Hoy, sin saber por qué, ha llegado a mis oídos una lánguida y musical poesía que me ha hecho palpitar el alma. Me ha parecido un precioso y luminoso poema que ha hecho pasar mi ayer a hoy; unos sublimes versos que procedían de un lugar que no es desconocido para mí, porque es la ciudad donde pasé mi niñez y parte de mi juventud.
-No fragües quimeras, ¿no será que has recordado que hoy es el día de Ceuta? -
Me pregunté.
-Sí, es posible que así sea, porque lo ceutí es etéreo. Supongo que un poeta árabe diría que Ceuta es un sueño, un sabio hindú la describiría como si fuera un vano de luz, un trovador judío definiría a Ceuta como algo intangible e incorpóreo, un juglar cristiano la compararía a una fuente de vida que nace en el Puente del Cristo y un ceutí ausente, como yo, diría que es un lugar pintoresco, melodioso, inefable, fuente de ilusión, escala luminosa de esperanza y templo de belleza.
Sí, Ceuta es etérea, porque de esta ciudad se dice que es novia del mar, cuya corona es el Hacho y la calle Real su collar.