Sociedad

Día de la Mujer: cuatro historias de superación para reivindicar a la mitad de Ceuta

Hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Hoy, ellas reivindican sus derechos conquistados y los que aún quedan por conquistar. También, la mitad de nuestra sociedad elige: algunas saldrán a las calles a manifestarse, a exigir que no se las discrimine o se las asesine por el hecho de ser mujeres. A ser iguales.
Hoy, FaroTV visibiliza la historia de cuatro trabajadoras en distintos ámbitos clave en nuestra ciudad. Cada una, con su visión de lo que es este día. Algunas lo apoyan; otras respetan que se celebre pero no lo comparten.
Verónica Márquez Cazorla, Paula Martínez Valdivia, Hanan Ahmed Ouahid y Verónica Sánchez Fernández provienen de distintos mundos. No todas creen necesario que se celebre este 8 de marzo, aunque todas respetan que haya congéneres que sí lo reivindiquen. No obstante, tienen cosas en común: todas quieren ser madres. Algunas ya lo han sido, y otras desean serlo. FaroTV comparte una jornada de trabajo con cuatro mujeres que representan las distintas sensibilidades existentes sobre Día Internacional de la Mujer.
Pero sin duda, lo que todas comparten es la pasión por sus trabajos. Unos puestos a los que hace no tanto tiempo no hubieran tenido oportunidad de acceder.

Verónica Márquez Cazorla, garante de la seguridad en el Puerto

El tránsito en la Estación Marítima está tranquilo. De camino a las oficinas de la Policía Portuaria, Verónica Márquez Cazorla saluda a un compañero y, una vez dentro, habla con su jefe el turno que le corresponde. Este cuerpo de seguridad de la Autoridad Portuaria de Ceuta, de carácter administrativo, se encarga de patrullar y vigilar todo el espacio correspondiente al puerto. Un lugar por el que pasan miles de personas cada semana.
Verónica es la única mujer que consiguió una de las diez plazas fijas por oposición que se asignaron en la Policía Portuaria el año pasado. En total, recuerda, rondaron la veintena de mujeres de los más de 170 aspirantes. El cambio en su vida tuvo una influencia clave y fue la de su marido.
Actualmente, dos mujeres ocupan plaza fija en este cuerpo de seguridad y otras dos son eventuales. Aunque desde el punto de vista de Verónica, esta escasez de mujeres no tiene otro motivo que el periodo en vacío que hubo para el concurso de plazas por oposición. Y defiende que es igual de capaz una mujer que un hombre para hacerse con una plaza en la Policía Portuaria.
En línea con esta perspectiva, en los nueve meses que lleva trabajando aquí, no ha percibido diferencias entre sus compañeros. Eso sí, añade algún matiz a su experiencia con algunas personas a las que se ha encontrado “en zonas restringidas”. “Pienso que si a lo mejor es un hombre, no hace falta ser tan firme para que desde el minuto uno le obedezcan y salgan de la zona de acceso restringido”.
Verónica patrulla por las proximidades del Hércules que está instalado en el puerto. Durante la vuelta, se pueden ver algunos grupos de inmigrantes subidos en lo alto de los muros. Chavales que esperan una oportunidad. Cerca, unos marineros ultiman los detalles para poner a punto sus utensilios. Atardece en el Puerto.
Este domingo Verónica trabajará aunque no celebra el Día de la Mujer puesto que, asegura, lleva “muchos años trabajando. En mi caso no he sufrido discriminación por ser mujer en mi trabajo”. Ve bien, apunta, que se celebre y conmemore este día, pero “gracias a Dios” las brechas salariales y los datos relativos a desigualdad hoy son menos.
De igual manera, Verónica no ha sentido en primera persona esa doble carga que sufren algunas mujeres: madre y trabajadora. Tiene dos hijos, de siete y 17 años. Destaca la labor de conciliación que ha vivido: “Me puedo coordinar con mi marido, con mis padres y tengo esa facilidad. Tenemos turnos iguales pero en diferentes días. Siempre nos estamos relevando para que podamos ejercer de padres y llevar a cabo un hogar y una familia”.

Paula Martínez Valdivia, la capitán

Dentro del Museo Histórico del Regimiento de Caballería Montesa 3, Paula Martínez Valdivia pasea entre las vitrinas y se mete en la parte trasera de este espacio. Detrás, se conservan objetos históricos de este centenario Regimiento del Ejército de Tierra acuartelado en nuestra ciudad. Paula es una de las dos capitanes que hay en este sitio, y ella manda a un total de 106 personas que están bajo sus órdenes.
En alguna que otra ocasión se ha encontrado con soldados que le han llamado “capitana”, cuestión que ella ataja rápido. “En la academia siempre nos han inculcado que los empleos no tienen género. Lo que se modifica es el artículo: la capitán. Y todavía hay gente que no lo sabe y siempre nos dejan ahí lo de la capitana. No, no, es la capitán”.
Una mujer ejemplo para sus soldados, con los que charla de manera distendida en el patio del acuartelamiento. Muchos de ellos han salido de maniobras y cursos, explica, y es un día relajado. A pesar de ello, no para de ir de un lado a otro con su segundo hijo a cuestas. “Soy madre de un niño de 3 años y ahora mismo estoy embarazada de seis meses y medio”, afirmación que se hace patente en la curva que le hace el uniforme de embarazada que le ha facilitado el Ejército.
Este es uno de los aspectos que destaca Paula de conciliar familia y trabajo en el mundo castrense. “Nos favorecen igual. Un hombre también puede coger la lactancia”, ejemplifica para hacer ver que, en cuestión de igualdad, se ha avanzado mucho en un ámbito, el castrense, que desde fuera no llega a percibirse. “En cuanto a la conciliación en el Ejército cada año se intenta favorecer más que las familias puedan estar unidas. En mi caso, mi marido también es militar y al tener un niño pequeño, se nos facilita el poder ocupar unas vacantes en las mismas plazas o ciudades”.
Al igual que Verónica, Paula no celebra el 8 de marzo. Aunque comprende a las mujeres que sí lo reivindican. “Entiendo que en otras profesiones no disfruten de la igualdad de la que disfruto yo en la mía y quieran reivindicar el 8 de marzo celebrar el Día de la Mujer Trabajadora”.
También reconoce que, en el caso de los militares más veteranos, sí que ha experimentado cómo el trato cambiaba cuando se han dirigido a ella. “Tienen cierto cuidado con hablarnos con más delicadeza a lo mejor. Pero nosotras también decimos tacos. No pasa con mis compañeros de hoy en día, con los que hay una relación de normalidad absoluta”.
La carrera militar de Paula comenzó desde pequeña, aunque reconoce que no tuvo clara su decisión hasta acabar el instituto. “Mi padre era veterinario militar, y vi una opción muy buena y sí que me nació la vocación, la verdad”. De entre los posibles destinos, se decantó por el Arma de Caballería. Según sus palabras, “por las misiones y el carácter” de este regimiento.

Hanan Ahmed Ouahid, la empatía como medicina

En los algo más de dos años que lleva en el Departamento de Oncología del Hospital Universitario de Ceuta (HUCE), la doctora Hanan Ahmed Ouahid destaca de esta rama de la Medicina una característica por encima de todas: la empatía. El trabajo de escuchar a los pacientes, personas que vienen con “historias familiares, personales, que se solapan con sus historias oncológicas”, describe Hanan.
Una parte fundamental del trabajo que puede determinar el éxito en el tratamiento. Ella es la única oncóloga de Ceuta (comparte profesión con dos hombres más, un compañero en la sanidad pública y otro en la privada) y, tras atender a una pareja que ha venido a su consulta, tiene uno de los pocos huecos libres en su jornada laboral.
“Es una especialidad que exige mucha atención, los pacientes son complicados, tienen mucha sintomatología no solamente por los tratamientos que ponemos si no por la propia enfermedad”. De ocho de la mañana a tres de la tarde “es un no parar”, confiesa Hanan con una sonrisa. Su caso, el de una doctora de la sanidad pública que se dedica a una rama tan específica y necesaria dentro de un hospital, tiene de característico que, según su experiencia, no tiene diferencia entre hombres y mujeres. Solo la aprecia en un sentido. “Por cultura, las mujeres dependiendo de qué tipo de tumor se trate se sienten a lo mejor un poquito más cómodas con una mujer al explicarle cosas en relación a su tratamiento, en el aspecto más íntimo sobre todo”. Este domingo, Hanan se sumará a las reivindicaciones de las mujeres. Para ella, el 8 de marzo “debería ser todos los días”, aunque sigue habiendo “diferencias sutiles” por las que hay que seguir luchando. En un momento “crítico” en su opinión, situación que achaca al auge de partidos “de derecha o extrema derecha” con ciertas políticas sociales, de igualdad, “que lo que están intentado es retroceder todo lo que se ha conseguido hasta ahora”.
A las puertas del Hospital de Día Hanan, a falta de poco tiempo para finalizar su jornada laboral de cara a los pacientes, sí que da vueltas al hecho de que hacen falta más esfuerzos en la parte de oncología en Ceuta. “Somos dos ahora mismo pero no damos abasto. De primera consulta podemos tener diez nuevos pacientes cada semana. Necesitaríamos otro oncólogo más para poder atender bien a nuestros pacientes”.

Verónica Sánchez Fernández, pasión por las cuatro ruedas

“Me gusta conducir”, admite Verónica Sánchez Fernández mientras ajusta todos los componentes de la cabina de su autobús. Ella es la primera mujer conductora en los 72 años de historia de la empresa Autobuses Hadú Almadraba que se encarga de los transportes en nuestra ciudad.
En el cambio de turno, habla con sus compañeros, se gastan bromas en un día para el que se le ha asignado la línea 5, cuyo trayecto finaliza en Benzú. “Es donde nos ponen a los conductores primerizos, sí que le tengo un cariño especial. Incluso la mayoría de los usuarios que cogen esta línea me han visto a mí desde chica, puesto que me gustaba mucho lo que es la pesca en Benzú. Le tengo un gran cariño a sus viajeros de esta línea”, confiesa. Y de niña también es cuando le vino la vocación por la conducción. Directamente de su padre, por el que volvió a Ceuta después de estar bastante tiempo fuera, en Almería. “Volví a Ceuta porque mi padre se puso enfermo y decidí volver para cuidarle. Una vez que mi padre ya estaba mejor, decidí echar el currículum para trabajar y quedarme en Ceuta. Y decidí hacerlo en la empresa de autobuses porque creo que tenía cualidades para conducir y desempeñar este puesto de trabajo. Y fue una sorpresa que me llamaran para realizar la entrevista y la prueba”. Un hito en la historia de los autobuses en Ceuta a la que ella resta importancia: “Ya con haber conducido un autobús me quedo tranquila”, contesta mientras sigue atenta al retrovisor para que nadie se le “cuele”.
El “ya era hora” es lo que más dijeron las personas que se topaban por primera vez con una conductora en uno de los vehículos de la empresa. Otros se “quedaban pendientes” de ver una mujer conduciendo, cosa que le impactó más, reconoce. No obstante, ella reivindica el 8 de marzo y, además, el que las mujeres están “igual de capacitadas” que un hombre para desempeñar el mismo puesto de trabajo. “Creo que deberíamos visibilizar también en ciertos casos que la mujer no cobra lo mismo que un hombre en el mismo puesto, y creo que eso habría que cambiarlo. Hay que darle también fuerza a las mujeres para que se formen y realicen los mismos trabajos que puede realizar cualquier hombre”.

Constancia, ánimo, sacrificio y empatía

Las cuatro protagonistas quisieron dar sus consejos a otras personas que quieran seguir sus pasos.
“Que luchen por lo que quieren. Ya sea oposición a la Policía Portuaria a cualquier otra oposición, o simplemente en los estudios. Hay que luchar, esforzarse y tener mucha constancia. Después del esfuerzo vienen los resultados”, apunta Verónica Márquez.
“A las profesionales que quieran avanzar en la carrera militar, les recomiendo sobre todo que se esfuercen y que con sacrificio y trabajo pueden llegar a alcanzar cualquier meta”, señala Paula.
“El consejo que les doy a las estudiantes de Medicina que quieren hacer la especialidad de Oncología es que tienen que saber de antemano que exige mucha atención, es una especialidad muy bonita, hay que tener muchísima paciencia y, lo más importante, muchísima empatía con los pacientes. Si se ven capaces y creen que tienen esas capacidades, es la mejor especialidad y reconforta a nivel personal muy grande”, dice Hanan.
“Lo primero es decir que ánimo. Que podemos desempeñar cualquier trabajo como cualquier persona tanto hombres como mujeres. Que se formen, que se saquen el carné de conducir, que se saquen el tacógrafo. Y que seguramente la empresa estará contenta de que se presente una mujer para poder desempeñar un trabajo como es el de conductora”, expresa Verónica Sánchez.

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