Hace pocos días se podía leer, en los periódicos, que las estadísticas señalaban que había aumentado el número de nacimientos. Y me alegraba por dos razones: una por el hecho en sí, ya que la vida es un don inapreciable, un don que sobrepasa el sentido general de la felicidad.
Es algo especial; una verdadera maravilla que sobrepasa cualquier idea inicial sobre la cuestión. Yo estaba en desacuerdo con otras noticias anteriores que señalaban un descenso de la población mundial, debido a la escasez de nacimientos. No estaba de acuerdo con ello porque a diario veía, en las proximidades de mi domicilio. numerosos cochecitos de niños pequeñitos y, con frecuencia, esos cochecitos eran de o dos plazas. Me extrañaban, por tanto, aquellas noticias negativas y me he sentido muy satisfecho con esa rectificación. Yo tengo mi cuenta propia, al de mis biznietos y el sábado pasado se bautizó, en Algeciras, mi biznieta Lucía, siguiendo a Fernandito que se bautizó, en Cádiz, hacía tan sólo unos días. Mi acuerdo con la estadística, pues, no podía ser más satisfactorio. A ello quiero añadir que hoy cumple un año mi biznieta Eleonore, a la que no conozco personalmente porque su familia vive en Suiza, pero mañana martes voy a tener la satisfacción de besuquearla porque me la traen a casa. Han venido a pasar unos días de veraneo en las proximidades de Cádiz y yo estoy deseando tenerla en mis brazos y darle muchísimos besos.. Bueno, perdonen estas noticias familiares que pueden pasar desapercibidas ante el sin fin de noticias gordas que nos llegan de todas partes y que son algo desagradables. Nada hay tan hermoso y valioso como la vida. Yo no dejé de contemplar a Lucía, la más pequeña de ese trío que ha empezado a vivir y que ya va teniendo sus características personales cada uno de sus componentes. ¿Cómo olvidar la ceremonia de su bautizo en la que era la figura principal? Uno, que ya es bastante mayor, veía proyectada su vida hacia el futuro, una vida firme sustentada por la fe. Para eso ha recibido el Bautismo, para ser fuerte e la Fe. Y lo será siguiendo el buen ejemplo de sus mayores. Ni que decir tiene que me parecieron cortas las horas en las que Lucía se mantuvo como protagonista principal. Yo recibí una de las grandes satisfacciones de mi vida. Un ser humano que empieza su labor de mantener el amor que le profesan sus padres. Su madre me preguntaba ¿a que se parece a mí? y eso es lo que tiene que lograr, día a día, que se vaya pareciendo a ella que siempre fue una niña y mujer de mucha valía en todos los órdenes. ¡Qué mayor regalo puede tener una madre? Que su hija sea como ella. Mejor no cabe.
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