El pasado martes, 12 de febrero, venía a Ceuta el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa. Lo hizo en la patrullera Río Miño, que dicho Cuerpo emplea en misiones internacionales. Llegó desde Algeciras, acompañado del delegado del Gobierno de Ceuta y de otras autoridades. En la sede de la Comandancia de la Guardia Civil, se le hizo una formación y se le rindieron honores (pese a la lluvia). Se reunió con mandos del Instituto Armado y posteriormente se dirigió hasta la sede de la Ciudad Autónoma, donde hizo lo propio con el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, firmando en el Libro de Oro de la Ciudad. Acaparó todos los titulares de los medios locales y bastantes páginas de la prensa escrita.
Justo una semana antes, el 5 de febrero, vino a Ceuta el director general de la Tesorería General de la Seguridad Social, Francisco Gómez Ferreiro. Se reunió con el delegado del Gobierno, acompañado de la directora territorial. Su viaje lo hizo en la línea regular del Estrecho. Realizó una visita a unas cuantas plantas de la sede conjunta de la Seguridad Social (INSS y TGSS). Desayunó con algunos funcionarios y se marchó. De él depende la administración de nuestro Estado de Bienestar, es decir, una cantidad de presupuesto similar a la mitad de la de todo el Estado español, que sirve para abonar la pensión a más de 8 millones de personas. Su rango administrativo es prácticamente el mismo.
Una explicación posible a esta diferencia de trato podría encontrarse en la ciencia política. Los defensores del poder absoluto, del Estado como Leviatán (Hobbes) piensan que el hombre es malo por naturaleza. Todos somos para ellos presuntos delincuentes. También los inmigrantes. Por eso las legislaciones les criminalizan, por el solo hecho de haber entrado de forma ilegal en los países (como hicieron cientos de miles de españoles en Europa en los años sesenta), sin tener en cuenta que la gran mayoría de ellos vienen a trabajar honradamente, no a delinquir, o a aprovecharse de nuestro Estado de Bienestar (lo dice Cecilia Malmström, comisaria de Interior de la UE). Frente a esta ideología, hay una concepción más liberal del Estado (Locke), que considera necesario que el mismo no viole los Derechos naturales del individuo. La rama mayoritaria del actual partido gobernante en nuestro país, creo que se enmarca en la primera tendencia política, aunque no lo reconozcan. Por eso agasajan y dan un trato preferente a los jefes policiales, frente uno estrictamente reglamentario a los encargados de administrar los fondos de nuestras pensiones.
No quiero entrar en detalle de lo que ha ocurrido. Lo realmente trágico es que dediquemos más tiempo a culparnos unos a otros, que a analizar el origen del problema, que lleva a miles de personas desesperadas a arriesgar su vida por encontrar un trabajo que les saque, a ellos y a sus familias, de la miseria. En lo estrictamente referido a la actuación de la Guardia Civil, considero que lo más coherente sería esperar a los resultados de la investigación. También, que en dicha averiguación se incluyera un análisis de los medios y de la preparación con la que cuentan los funcionarios destinados en la frontera. De cualquier forma, como ya se está apuntando desde algunos medios de comunicación, y en las instituciones europeas, no parece que sea muy adecuado lanzar material antidisturbios al mar para repeler una entrada de inmigrantes, que vienen a nado y están extenuados. Aclarar esto es urgente, pues los intentos de entrada masiva se van a repetir, con toda seguridad.
De momento, si hay que culpar a alguien es a una sociedad enferma e insensible a las tragedias de los más débiles. Mientras que haya personas entre nosotros que piensen, y escriban frases como la que leía en este diario días atrás: “Ni una ayuda más, ni un euro más, ni una subvención más para esas masas tercermundista de asaltantes…”, y se siga legislando para proteger a sangre y fuego nuestra supuesta raza y cultura “superior”, esto no tendrá solución. Las sociedades avanzadas se distinguen de las demás, entre otras cosas, por respetar de forma escrupulosa los Derechos Humanos. Y uno de ellos es el derecho al libre tránsito entre países (art. 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos). Ya sé que en Europa no cabe África entera, y que el problema es complicado. Pero también estoy informado de que uno de los factores que más están ayudando al desarrollo en el mundo, son los dineros que les llegan a muchas familias de países pobres, procedentes de las remesas que envían esos miles de emigrantes, a los que muchos criminalizan. No estaría nada mal que reflexionáramos de forma tranquila y sosegada sobre estos temas. Pero todos. También los partidos de la oposición, las organizaciones humanitarias y todos aquellos que, de una u otra forma, están estos días opinando sobre estos sucesos. Quizás con ello contribuiríamos a que no siguiera creciendo entre nosotros la semilla del odio y la xenofobia.