Periodista multidisciplinar donde las haya, Teresa Viejo habló ayer de la imagen que los medios proyectan de las personas mayores
Anticipa que su segunda novela transcurrirá a caballo entre España y México, allá por los años 40. Una faceta, la de escritora, en la que la popular periodista Teresa Viejo (Madrid, 1963) se está centrando en los últimos años y a través de la cual, confiesa, está disfrutando enormemente. En parte por ‘culpa’ de quienes le pasan unas cuantas décadas en edad, pues considera que su relación con personas mayores en el ámbito de su trabajo ha sido determinante a la hora de moldear la persona que hoy es. De eso y otras muchas cosas habló ayer en la UNED dentro de las ‘Jornadas de envejecimiento activo y relaciones internacionales’ impulsadas por el IMSERSO.
–¿Cómo valora este ciclo de conferencias que le ha traído a Ceuta?
–Creo que son jornadas muy necesarias, pues aportan reflexiones que los medios de comunicación no tendemos a realizar y, por otra parte, los mayores están ávidos de participar, de modificar unas estructuras que no van a ningún sitio. Ellos tienen mucho que hacer y que decir.
–En su opinión, ¿cómo retratan los medios de comunicación españoles, en general, a las personas mayores?
–Es un retrato que, bajo mi punto de vista, tiene sus claroscuros. A mí me parece que la televisión, en concreto, adolece de utilizarlos como elementos pasivos, pues son determinantes para las audiencias masivas pero no definen los contenidos. Se les considera como mero público y, por supuesto, desde la perspectiva de quien participa y conduce un programa de televisión es impensable. En este país sobran los dedos de una mano para contar quién tiene 60 ó 65 años y está al frente de un programa de televisión. Asimismo, el retrato que aparece en las series de televisión me parece triste. Los mayores son siempre el abuelo, un poco esperpéntico y con muchos chascarrillos, pero nunca son los protagonistas de la serie, no participan en los concursos, en los magazines, salvo que sea para hablar de salud, no aparecen... es bastante triste.
–¿Cuáles son los principales errores en los que caemos los medios de comunicación a la hora de transmitir la imagen de los mayores? Hablaba durante la mesa redonda de que se tiene la falsa imagen, en muchos casos, del mayor como el ‘subvencionado’, el que ‘no aporta nada’...
–Esa imagen que apunta enraiza en la sociedad, precisamente, en este momento de crisis. En general, los medios de comunicación tendemos a la conmiseración. Es decir, a el “ pobre mayor, solo...”; otras veces, en especial los medios informativos, caemos en el mero suceso de “el mayor víctima de demencia senil...”. Luego, en la televisión directamente se les ningunea y se les utiliza, que es mucho peor. Por ello insisto en algo que me parece esencial: el mayor, como ciudadano, es consumidor de bienes y de ocio, es audiencia y, aparte, es votante. Por tanto es de enorme interés para los políticos también.
–¿Cómo cambiarlo? ¿Qué medidas propone que deberían tomar los medios?
–Los medios de comunicación tenemos una responsabilidad formidable porque, además, funcionamos en red. Es decir, vamos modificando conductas sociales. ¿Cómo cambiar? Haciendo que ellos participen, que los vean y se vean así mismos. Ahora mismo los señores y señoras de 60 años están estupendos. Que ellos hablen no solo sobre sus noticias, sino sobre todo lo demás porque son sabiduría, les tenemos que escuchar. Luego, muy en concreto en la televisión porque es un medio poderosísimo los mayores han de participar en todo. No son un grupo de ‘borreguitos’ que aplaude. Pido que los programadores cambien un poquito la mentalidad y sean dúctiles porque, si no, los mayores se van a plantar cuanto más sabios sean y más facilidad tengan para comunicar. Terminarán diciendo “ahí te quedas”, “ya no te veo”.
–A lo largo de su dilatada carrera profesional ha tocado ‘muchos palos’ y, entre ellos, la temática de los mayores con el impulso por ejemplo de un popular espacio como ‘Saber Vivir’ y con programas bastante enfocados al público mayor...
–No es que haya hecho programas de mayores o para mayores, sino que desde que empecé en los medios alguien dijo: “¿Sabes que tú conectas muy bien con los mayores”. Y yo contestaba: “Pues no hago nada especial, será porque les quiero, porque me gusta escucharles”. Me parece mucho más interesante eso que andar con un veinteañero que anda todo el día danzando y escuchando música, y lo hice también. No he hecho programas para mayores, pero sí que me han seguido ellos. Luego, sí que es cierto, he intentado fijarme en lo que cuentan. Ciertamente abordé un programa de salud que fue pionero, ‘Saber Vivir’, y luego durante diez años he hecho un prime time en una comunidad con un porcentaje de población mayor importante como es Castilla La Mancha. Aparte, también es obvio que las cadenas generalistas, en especial las públicas, tienen una audiencia de mayores. Me he intentado acercar a ellos, ¿sabe cómo? Desde la ternura, pues cuando no es fingida, te reciben muy bien porque el mayor está muy necesitado de afecto y de cariño.
–Y, a nivel personal, ¿qué le ha aportado su trato y su vinculación con personas mayores?
–Todo, todo, todo. Yo ya no puedo disociar la Teresa periodista de la escritora y, de no ser por ellos, no habría escrito mi primera novela y no estaría inmersa en la segunda. Es una realidad. Sus historias, su forma de ver la vida, sus experiencias, sus sensibilidades... yo no sería lo que soy.
–¿Cree que las personas mayores ven excesiva televisión y, hasta qué punto, eso condiciona sus vidas?
–Sin duda, en general los mayores ven televisión en exceso y, sobre todo, una televisión que no es para ellos. Si por lo menos se contaran temas que son para ellos, desmenuzándoselo y acercándoselo... estupendo, así llenan su ocio y lo hacen productivo. Ven demasiada cuando lo hacen de una forma ‘borreguil’, pero la culpa, ¡ojo!, no es de él sino del que programa. Ese lo único que quiere es utilizar al mayor. ¿Cómo se rompe este círculo vicioso? De un lado el mayor debe marcar límites y exigir otras cosas y otros contenidos, y por otro que el programador recapacite y sea consciente de lo que hay.
–Dejar de tratarles como un simple ‘target comercial’, ¿no?
–Claro, hay quien aún hoy en día lo niega. ¿Cómo que no son ‘target comercial’ si hoy en día los únicos que tienen asegurado lo que van a cobrar mañana son los mayores? ¿Nos hemos vuelto locos? Aquí las grandes audiencias y los grandes medios de comunicación los dirigen señores que tienen 30 años, traje y corbata; pero quieren que les vean los de 65. El ejercicio necesario por alguien que está dentro de un medio de comunicación es escuchar, ver, tener sensibilidad y programas en consecuencia. Pero, insisto, es muy importante que el mayor se plante. Se llama dictadura del mando y es muy fácil.
“La solidaridad intergeneracional es clave para cohesionar la sociedad”
La profesora de Psicología Social de la Universidad de Granada, Pilar Díaz Conde, fue la última ponente de las jornadas con su conferencia enmarcada bajo el título ‘Solidaridad intergeneracional. Integración y participación en la comunidad, roles comunitarios y apoyos sociales’. “No es un tema nuevo, sino que desde el mismo origen de la historia de la humanidad se habla de ella, hay solidaridad entre generaciones especialmente en el contexto familiar”, indicó la especialista remarcando que, de todos modos, también se puede hablar de esta solidaridad a nivel comunitario y social. Precisamente en este segunda acepción del término centró ella su charla.
“Fue a partir de 1993 cuando se empezó a adaptar la idea y relacionarla con una serie de políticas europeas para el fomento del bienestar en el envejecimiento”, señaló Díaz. Son muchas las asambleas y congresos que han tratado, desde entonces esa temática si bien los cambios demográficos, que conducen a una población más envejecida y con más personas dependientes, obliga en los últimos años a reinventar el concepto. “Antaño la solidaridad intergeneracional en el barrio o en la comunidad surgía de manera natural, pero ahora se está erosionando porque vivimos en grupos muy segregados en función de la edad”, dijo la profesora de la UGR, “sin embargo se trata de un ingrediente necesario para conseguir una sociedad cohesionada, que contemple a todas las edades”. Es decir, del mismo modo que se persigue un buen uso de los recursos medioambientales para conseguir sostenibilidad en el entorno, debemos luchar por construir una sociedad para todos. “La solidaridad intergeneracional es uno de los principales motores que propugnan una sociedad equilibrada y satisfactoria”, anticipó.
Díaz Conde, para ello, aportó una propuesta cuyo objetivo es fomentar la solidaridad entre generaciones a nivel comunitario. “Todos debemos de concienciarnos y ser partícipes”, invitó, “y, dado el momento económico en el que nos encontramos debemos trabajar a nivel local, a nivel de asociación, utilizando nuestros recursos para, desde abajo, poner en marcha iniciativas que relacionen a todas las generaciones”.