Un mes. Ese es el tiempo que Cristian B.P. pasó sin colaborar con la Justicia, sin dar el paso de acudir a la Jefatura Superior de Ceuta para confesar lo que sí terminó reconociendo este miércoles en sede policial, aunque luego lo silenció en el juzgado.
30 días callado, 30 días sin colaborar y escondido de la acción judicial mientras la UDEV de la Policía Nacional se había marcado como objetivo prioritario, sin descanso, dar con el implicado en el que sin duda ha sido el crimen más cruel de los cometidos en nuestra ciudad, el del asesinato de un niño de solo 8 años.
Los medios de comunicación locales y nacionales informaban a diario de este crimen, de la muerte del pequeño y de las investigaciones policiales para dar con el implicado. Es imposible que alguien estuviera ajeno a esa cascada de informaciones. Tampoco Cristian B.P., pero a pesar de ello no acudió en ninguna ocasión a la Policía para confesar. Lo hizo, pero ya en calidad de detenido y con representación letrada, apabullado por la investigación de la UDEV de la que era prácticamente imposible escapar dada la profesionalidad que han demostrado sus agentes.
Solo en sede policial, 30 días después del asesinato y ante las evidencias, no pudo más que reconocer que esa tarde noche del 18 de diciembre estaba en Loma Colmenar en el lugar del suceso. Su reconocimiento no fue el del asesinato, pero sí el de que Mohamed había muerto de manera accidental tras precipitarse por el terraplén próximo al campo de fútbol. El investigado, ahora preso en una cárcel de la Península, era consciente de la muerte del niño pero nunca habló. Siguió en silencio su vida, entrando y saliendo de su domicilio mientras en redes sociales acusaban de asesinato a otra persona y mientras la Policía invertía todas las horas posibles en revisar cámaras, en comprobar testimonios, en descartar sospechosos hasta fijarse en él.
El reconocimiento ante la Policía de la muerte de Mohamed duró horas, ya que se tornó en silencio en el juzgado. El TSJA confirmó que el detenido se había acogido a su derecho a no declarar, evitando así una colaboración con la Justicia al igual que ha hecho todo este tiempo.
La investigación de la UDEV no ha dejado escapatoria a lo que no fue una confesión arrepentida de Cristian, sino más bien un intento de reacción ante un trabajo policial sin fisuras ni quiebras que no aceptaba negativa a lo evidente ni tampoco le permitía escapar ante un hecho irrefutable: él estaba allí. La muerte del niño fue un hecho violento y no accidental como mantuvo Cristian B.P., por eso mismo se le investiga por asesinato y agresión sexual enfrentándose a una prisión permanente revisable, la pena más elevada y nunca antes planteada siquiera en nuestra ciudad.
Dar con el principal sospechoso de este crimen no ha sido fácil. La UDEV ha sellado sin duda una de las operaciones más brillantes realizadas por la Policía Nacional que tenía además una doble componente de presión: la mediática, con difusión masiva de datos que podían provocar la huida del autor y la sentimental, al tratarse de una víctima como Mohamed, de solo 8 años.
El día en el que se halló su cuerpo sin vida la tristeza e indignación marcaron a todos los que estuvieron allí. Hubo lágrimas, rabia y también una máxima que cumplir: buscar como fuera al autor.
Han sido decenas de interrogatorios y cientos de horas de grabación visionadas de todas las cámaras posibles. Se fueron descartando sospechosos, verificando coartadas hasta dar con Cristian. Coincide en Loma Colmenar en el espacio temporal con Mohamed. No era del barrio pero estaba allí en el mismo momento que el niño y desaparece en el terraplén donde se encontró su cuerpo.
Un vecino de Los Rosales, sin relación con Loma Colmenar, sin vinculaciones familiares... era una sospecha clara que se hizo fuerte cuando se comprobaron sus antecedentes: un robo por el que fue condenado. Y algo más: una denuncia por agresión sexual que no prosperó judicialmente porque la víctima no declaró. Por eso no le consta como antecedente judicial pero sí policial.
El cerco se iba estrechando mientras se descartaban otros posibles autores, incluso personas que se habían marchado de Ceuta.
La Policía ha interrogado a todos los que debía y ha seguido el recorrido de Cristian esa noche hasta terminar esta Operación Loma Colmenar con el arresto de este varón que siguió haciendo una vida normal, hablando con vecinos y guardando en casa la ropa que llevaba la tarde noche del crimen.
Quedan resultados de pruebas claves por llegar que afianzarán aún más la investigación de la UDEV, por ejemplo las de ADN después de tomarle muestras al detenido y buscar su coincidencia en el escenario del crimen.
De momento se cuenta con el reconocimiento de Cristian de estar allí (no podía negarlo por las grabaciones) aunque marcado por su intención de calificar lo sucedido como una caída accidental que silenció y sobre la que no se pronunció.
El cuerpo del niño fue encontrado oculto, una chaqueta llamó la atención para dar con él. Su asesino lo arrastró y tapó porque quería que nadie lo encontrara. Su silencio no le iba a servir para siempre porque había unos agentes apoyados por una Jefatura cuyo compromiso para evitar que el autor escapara ha sido clave.
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