Opinión

Día de Ceuta o Día de la Autonomía, tanto monta...

A estas alturas del tiempo, ya podemos decir que hemos entrado en una nueva época donde lo determinante es la simplificación de todo; una actitud que ha ido imponiéndose desde el ámbito de los tuiteros e invadiendo el de los medios de comunicación, y así se ha venido a demostrar lo fluido que resulta opinar sobre todo, sin tener que demostrar nada. Pero es lo que hay, y esta moda universal nos va alcanzado a todos. De modo que sobre política, cultura o sociedad, se pueden emitir opiniones exentas de toda justificación, sin que eso deteriore el mensaje, o así parezca que se da. Pero esto no es todo, sino que lo que parecían grandes temas ya no parecen tener interés, surgiendo en torno nuestro un panorama en el que todo se resuelve con tres o cuatro opiniones, sin mayor interés.

Viene al caso este comentario, porque en el desolado paisaje de la opinión pública los temas que despertaban pasiones y movían multitudes ya no se llevan, ni siquiera para conmemorar actitudes que generaron temores y se defendieron hasta la frustración, y de los que ahora ya nada se dice. Entre ellos, sin duda está, el asunto de la autonomía de nuestra ciudad, del que, por supuesto, no existe obligación para que los ciudadanos se pregunten qué ha sido de él, pero no estaría de más que algo se plantearan, porque atendido o no con la simplificación que se quiera, es indudable que planea sobre nuestro futuro como una de las condiciones que se requieren para que la crisis que padecemos pueda ser atendida desde las posiciones prioritarias de la ciudad.

“En todo caso tengo la sensación de que aquí parece que todo el pescado que hay se ha vendido, sin que por ninguna parte aparezca pescado por servir”

Pues bien, hubo un momento en el que en toda España se fueron instaurando fiestas regionales en el calendario oficial laboral, mediante las que se celebraban los vínculos entre la población de cada territorio en torno al poder que se había descentralizado. Así, conmemorando el Día de Andalucía el 28 de febrero, con carácter permanente, o incluidas en el propio Estatuto de Autonomía, como en Aragón, o fechas históricas, como el 2 de mayo en Madrid, o bien celebrando la aprobación del Estatuto de Autonomía, como es en muchas otras de ellas. Con estas celebraciones se abría una brecha en el superpoblado calendario religioso nacional, donde solo se celebraba el 6 de diciembre el día de la Constitución, cómo única fiesta de carácter laico que a todos nos abarcaba.

Elección de fecha: Con una historia tan compleja y entrecruzada con situaciones dominantes muy diversas, es difícil elegir una efemérides que a todos les sirva

En el caso de Ceuta la conmemoración se introduce en el día 2 de septiembre de 1415, recordando el acontecimiento que protagonizó la flota portuguesa, tras conquistar la ciudad y confiarla días más tarde al mando de Pedro de Meneses, como primer gobernador de la misma. Es una vinculación histórica que, sin duda, trata de introducir el carácter legendario y la fecunda historia del poder político que se estableció en la ciudad. Con una historia tan compleja y entrecruzada con situaciones dominantes muy diversas, es difícil elegir una efeméride que a todos les sirva. Pero lo más significativo de la celebración es desde luego su referencia al poder político, y de ahí se deduce el contenido y el carácter de la festividad. Todo ello muy vinculado a la institucionalización del poder, sin reparar demasiado en su carácter descentralizado, pues pocas referencias se producen en relación con la esencia de la propia ciudad. De manera que estamos ante una celebración que destaca las excelencias del poder para gobernar la ciudad, más que ante los méritos de una población para garantizarse que exista una buena política.

Si la celebración fuese para destacar nuestros valores esenciales como pueblo frente a las diferencias circunstanciales de las otras naciones que nos rodean, esa celebración tendría un sentido colectivo que a todos les competería, y salvo a díscolos discrepantes que siempre los habrá, su celebración colectiva aportaría una mayor cohesión en nuestra sociedad en lugar de un fraccionamiento social.

Pero ello tendría, a su vez, que verse contrastado con la duplicidad del poder que claramente se ha establecido en la ciudad. Siendo un espacio singular en este sentido, las circunstancias de una mayor centralización o descentralización del poder, o bien la coparticipación en su ejercicio debería destacarse y ser evaluada, cuestiones todas ellas que aportarían una reflexión sobre el ejercicio del poder, cuya mejoría si que es esencial para los ciudadanos.

¿Qué tenemos, vamos a ver, en ese sentido? A mi se me ocurre uno y principal: acentuar el ejercicio de un régimen que garantiza los derechos y libertades, donde todos sin excepciones somos ciudadanos, que disfrutamos de un régimen democrático y defendemos los derechos humanos. Conectamos de esta manera con la celebración que fue objeto de admiración en medio mundo, sobre el comportamiento humanitario que militares y civiles mostraron en Ceuta durante los sucesos de mayo de 2021, cuando miles de marroquíes y subsaharianos fueron lanzados ilegalmente a cruzar la frontera. Se hizo evidente que a un lado de la frontera existían ciudadanos y en el otro súbditos; las diferencias entre un régimen democrático y otro absolutista; las consecuencias de unos y otros valores, que conforman modelos de vida muy diferentes.

La política es la actividad social que permite que los seres humanos vivan juntos siendo diferentes. Es lo contrario a la violencia y está rodeada de controversia por las diferentes opciones que ofrece, según los distintos grupos humanos. ¿Dónde se refleja todo ello? En el ejercicio del poder. Sintámonos, por tanto, orgullosos y celebrémoslo cuando ese ejercicio aporta tan significativas diferencias. Las imágenes no dejaron dudas sobre ellas, dejando a cada parte retratada en la posición que defendió.

La segunda cuestión que considero merecedora de atención es que la celebración pueda conducirse también por el hecho de disponer de un poder susceptible de ser mejor descentralizado, con el que atender en preferibles condiciones los intereses específicos de la ciudad. En este sentido la festividad está vinculada a la autonomía y esta merecería que se le dedicara un tiempo, más o menos ponderado, para poder considerar las razones de su existencia, su perfeccionamiento y la necesidad que se precisa para que ese poder sea reorientado en aras de un mejor desarrollo de nuestra ciudad.

Es una extraña sensación, saber que habiendo posibilidades, necesidades y motivos para hacer un balance sobre lo efectuado en materia autonómica, no se haga

No sé si mañana 2 de septiembre se hablará más o menos de ella, sea para bien o para mal, pero con la intención de explicar y comprender mejor el mundo político en el que habitamos, pero sí sé que desde la perspectiva de este desmesuradamente caluroso verano lo único que se ve es un desolado panorama. Tenemos herramientas para auditar lo que hemos venido haciendo y lo que no hicimos, pero no las utilizamos; tenemos necesidad de reflexionar sobre lo que se podría haber abordado y no se decidió; tenemos un cúmulo de preguntas sobre el ejercicio del poder, sobre cómo lo hemos aprovechado, tantas que quienes lo han ejercido y lo ejercen deberían ser los primeros interesados en hacerlo.

En todo caso tengo la sensación de que aquí parece que todo el pescado que hay se ha vendido, sin que por ninguna parte aparezca pescado por servir. Es una extraña sensación, saber que habiendo posibilidades, necesidades y motivos para hacer un balance sobre lo efectuado en materia autonómica, no se haga, y que se deje pasar la oportunidad de cuestionar realmente la adecuación de Ceuta a la organización territorial del Estado, después de tan largo periodo de ejercicio y desarrollo. Es posible que todo esto se considere inservible por quien dispone de una varita mágica, que a nadie interese una reflexión serena y equilibrada sobre si existen o no mejores posibilidades. Puedo incluso llegar a considerarlo. ¿Por qué hay que alarmar? ¿Por qué es necesario movilizar a nadie? Todo parece estar bien como está.

Como pueden ver, esta es una reflexión circular, donde termino enlazando con la primera consideración sobre la cultura de la simplificación. Pero ese no es el final, aunque pueda parecerlo. Porque además de esta corriente cultural hay otras muchas personas que trabajan con seriedad y de muy distinta manera, gente magnifica que están produciendo en otras direcciones, sintiéndose implicados con la realidad y, mientras ellos existan, habrá esperanza.

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