El paso del Tarajal es también el filtro delictivo usado por algunas personas para colar estupefacientes.
El saber que un registro completo a cada uno de los que entra en Ceuta resulta imposible, termina siendo la mejor arma para las pequeñas redes dedicadas al tráfico de hachís. Redes que usan a terceras personas para cruzar con pequeñas o grandes cantidades, a bordo de vehículos, dentro del organismo o adosadas al cuerpo. El pasado fin de semana la Guardia Civil detuvo a un marroquí, con residencia y permiso de trabajo en España, cuando cruzaba la frontera a pie con poco más de un kilo y medio de hachís. Se trata del llamado B.K, de 42 años, que portaba un total de 160 cápsulas adosadas al cuerpo. De esta guisa fue sorprendido por agentes de control en el paso fronterizo, quienes procedieron a la detención del hombre y al decomiso del hachís. Esta intervención, más llamativa por el lugar en donde se produce el decomiso (mucho más complicado que el puerto dado que los agentes no tienen siquiera espacio para practicar registros al detalle de vehículos ni tampoco controlar como se debe a todos los peatones ante el riesgo de provocar colapsos) se suma a otras llevadas a cabo en el puerto, que se añaden a los servicios saldados con pequeños decomisos. Así fue el caso de un ceutí llamado B.A.M., de 52 años, al que se le detuvo con tres kilos y medio de hachís, valorados en 5.500 euros, que ocultaba en el interior de un habitáculo practicado en su coche. También se procedió al arresto de dos marroquíes con permiso de trabajo y residencia en España, llamados Z.Z, de 53 años y Y.K., de 32, cuando intentaban embarcar en el ferry con destino a Algeciras en su vehículo con dos kilos y medio de hachís valorados en 4.000 euros. En otras intervenciones se intervinieron 2.100 gramos de hachís valorados en 3.400 euros que portaba adosado al cuerpo el llamado C.G.V., quien, al igual que el resto de detenidos, ha sido acusado de un delito contra la salud pública y puesto a disposición judicial.