Todos hemos tenido días en los que nos hubiera gustado desvanecernos, desaparecer, desfallecer…
Puede ser un día cualquiera para una persona al azar.
¡Ya le podría pasar a otro!
Una cosa está clara: si tienes un mal día no puedes tomarte la libertad de proyectarlo contra las personas de tu alrededor, ya sean amigos, familiares, compañeros y mucho menos, pacientes.
Por suerte el ser humano es plural y no somos de la misma condición.
He experimentado el oxígeno de la impotencia en apenas una mañana. Lo cotidiano, lo tosco del vivir: Sentir cómo desgajan mi persona, la empequeñecen y que lo hagan quienes han jurado curar y sanar las heridas.
-"Búsquese otro trabajo" — me dijo. Como están las oportunidades de empleo tan al orden del día… Quizá no existe esa remota posibilidad. Ya lo habría hecho, créame que sí.
En cualquier caso, no tengo una varita mágica que cambie las cosas de un día para otro; sino, yo no estaría sentada ante usted y usted carecería de tan característica crueldad.
Doctor, hoy no pido su ayuda ni su opinión. Pido respeto, comprensión. Para ello no existen estudios que le enseñen la materia.
Tan solo ser persona y que algún día pueda volver a mirarse a la cara, pues, permítame que lo dude, solo verá hoy el reflejo de un monstruo.