La categoría humana que tuvieron Pedro y Pablo es realmente impresionante. Los que fuero sus contemporáneos contarían, cada día, lo que se iba conociendo de su quehacer y se quedarían asombrados y, al mismo tiempo, su espíritu se llenaría de fervor y deseos de seguir junto a ellos y a su plan de vida. Cada noticia nueva que de ellos recibían tenía una especial relevancia para reorientar sus vidas o para afirmarla en quienes ya habían dado ese paso de completa adhesión. Hoy, en la Festividad de ambos Santos, tenemos la oportunidad de profundizar en sus vidas de entrega plena a la Verdad que habían conocido de forma tan directa y plena. Hoy, nosotros también somos unos privilegiados, porque podemos pensar en la nobleza humana de esas dos personas que supieron elegir, para sus vidas, un camino cuajado de dificultades.
También nuestras vidas están llenas de dificultades de todo tipo y, cada día, esperamos que se vayan dulcificando o, mejor aún, desapareciendo totalmente. Nuestra mente está puesta en la forma que actúan quienes tienen la responsabilidad de conducir a las naciones por los difíciles y enrevesados caminos de la Economía y hoy se ha recibido con satisfacción la noticia de que en Bruselas continuaron trabajando hasta las cinco de la madrugada y pudieron llegar a unos resultados que en principio proporcionan confianza y cierta seguridad. No debemos ser indiferentes ante esas noticias, aunque todavía no estén todo lo pulidas que deseamos. No es necesario que todos nos quedemos hasta las cinco de la mañana siguiendo los pasos de esos debates, pero hemos de dar las gracias a quienes cumplieron con su obligación.
Toda Europa está plenamente interesada en esa reunión que se celebra en Bruselas. Los intereses - o necesidades - de unos y de otros no son plenamente coincidentes, especialmente en el campo de la Economía, pero en el fondo todos necesitan una solución que permita a Europa no desmembrarse. De esos asuntos no entendemos todos porque son difíciles, complicados y, además, están algo lejos de las ocupaciones diarias de muchísima gente. Por eso es necesaria una gran fe en la labor que nuestros representantes están llevando a cabo en esas difíciles y complicadas reuniones. Ni se puede ser indiferente ni criticón por sistema; nuestro futuro se está configurando ahí y, por ello, no debemos vivir ajenos a lo que en Bruselas se está trabajando. La fe de Pedro y de Pablo es un ejemplo a seguir plenamente y siempre.
Pero, en fin, no todo ha de ser Economía, pues por muy importante que sea - que sin duda lo es - ello no quita para que también pensemos en la Copa de Europa. Pensamos todos en esa competición, tanto los que ya han sido eliminados como los dos finalistas: España e Italia. Ya están lanzadas las discusiones sobre la mejor alineación que a España le conviene, a la vista de la actuación del delantero centro italiano, Balotelli, en el partido de Italia y Alemania, que ésta selección perdió precisamente por los dos goles del italiano que, además. le gusta mostrarse como forzudo. Bueno, eso es, más o menos, el amasijo de nuestras vidas. En ellas hay de todo y a todo hay que prestar atención, procurando saber, a conciencia, lo que se hace y por qué se hace. Esta es la grandeza del ser humano, procurar ser justos en todo momento.
La indiferencia es sumamente dañina para el ser humano, lo mismo que lo es la falta de objetividad y de ilusiones buenas en la vida. ¿Hay ilusión mayor que la de ser una persona justa y amante de la verdad? Quienes tengan alguna duda que se fijen en las vidas de San Pedro y San Pablo. Se maravillarán.