La Ciudad hizo balance ayer de la lucha contra el fraude siguiendo así una pauta marcada desde que en 2012 se puso en marcha una comisión que, en resumen, trataba de poner orden y control en donde antes había existido dejación. Se nos habla de más de 4.000 bajas en el padrón, pero nada se nos dice de las personas que pasan a convertirse en invisibles sin derechos pero permanentes.
Si jugamos a las estadísticas, tendremos el trabajo hecho: se ha conseguido desempadronar a más de 4.000 personas. Vale. ¿Pero dónde están? Porque seguir, siguen. Y las mismas necesidades que antes se cubrían con ayudas sociales, ahora necesitan otra fuente de la que beber. Sin empadronamiento se pierden derechos, se elimina determinada escolarización, pero no hacemos más que crear bolsas de pobreza descontroladas mientras que los que viven económicamente de ese fraude siguen lucrándose. Detrás de esos desempadronamientos, hay personas que siguen habitando viviendas tipo garaje, sin las mínimas condiciones higiénicas, ocultas, chantajeadas para abonar un dinero que nadie pagaría por ese alquiler fraudulento y arrojadas a un limbo que una ciudad que vende lo que vende de cara a la galería no puede permitir.
Del paradero de esos desempadronados nada se nos dijo ayer. Tampoco de la cantidad de pisos que son alquilados para servir de ‘camas calientes’ pero que en el fondo son también pisos patera. Viviendas alquiladas por un número de funcionarios con distintos turnos de trabajo que solo las utilizan para dormir pero cuya ocupación también sirve para un registro igual de perseguible que el que ayer difundía la consejera de Gobernación. No hablemos de pabellones y viviendas de protección oficial arrendadas de aquella manera u ocupados para que varias personas aparezcan como registrados sin vivir allí. Eso también supone un fraude y, hasta el momento, la Ciudad no ha hecho público un balance que se detenga en estos ejemplos concretos.
Podemos creer que hay igualdad en las fórmulas que se aplican, podemos dar un voto de confianza a la labor de control y detección que se está llevando a cabo. Lo haremos si, de igual manera que ayer se dieron datos para diferenciar extranjeros de nacionales, mañana nos ofrecen la estadística de actuaciones en pabellones, viviendas protegidas o pisos usados a modo de ‘camas calientes’ que también deberían haber pasado por la lupa.