a combatir, sino que se limitaron a "acompañar a sus maridos"; en consecuencia "no tenemos nada que reprocharles".
Pero las cosas no son tan fáciles.
Rachida (nombre ficticio), 26 años de edad, es una de estas marroquíes, ahora establecida en Adana (sur de Turquía). Cuenta por teléfono que ha ido al consulado marroquí en Estambul para obtener documento de viaje y volver al país con sus dos hijos que tuvo con su marido marroquí, muerto en un bombardeo en Deir al Zur, en el noreste de Siria.
La mujer, oriunda de Fez, lamentó que las autoridades marroquíes, después de varios meses, le otorgaron su documento de identidad para poder regresar al país, pero no a sus hijos.
"No puedo volver a Marruecos sin mis hijos, y si no los puedo llevar conmigo, me quedaré a vivir aquí para siempre", afirmó.
Las autoridades marroquíes le han comunicado que no pueden permitir la entrada de esos niños, que no tienen otros documentos salvo los expedidos por el "Estado Islámico" (sin validez), ya que no existe certeza de que los niños sean de padres marroquíes.
Ikram Jebari, hermana de una marroquí de 33 años de edad y retenida en los campamentos kurdos, explicó a Efe que su familia trata por todos los medios de repatriar a la joven, que además "padece de una enfermedad crónica y de una discapacidad en el brazo causada por un bombardeo".
Agregó que su hermana, procedente de Larache (noroeste) tiene un hijo de cuatro años de edad, mientras que su esposo murió en un ataque aéreo quince días después del parto.
"No encontramos un interlocutor marroquí", se quejó Ikram.
Amal (nombre ficticio), de 30 años, se encuentra actualmente en el sur de Turquía, y explicó a Efe que su único obstáculo para volver a Marruecos son sus cuatro hijos indocumentados.
Precisó que tres de ellos los tuvo con su primer marido a quien acompañó en su travesía yihadista en Siria en 2014, mientras que el cuarto, una niña, es hija de un extremista belga-marroquí con quien se casó tras la muerte del primero. Ahora el segundo también está muerto por otro bombardeo.
"Estamos muy arrepentidas de haber venido aquí, nos han traído desde nuestro país como a burros", lamentó, sin dar explicaciones de qué fue lo que la animó a viajar a Siria.
La joven explicó que vive "de lo que nos ayudan" los ciudadanos turcos mientras que ninguno de sus hijos -el mayor tiene ya 12 años- está escolarizado ni tienen documentos de identidad, como tampoco ella.
Sanciones y reconciliación
La ley antiterrorista marroquí establece penas de hasta quince años de prisión para los marroquíes que se adhieren a grupos terroristas en el extranjero, incluso si esta adhesión era solamente un proyecto o si no tenían entre sus objetivos ningún blanco en Marruecos.
Mientras cumplen sus condenas de prisión, los yihadistas pueden someterse a un programa de reinserción bautizado como "Musalaha" (reconciliación), pensado para convencerles de una "interpretación moderada" del islam, además de su rehabilitación sicológica y preparación profesional para que encuentren trabajo después de la prisión.
A principios del pasado mes de noviembre, el delegado general de la Administración Penitenciaria marroquí, Mohamed Saleh Tamek, indicó que 70 yihadistas se beneficiaron este año de la cuarta fase del programa "Reconciliación", y que otras 10 mujeres están sometidas actualmente a este modelo de reintegración.