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Día Internacional de la Enfermería: enfermeras, cuidadoras por vocación

La de enfermera es una profesión dedicada a cuidar, sanar y dar consuelo. Exigentes premisas para un trabajo claramente vocacional. Una vocación que Ascensión Pedraz Derqui descubrió sin querer y que marcaría el resto de su vida en Ceuta: “Yo quería ser médico, pero no era muy buena estudiante, y, cuando se lo dije a mi padre, se echó a reír. Entonces, le espeté que haría Enfermería y, solo por demostrar que sería capaz, me matriculé en la carrera en Marqués de Valdecillas, en Santander. Fue la mejor decisión, porque echando la vista atrás, puedo estar segura de que no habría sido buen médico; lo mío es ser enfermera y ahora que estoy a punto de jubilarme puedo decir que la profesión me ha dado mucha felicidad, a pesar de los muchos momentos duros a los que nos enfrentamos”, señala.

Pedraz empezó su trayectoria en Santander, de donde es originaria. Pero, como ocurre con tantas familias arraigadas en la ciudad, llegó a Ceuta por ser el destino de su marido, que era militar, y en ella se quedó para siempre: “Al llegar a Ceuta lloré mucho, empecé como todos, con contratos en el ambulatorio José Lafont y trabajando en el hospital cuando aún era Insalud. Después ya me saqué la plaza y metí cabeza. He estado muy a gusto en mi trabajo, esta ciudad tiene algo especial y, después de más de treinta años, me siento caballa. Y es que como dice el refrán, uno no es de donde nace, sino de donde pace. Y vaya si es cierto; cuando me quedé viuda me marché para Santander y no aguanté, tuve que volver, porque este es mi sitio y aquí me quedaré”, indica.


Como la mayor parte de los sanitarios que han vivido el covid de cerca, subraya la pandemia como el episodio que más le ha marcado en sus muchos años de trabajo: “La quinta ola ha sido horrorosa y nos ha dejado tocadas en Ceuta, hemos llorado mucho y hemos sentido una impotencia muy grande al ver a la gente morirse, es algo imposible de contar; hay que vivirlo. Cuando empezó el coronavirus, yo estaba de baja laboral en casa y, al mes, me cogí el alta voluntaria. Recuerdo que iba con mucho miedo, pero una vez que te pones el traje te acostumbras y te olvidas, porque tienes que atender a gente que se está asfixiando, que está perdiendo la vida”, rememora.

Un covid en torno al que tiene tantas historias por contar como cicatrices le ha dejado en el corazón. De entre ellas, Ascensión recuerda una con especial cariño: “No se me olvidará en la vida un enfermo de poco mas de sesenta años llamado José Luis. El hombre estaba asustado y, continuamente, pedía que le midieran el oxígeno y, para calmarlo, le regalé el aparato. Me dijo: si salgo de esta te lo devuelvo, pero no pudo ser”, recuerda.

Para esta veterana, muy conocida en Ceuta, y que en julio dejará de ejercer la profesión por jubilación, Enfermería y empatía han de ir de la mano: “Los enfermeros somos como esponjas, absorbemos todo lo que ocurre en cada habitación, los sentimientos de cada paciente y, eso, nos pasa también factura emocional”.

Juventud y veteranía coinciden en que la pandemia es el episodio que más les ha marcado

En cuanto a cómo ha cambiado la profesión, señala que ahora se dedica más tiempo a estar delante del ordenador que con el enfermo y eso, incide, “no debería ser así”: “No tener ni cinco minutos para hablar con el paciente no me parece bien y, como ya me jubilo, lo digo abiertamente: las enfermeras tenemos una función emocional importante y no debe de dejarse de hacer. A un enfermo le vale más, muchas veces, verte entrar en la habitación con una sonrisa que la propia medicación que se le suministra”, recalca.

Una vida dedicada a la Enfermería que está a punto de clausurar, aunque la condición de enfermera no la podrá jubilar, porque forma ya parte de ella. Una profesional que a los 66 años se emociona al hablar de su trabajo, de sus compañeros y de los muchos pacientes que han pasado por sus manos en 36 años de profesión.


Laura Noguera Ortega tiene 26 años y forma parte de las nuevas generaciones de enfermeras de Ceuta. Algo, que, desde pequeña, tenía claro que quería ser: “Cuando mi madre estaba embarazada de mi hermana me disfrazaba de enfermera y jugaba a cuidarla, siempre supe que quería ser enfermera”, explica la joven.

Noguera es de Ceuta y estudió la carrera en la ciudad, siendo parte de los alumnos a los que el covid pilló entre los libros y las prácticas: “Cuando estaba cursando mi último año de carrera, llegó por sorpresa el covid y, cuando empezaron los casos yo estaba haciendo las prácticas en Urgencias y, una noche, vino un posible primer positivo. No teníamos más protección que unas mascarillas que acababan de llegar, fue un caos. Como era de esperar, al día siguiente, nos dijeron que se acababan las prácticas. Comenzó el confinamiento y nos vimos acabando los estudios con exámenes online”, relata.

A pesar de todo lo malo que trajo el coronavirus, también supuso un revulsivo para muchos enfermeros que, hasta ese momento, no encontraban salida laboral en España: “Pasamos de pensar que íbamos a terminar la carrera con una bolsa de trabajo que no se abría desde hace años y con la idea generalizada de irnos a Alemania, Noruega o Inglaterra a, de repente, que hubiera trabajo para todos, incluso para enfermeros sin terminar los estudios. Yo fue terminar y directamente comenzar a trabajar”, explica Noguera.

Un intensivo que le ha valido a esta ceutí para coger experiencia a marchas forzadas, teniendo vivencias que, explica, la han marcado para el resto de su vida: “Llevo muy poco tiempo en la Enfermería, pero tengo ya muchos recuerdos en torno a ella, momentos difíciles y otros esperanzadores que te dan lecciones vitales”, señala, coincidiendo con su veterana compañera en la dureza de la pandemia vista desde dentro.

Para la enfermera, la cara de miedo de los pacientes a los que se les acaba de decir que van a la UCI se le ha quedado grabada en el corazón, al igual que un joven de 35 años que falleció por covid: “El episodio más duro que he vivido fue con un joven de 35 años que estábamos tratando y de repente empezó a ponerse muy malo. Recuerdo que lloraba aterrorizado y me agarraba la mano nervioso. Se lo llevaron corriendo a la UCI y no pudo hablar con nadie ni despedirse. Yo terminé mi turno de guardia y me fui a casa. Al levantarme, abrí las noticias en el móvil y leí que había fallecido. Fue desgarrador, lo sentí mucho. Es algo a lo que nunca me acostumbraré”, relata.

Pedraz logró plaza en 1991, Noguera ni se plantea intentarlo sin tener puntos

Ahora que, afortunadamente, el covid parece haber perdido fuerza, Noguera no está trabajando, aunque está contenta, porque ya ha entrado en la bolsa y en breve empiezan las sustituciones de verano, por lo que “tiene la esperanza de que la llamen”. Asegura que, hoy en día, para tener estabilidad en su sector hay que irse a la privada, pero, señala, que las condiciones no son como en la sanidad pública y prefiere no entrar en ese ámbito: “La mayoría de la gente de mi edad combina pública y privada. Yo estoy de enfermera con mi madre en su clínica estética, prefiero eso a trabajar en condiciones que no son las adecuadas”, asegura.

En poco más de dos años en activo, ya le ha dado tiempo a tener que enfrentarse a la precariedad laboral que tienen que soportar muchos jóvenes para tener un empleo: “Fui a una entrevista en Piniers y, cuando me dijeron que me contratan, me matizaron que me quedaba sola para atender a más de 1.200 niños y me sacaron una carpeta con las fichas. Ahí lo vi claro, cogí la puerta y me fui”, narra.

Ascensión Pedraz logró plaza en 1991 en Ceuta, Laura Noguera ni se plantea el tema, primero tiene que sumar puntos porque, según explica, recién salida de la carrera no conseguiría un puesto fijo ni aún sacando un diez en el examen.

Ambas disfrutan con su profesión y coinciden en afirmar que, en Ceuta, se trabaja de una forma especial la Enfermería. Aplauden el compañerismo, la cercanía y familiaridad que se respira en cada centro sanitario de la ciudad. Algo, que no cambia con el relevo generacional y que se mantendrá mientras existan enfermeras de vocación como Ascensión y Laura a las que, el ayudar a las personas es lo que las hace ponerse la bata cada mañana para acudir a cuidar a quien lo necesite.

El 12 de mayo se celebra en todo el mundo el Día de la Enfermería en honor a la profesión

El 12 de mayo de cada año se celebra el Día Internacional de la Enfermería. Una fecha señalada en el calendario que tiene como finalidad rendir un merecido homenaje a todos los enfermeros y enfermeras que trabajan en todo el mundo ayudando a los demás cuando están enfermos o impedidos. Este día también sirve para rendir tributo a Florence Nightingale, que nació un 12 de mayo y que es considerada la fundadora de la enfermería moderna. El Consejo Internacional de Enfermería (CIE) conmemora cada año esta importante fecha. El tema elegido por el CIE para este año es ‘Enfermeras: una voz para liderar, Invertir en Enfermería y respetar los derechos para garantizar la Salud Global’, un lema que se enmarca en la necesidad de proteger, apoyar e invertir en la profesión de enfermería para fortalecer los sistemas de salud en todo el mundo.

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