El hombre sospecha que la familia de esta marroquí, que obtuvo la nacionalidad, repatrió el cuerpo al país vecino sin su autorización. Su mujer falleció el pasado 9 de enero por un cáncer de pulmón que la terminó de devorar en el Hospital Universitario del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, Ingesa, tras un tiempo ingresada. A la tristeza por perder a su esposa después de alrededor de 20 años de relación, se une el conflicto familiar que mantiene con los parientes de ella, una marroquí que obtuvo la nacionalidad española hace unos 12 años. José Luis Cepero, gaditano afincado actualmente en Tamil Nadu (lIndia) sospecha que los parientes de Naima Laaroussi El Kati Benabdellah repatriaron sus restos mortales a Tánger.
Este ciudadano español lamentó que nadie solicitó su autorización para trasladar el cuerpo al reino alauí y, sobre todo, que lo hicieran con la documentación marroquí, según el certificado de defunción sellado por el Colegio Oficial de Médicos de Ceuta, cuando ella disponía de DNI español, carné aportado por Cepero además de estar “empadronada en Ceuta”.
“Si no la han registrado o está registrada como marroquí, debe figurar en el ordenador de la Policía como que está viva”, sostiene este súbdito español, quien se declara bastante afectado al no saber “ni dónde está enterrada” por una situación que tachó de “irregularidad de la Administración”.
Los servicios funerarios de la ciudad autónoma comunicaron que, generalmente, el familiar que se persona para responder por el cadáver es quien firma como declarante en el Registro Civil, proporcionando la documentación del difunto, y se hace responsable económicamente del transporte al país vecino.
Anualmente, estima la Policía Mortuoria, un total de quince cadáveres atraviesan la frontera en ambos sentidos. Ignacio de Rus, responsable de Sanidad Exterior en Ceuta, departamento del cual depende esta función, señaló que la documentación requerida para estas repatriaciones consta de la solicitud de sepultura en Marruecos; el embalsamamiento del cuerpo; el certificado de defunción y que el féretro reúna las características exigidas por la legislación en materia fronteriza, como puede ser el sellado especial del ataúd. Desde este departamento insistieron en que la repatriación es un proceso caro.
Paralelamente, Cepero atraviesa una situación personal complicada que empeora por la mala relación con la familia de su mujer, a quienes acusa de hacerle la “vida imposible” y no ocuparse de Laaroussi El Kati Benabdellah pese al cáncer que sufría. Asegura que esos parientes le han arrebatado todos sus bienes mientras que él está en la India, incluido un piso que tenían en Tánger y que, teme, hayan cambiado su titularidad para que él pierda cualquier derecho sobre el mismo. “También se han quedado con el ajuar de mi mujer, donde están todos nuestros recuerdos y el cual me pertenece”, se quejó Cepero, quien considera que entrar en el “laberinto de la Administración marroquí” para recuperarlo va a resultar “muy caro”. Este ciudadano español hace un llamamiento para que le ayuden a conocer qué ocurrió.
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