La premisa para acabar
con el coronavirus es clara: mantener las calles vacías y limpias. El estado de alarma ha hecho
que cale el ‘quédate en casa’ mientras que otro de los frentes que se libran en esta extraña guerra es el de la limpieza. El virus puede mantenerse más o menos tiempo en las superficies. Por eso, la labor de los operarios que salen cada día a recorrer toda Ceuta es fundamental. Durante las 24 horas de estos 25 días que se cumplen de confinamiento, trabajadores de Tragsa, Trace, Obimace y las Brigadas Verdes se pertrechan con sus uniformes fosforitos, se atan sus mascarillas, se ponen sus guantes y cogen sus equipos con líquido desinfectante para repasar cada esquina o rincón. Incluso puertas de casas bajas como las de la barriada de Poblado Regulares.
Solos o en equipos de dos o tres personas van rociando paredes, suelos y cualquier elemento del mobiliario urbano que se encuentran a su paso. El resultado es que las aceras y las calzadas están mojadas la mayor parte del tiempo. Se desconoce cuántos litros de desinfectante se habrán gastado ya desde que comenzase el estado de alarma, pero el empeño que le ponen al trabajo los operarios de la limpieza de la ciudad es un buen ejemplo para seguir a título individual también dentro de las casas.
El afán de los trabajadores que hacen a pie su recorrido se demuestra en cada jornada: el gesto de accionar la manivela para rociar el líquido es constante. También están aquellos que conducen los camiones equipados en la parte delantera con sistemas parecidos a aspersores con los que cubren toda la calzada. Todo un ejército de limpieza movilizado para mantener nuestra ciudad libre del virus.
Un trabajo que también supone riesgos de exposición a la pandemia. Son otros héroes invisibles, sumados a los sanitarios y las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, que se encargan de que este confinamiento quede como un mal recuerdo para cuando toque el momento de salir de nuevo a la calle.