Desde el ojo del puente

El deseo del personal de dar una escapada, pudo más que la adversidad climatológica. La historia de siempre. Con puentes como éste, Ceuta se despuebla. Es un éxodo masivo. Como contrapartida aquí no viene casi nadie si no es de fugaz paso hacia Marruecos. Denunciaba Caballas, que no existimos como destino turístico, que Ceuta sigue siendo la gran desconocida. Que mientras cualquier otra región organiza campañas publicitarias integrales en medios nacionales, el Gobierno local se dedica a vendernos a los propios ceutíes las excelencias turísticas. En cierto modo sí, pero para qué invertir en fuertes campañas publicitarias en tanto persistan los prohibitivos precios de las navieras. Imposible. Es la eterna historia de la pescadilla que se muerde la cola.
Vuelven también los de Aróstegui y Alí a la vieja quimera de la naviera municipal con billetes a diez euros, ida y vuelta. Pura utopía como otras que, con tufo electoral, venimos oyendo de una coalición que sabe que no va a gobernar la ciudad. Tal naviera resultaría una auténtica ruina para las arcas locales, no digamos en tiempos de crisis como los actuales y aún más con esos precios. Vamos que, con tales tarifas, el viaje a Ceuta vendría a costar algo menos de la mitad de lo que vale un billete del Portillo desde la propia Algeciras hasta la Costa del Sol.
Turísticamente esa Semana Mayor nada de nada como decíamos. No será la última, desgraciadamente. Y aguas mil. Converso con algunos cofrades y prácticamente todos coinciden en lo mismo. Este año se ha visto menos gente por las calles. La razón puede estar en la inexistencia de la Semana Blanca docente. Bastantes familias solían aprovechar esos días para salir de la ciudad tras permanecer en ella hasta el Jueves o el mismo Vienes Santo. Ahora parece ser que la tendencia de este año podría repetirse en el futuro a la vista del próximo Calendario Escolar.
Calendario que por lo visto y oído parece que no variará el próximo curso. Las directrices emanadas desde la sede central de Educación dejan claro que no podrán unirse días de libre disposición a los periodos vacacionales con lo que tampoco cabría tal mal llamada Semana Blanca. Mi larga experiencia personal como docente me ha hecho pensar siempre lo mismo. Pedagógicamente son demasiados días no lectivos acumulados a las puertas de la recta final del curso. Y tales días de libres disposición, creo, encajan mejor de forma aislada especialmente si se colocan estratégicamente en el calendario. Los descansos así repartidos son un bálsamo para sobrellevar el peso del curso académico.
Apoteosis artística en el Auditórium del Rebellín. Como se presumía, la representación de El Lago de los Cisnes fue de auténtico lujo. Un espectáculo para el que sólo cabía tal marco privilegiado. La representación, pese a su duración, se hizo corta. El viernes, el público, entusiasmado, se resistía a abandonar sus butacas, aplaudiendo con énfasis durante más de cinco minutos, incluso después de caer el telón definitivamente. No estábamos acostumbrados a tal gala escénica de primerísima fila. Para buscar precedentes tendríamos que remontarnos, medio siglo atrás, a los inolvidables Festivales de España de San Amaro. Por cierto, bastantes personas se quedaron sin entradas. Es una pena que con tanto espacio exterior el Auditorio se haya quedado sólo con esas 615 plazas. Y volverá a suceder, porque los ceutíes estamos encantados con los programas y tan extraordinario marco.
Unos se fueron de puente laboral festivo y hubo quien lo tomó indefinidamente. Es el caso de mi gran amigo Antonio de la Rubia, director, hasta el viernes, de la central de Caja Madrid. La futura Bankia, como otras tantas entidades bancarias, quiere directores jóvenes. “Para quemarlos”, laboralmente hablando, me apunta alguien en la oficina. No ha sido el caso del incombustible Antonio, quien, a sus 58 años y en plenitud de facultades, se ha visto obligado a decir adiós  a su querida Caja de toda la vida. Fue especialmente duro su particular viernes de pasión.  “Mira mi despacho ya completamente desalojado, se me viene encima. No puedo evitar las lágrimas”, me confesaba emocionado.
Veintiún años ininterrumpidos al frente de una dirección bancaria hoy en día es todo un récord. Y un orgullo. Cuando abandono la oficina y miro en derredor me pregunto, ¿qué nos queda ya de aquel entusiasta equipo humano de la que fue nuestra inolvidable Caja Ceuta? La marcha de De la Rubia deja un gran vacío en la entidad sucesora. Ahora, Antonio, a disfrutar de la vida. Te lo has merecido.