Categorías: Tribunales y justicia

Detenidos siete subsaharianos en el Hacho al enfrentarse a la Guardia Civil

Ya lo habían advertido los trabajadores de la planta: “Estos inmigrantes no son como los de antes, suben aquí para entrar como sea en los camiones y no podemos pararlos. Te chulean”.

Y eso es lo que pasó en la mañana de ayer, que los trabajadores de la planta de residuos del Hacho nada podían hacer para instar a un grupo de inmigrantes a que marcharan del recinto y cesaran en su intento de meterse en los contenedores de basura. ¿Solución? La de otras ocasiones: avisar a la Benemérita. Lo que no sabían es que el Instituto Armado se iba a topar con un obstáculo inesperado, el de siete subsaharianos que, lejos de obedecer las órdenes de las patrullas, se enfrentaron a ellos arrojándoles basura y piedras para evitar su detención.
No lo lograron y al final resultaron detenidos y trasladados a los calabozos acusados de un atentado contra la autoridad. Lo de ayer no sorprende a la Guardia Civil, ya que hace unos semanas uno de sus miembros resultó lesionado en una mano al toparse con otro inmigrante que no atendía las órdenes y que persistía en su intento de colarse en los contenedores de basura.
El altercado de ayer prefieren ponerlo ‘en cuarentena’ ya que, recalcan los agentes, “no es la forma más común que tienen de actuar”. Así es, pero la desesperación por alcanzar la península transforma los comportamientos en apariencia más tranquilos en otros que rozan lo delincuencial. ¿Por qué se comportan así los subsaharianos? Tienen modelos que seguir: los de aquellos compatriotas que han conseguido fugarse del CETI por esta vía, y eso les hace convertir sus intentos en unacto a la desesperada contra quien sea.
Que existen fugas en el CETI es una realidad. Y es una realidad que se puede cuantificar, aportando incluso sorpresas, como ésta: el pasado año las cifras de salidas ‘clandestinas’ duplicaron a las que tuvieron lugar de manera programada.  Según las estimaciones policiales, más de 240 subsaharianos ‘desaparecieron’ del CETI, es decir, lo abandonaron un buen día y de ellos nada más se supo. Bueno sí, se supo que se encontraban en la península porque ellos mismos se encargaron de avisar telefónicamente a sus compatriotas del campamento indicándoles la buena nueva. En cambio, mediante salidas programadas a través de los acuerdos que mantiene la dirección del centro con oenegés, salieron poco más de cien inmigrantes.
Hay un dato curioso, en el grupo de las llamadas fugas se incluyen subsaharianos que llevaban poco tiempo en Ceuta, sobre todo cameruneses y guineanos. En su gran mayoría varones que se toparon con una realidad migratoria bien distinta a las que difundían las mafias, ya que llegaron engañados pensando que iban a abandonar la ciudad a los pocos meses y cuando entraron en el CETI encontraron a  grupos que llevaban dos e incluso casi tres años esperando una salida.
Esta situación de bloqueo unida al incremento notorio de las entradas por vía marítima ha provocado que se hayan disparado las fugas no controladas de manera oficial hasta el punto de que las hayan duplicado.
La ocultación en los bajos de los camiones unida al hallazgo de una vía de pase en los camiones de basura ha disparado estas cifras hasta el punto de que ha habido meses en los que se han registrado más de una treintena de bajas. Las muertes de dos compañeros no han frenado que siga habiendo una presión por ambas válvulas de escape. Entre los que protagonizaron estas salidas oficiosas se encuentra la mayor parte de los cameruneses que protagonizaron las revueltas del pasado mes de agosto. Entre ellos el mismísimo general que llamó por teléfono a su ataño ‘ejército’ para informarles de que había llegado a Torremolinos oculto en un camión, entre basuras.
Pero hay más datos curiosos. Por ejemplo la ausencia de mujeres en avanzado estado de gestación que han tenido que conseguir la salida ocultas en cabinas de vehículos o en dobles fondos preparados de manera profesional. Se sospecha que en las salidas descontroladas de subsaharianos ha podido existir apoyos y que de hecho pueden seguir operativos, pero de momento estas suspicacias no se han traducido en operación policial concreta.

La presión sobre la planta del Hacho, la causa del incremento de escapadas

La presión en torno a la planta de residuos del Hacho es una constante. Lo es desde el pasado agosto, cuando los subsaharianos que protagonizaban el compacto grupo de cameruneses comenzó a acercarse a la planta en busca de un hueco en un camión. Por aquel entonces las marchas de subsaharianos habían pasado desapercibidas para la Policía, hasta que se dio con la tecla: se estaba gestando un auténtico ‘acoso’ sobre la zona que gestiona y explota la empresa de Urbaser. Aquellas primeras publicaciones de ‘El Faro’, que mostraban incluso los campamentos organizados en el Monte con vistas a la misma planta, dieron lugar a las intervenciones primero de la Policía Nacional y después, algo más constantes, de la Benemérita.
A pesar de ello no hay freno posible ante una presión constante que es causa directa del incremento de las salidas ‘oficiosas’ de inmigrantes hacia la península.
Es el juego del gato y el ratón: mientras los empresarios de la planta buscan la forma de articular vetos contra las entradas de los sin papeles, éstos idean fórmulas para burlarlos. Primero fueron los controles sobre los contenedores. Después llegaron las concertinas y vallas elevadas que terminaban el muro que se construyó cerrando la planta. Y ahora se colocan los contenedores en la parte que da a la ladera de la Sirena buscando cerrar los únicos huecos posibles para evitar la entrada. Imposible. Los inmigrantes no sólo siguen entrando en la planta sino que además terminan enfrentándose no sólo a los empleados de Urbaser sino también a la propia Guardia Civil. ¿Por qué lo hacen? Porque todas las semanas hay quien lo consigue. Y eso lo saben bien en la planta de residuos del Hacho, puesto que hasta allí llegan las informaciones y los partes sobre quienes han conseguido llegar al otro lado, apareciendo en la planta de Los Barrios. La semana pasada lo logró una pareja y ayer se detectaron al menos 15 intentos, todos protagonizados por residentes del CETI y mayoritariamente varones.

La media, en 15

Lo dicen los trabajadores, a diario una media de 15 subsaharianos intenta colarse en los camiones. Y a diario son los mismos rostros los que se encuentran en la planta, ya que los subsaharianos que no han conseguido marchar a la península lo vuelven a intentar hasta conseguirlo. Como hay precedentes de salidas exitosas las escenas son diarias y así la planta ha pasado a tener la imagen actual, rodeada por un muro con una concertina y valla superior.

 

Año 2010. Salen del CETI algo más de cien inmigrantes en salidas programadas por la dirección. Sobre todo de aquellos que llevan más años en el campamento.
Año 2010. Salen más de 240 subsaharianos por las llamadas vías oficiosas, es decir, sin control, escondidos bajo camiones o dentro de contenedores de basura.

 

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