Bajo el lema “Habilitar a la mujer campesina - Acabar con el hambre y la pobreza” celebramos, un año más el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Continuamos reivindicando la igualdad de género en todos los sentidos: salarial, laboral, familiar, política, etc. Es decir igualdad de oportunidades en todos los campos de la vida como ser humano.
Según la O.N.U. “La desigualdad entre géneros, el acceso limitado al crédito, la salud y la educación son las principales dificultades que afrontan las mujeres rurales. El 60% de las personas con hambre crónica son mujeres y niñas”
Es necesario que la mujer tenga un acceso más equitativo a los fertilizantes, semillas y herramientas necesarios, para trabajar en igualdad de condiciones, solo entonces la cantidad de personas hambrientas en el mundo se reduciría entre 100 y 150 millones. Resulta absurdo que con estos datos, todos los países no hagan más por equiparar las ayudas a ambos géneros y así reducir la hambruna.
Otros datos representativos de la desigualdad entre hombres y mujeres son los siguientes: el alumnado femenino universitario es del 54,1%, pero la representación femenina entre los catedráticos es tan solo del 16,8%. El 15,2% de las mujeres tienen un ingreso menor o igual al salario mínimo interprofesional. En la mayoría de los casos es la mujer la que tiene que abandonar el trabajo para cuidar a hijos y personas mayores.
La pensión media de la mujer es de 597,21€ mientras que la del hombre es de 971,92€. La crisis económica mundial, afecta más a la mujer, según las tasas de desempleo.
Los recortes sociales: sanidad, educación, dependencia, etc. Tienen repercusión en las políticas de igualdad y afectan, entre otras muchas cosa, al cierre de casas de acogida para víctimas de violencia de género.
La mujer y la infancia son los mayores afectados en los países con conflictos bélicos.
En este 8 de marzo nos comprometemos a seguir luchando por “ La Igualdad de Género” para seguir construyendo un mundo más justo e igualitario.