Cuando la pequeña Diana recorría las calles de Ceuta en aquel verano de 1936, de la mano de sus padres, nada le hacia presagiar que en pocos días cambiaría su vida y la de su familia. Su padre José Luis Bermúdez-Reyna de Madariaga era un reputado capitán aviador, destinado en el aeródromo de Sania Ramel en la capital del Protectorado, Tetuán. Durante 1933 fue delegado del Gobierno de la República en Ceuta.
En la tarde del 17 de julio, todo cambió, su padre defendió junto a otros militares leales al Gobierno el aeródromo, haciéndose fuerte e intercambiando fuego, pero nada pudieron hacer y a las pocas horas fueron detenidos por los militares sublevados, el 15 de agosto de 1936 fue sacado de la fortaleza del monte Hacho y ejecutado. Siendo enterrado en el cementerio de Santa Catalina en Ceuta.
La madre de Diana se encuentra sola con cuatro hijos, intentó por todos los medios salir de Ceuta hacia Valencia donde estaba su familia. Pero no es nada fácil, el sur está tomado por los sublevados, y llegar hasta el levante es tarea imposible. Al proceder de una familia de la alta sociedad madrileña, el abuelo paterno de Diana era teniente general y su abuela familiar del escritor Salvador de Madariaga, consiguen que se realice un intercambio en Tánger, organizado por la Cruz Roja Internacional. Tras llegar a la ciudad internacional embarcarían en el barco que hacia la travesía una vez por semana hacia el sur de Francia y desde allí al pueblo valenciano de Russafa.
Cuando todo parecía tener una cierta normalidad, una mañana quedó marcada en la memoria de la pequeña Diana, apenas tenia cuatro años: “Han pasado muchos años, pero parece como si lo estuviera viviendo ahora, nos encontrábamos en el piso de Russafa, mi abuela a un lado y mi abuelo llorando, con las manos en la cara. Dos señores uniformados me cogieron en brazos y nos llevaron a mi hermana y a mí, mientras yo lloraba y preguntaba por mi madre, recuerdo que me abracé a una muñeca y no la solté, hasta muchos años después".
Sus dos hermanos, José Luis y Flavio, fueron enviados a la URSS en la madrugada del 13 de junio de 1937, seis días antes de la caída de Bilbao a manos franquistas, partió en el buque Habana desde el puerto de Santurce, esta vez con un número de jóvenes muy superior, 1.530 junto a 75 personas acompañantes, entre los que había médicos y profesores.
Aquellas partidas de niños fueron organizadas por el Ministerio de Instrucción Pública del Gobierno de la Segunda República. Su ministra, Federica Montseny, autorizó la primera expedición. Todos ellos procedían de Madrid, Málaga, Almería y Valencia, ciudades que se encontraban asediadas aún por el ejército de Franco. El traslado se realizaba en barcos mercantes y los niños viajaron hacinados en bodegas.
Al llegar a Leningrado, la actual San Petersburgo, la separaron de su hermana y la llevaron a una casa para niñas pequeñas. Pocos meses después de acabar la Guerra Civil, en agosto de 1939, la abuela paterna, Presentación de Madariaga, un nombre frecuente en los "Ecos de Sociedad" de la prensa madrileña -viuda de un teniente general, había sido Dama de Honor de la reina Victoria Eugenia- logró que el Gobierno franquista, a través de sus embajadas en Roma y Londres, consiguiera que los ejecutivos de Mussolini y Chamberlain mediaran para facilitar el retorno de sus cuatro nietos. El intento fue en vano.
Con la invasión de Rusia por parte de Hitler, en junio de 1941, Diana y el resto de los niños fueron evacuados de Leningrado a una aldea en las llanuras del Volga. Nuestra pequeña tuvo que luchar por salir adelante, aprendió el ruso, era muy inteligente y nada se le resistía. Gran modista pronto comenzó a realizar trabajos, después entró a trabajar en una fábrica de misiles. Los años fueron pasando y la promesa del retorno a España no comenzó a ser una realidad hasta 1956, para entonces ya había formado su propia familia al casarse con un ruso de origen ucraniano. Y por fin, el 17 de diciembre de 1990, consiguió permisos para toda su familia, incluidos sus tres hijos con sus respectivas parejas y los cuatro nietos que ya tenía.
A muchos niños, como Diana, no les quedó más remedio que marcharse. Convencidos de que sólo así podrían sobrevivir, sus familiares decidieron que formaran parte de alguna de las numerosas campañas de evacuación organizadas por el Gobierno de la República. Las evacuaciones de niños al extranjero constituyeron así el primer exilio del pueblo español derivado de la Guerra Civil. De entre todos los países que acogieron a los menores españoles, la Unión Soviética fue, sin duda, el que generó las mayores alabanzas y críticas del momento, el que más encendió las conciencias y sacudió los corazones. Los 2.895 niños que desembarcaron en los puertos de Yalta y de Leningrado entre el 21 de marzo de 1937 y finales del mes de octubre de 1938 despertaron tanto interés entonces como lo despiertan ahora.
Recibió en Ceuta al presidente de la República
El padre de Diana, durante 1933 fue delegado del Gobierno, teniendo el honor de recibir al Presidente de la República Alcalá-Zamora. Tras la sublevación, estuvo detenido en la prisión del monte Hacho, el 2 de agosto se celebró el consejo de guerra, fallando cadena perpetua. Pero en la madrugada del 15 de agosto de 1936, fue sacado de la celda y su cuerpo apareció en la carretera que accedía al Hacho, junto a siete personas más, todos presentan impactos de baja. Fue uno de los aviadores más destacados en la década de los años treinta. Forjó su leyenda en la Guerra del Rif, donde ganó seis cruces al mérito militar. También lideró, en 1928, el primer vuelo España-Jerusalén. Entró en la Academia de Infantería de Toledo en 1914. Durante 1924 realiza una intensa actividad en la aviación, asciende a capitán y recibe la séptima Cruz Militar con Distintivo Rojo, para añadir a las seis que había ganado en los años anteriores en Marruecos. Después de los movimientos republicanos de finales de 1930 fue dado de baja, pasando a la situación B. El 18 de abril vuelve a la situación de actividad en Aviación y pasa al Estado Mayor de Fuerzas Aéreas de África en Tetuán. En 1934 estuvo adscrito a la Presidencia para el Servicio de Aviación y desde 1935 estaba destinado en el aeródromo de Sania Ramel, junto al primo de Franco, Ricardo de la Puente Bahamonde, que también sería fusilado en Ceuta en 1936.
“Sueño con volver a Ceuta y visitar la tumba de mi padre”
Una de las cosas que Diana Bermúdez-Reyna me reitera en la conversación que mantuve en su casa de Valencia, era su interés por visitar la tumba de su padre en Ceuta. Ella apenas lo conoció, cuando lo fusilaron escasamente tenia cuatro años. “Siempre estoy pensando en ir a Ceuta y llevar unas flores a la tumba de mi padre, pero el tiempo pasa y no se cuando podré realizar este viaje, para mi es muy costoso con la pequeña pensión que me quedó, en Ceuta tengo una parte muy importante de mi vida, siempre sueño con cruzar el Estrecho y pisar aquella tierra que tanto cariño le tengo, donde pasé parte de mi infancia, aunque tan bien fueron unos momentos muy trágicos los que viví , junto a mis hermanas y mi madre”.
Como Diana la gran masa de niños evacuados a la URSS tenían entre dos y catorce años de edad. A su llegada los distribuyeron por Leningrado, Moscú, Kiev y Odessa, estos fueron los principales destinos. El gobierno de la República tenía la necesidad de alejar a los más jóvenes de los bombardeos provocados por la aviación sublevada. A su llegada, fueron recogidos en Casas de Niños, acondicionadas para que estos niños pudieran desarrollar su educación y formación, atendiendo plenamente sus necesidades de alimentación, reposo y estudio… “Nos daban de comer, nos quitaron la ropa vieja y nos vistieron con uniformes de marineritos. Fue al principio una etapa muy triste al separarme de mi madre, no encontraba consuelo entre el cariño de todos los educadores, hubo mucho llanto por el recuerdo de mi familia”.
La invasión alemana a la URSS en junio de 1941 dio una vuelta de tuerca a la vida de Diana que poco a poco se hacían adolescentes. Delincuencia, hambre y muchas penurias marcaron el siguiente lustro hasta que el país fue tomado por los aliados en 1945... “Hacia mucho frio y en algunos duros inviernos llegamos a menos 30 grados, muchos de mis compañeros de exilio murieron por enfermedades, allí fue una vida muy dura”.
La historiadora María José Devillard en su libro “Los niños españoles en la URSS (1937-1977)”, nos cuenta que prácticamente todos los estudiosos del exilio de los niños españoles en la URSS, coinciden en resaltar que su acogida por las autoridades y pueblos soviéticos fue extraordinariamente solidaria. Tal acogida era natural debido a la gran simpatía que se había desarrollado hacia la causa del pueblo español, que luchaba con gran heroísmo no sólo contra la reacción interior sino también contra el nazi-fascismo internacional.
Dolores Cabra, presidenta de la Asociación Guerra y Exilio (AGE), comentó recientemente en la prensa que de los más de 30.000 niños españoles evacuados durante la Guerra Civil poco más de 3.000 fueron a parar a la Unión Soviética. Tuvieron que esperar a la muerte de Stalin para poder regresar. Aún así muchos se quedaron en los campos del Gulag, murieron en la guerra o por el hambre, o quedaron desaparecidos. Perder la patria es horrible, tenían que haber regresado en 1939.
Compañeros en el exilio
Diana tenía tres hermanos, Conchita que nació en Madrid en 1926. Estuvo en las escuelas de Moscú, Sarátov, y Tiflis. Maestra de español en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Bakú. Viuda de Vicente Munárriz se repatrió definitivamente en 1970. José Luis nació en Madrid en 1927. Estuvo en escuelas para los niños en Moscú, Sarátov y Tiflis. Se repatrió con su mujer en 1956. Trabajó inicialmente en Gijón y algo más tarde como ingeniero en Barreiros de donde fue expulsado por problemas laborales relacionados con la situación política de la dictadura. Trabajó en Pegaso también como ingeniero y luego muchos años en la empresa de electricidad FEMSA. El matrimonio tuvo ocho hijos de los cuales viven siete, entre ellos Diana, Svetlana y José Luis. José Luis falleció el 20 de octubre de 1975 en Madrid. Flavio, nació en Melilla en 1929. Estuvo en las escuelas de Pirogovskaya, Obninskoye, RU de Krasnogorsk, y más tarde fue obrero en la fábrica Boriets. Se repatrió en 1956 en cuyo momento trabajó en Gijón al igual que su hermano José Luis. Pero tuvo un problema grave en la fábrica donde estaba y se volvió a Rusia en 1957. No volvió nunca a España y se cree que ha fallecido hace algún tiempo en Moscú donde vivía. Sobre la vida de los hermanos de Diana, he extraído los datos de la revista Aeroplano Nº 28, escrito por el historiador Rafael de Madariaga.
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