El estado de alarma provoca multitud de consecuencias, pero no todas son malas. Por ejemplo, la obligación de quedarse en casa se traduce en una mejor calidad del aire y, como consecuencia, un descenso en los niveles de contaminación atmosférica. En este caso, los de dióxido de nitrógeno (NO2) han bajado de manera notable en las imágenes tomadas por el sistema Copérnico de la Agencia Espacial Europea, que se encarga de medir los efectos del cambio climático en Europa, e interpretadas por el Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos.
En marzo de 2019, la zona del Estrecho presentaba una bruma intensa de color rosado (con valores de unos 20 miligramos por milímetro cúbico [mg/m2]) que pasaba a tener un color rojo oscuro (niveles cercanos, iguales o superiores a 160 mg/m2). El cambio más notable, entre el 13 de marzo y el 13 de abril, es que esos tonos oscuros desaparecen de la zona del Estrecho, y prevalecían en los puertos de Algeciras, Tánger y Ceuta.
Otro dato revelador son las estelas de contaminación que dibujan las rutas marítimas más habituales. Si bien se aprecia dicho descenso generalizado del tráfico marítimo, queda presente en las imágenes de los satélites cómo es uno de los itinerarios más recurridos por el transporte marítimo.
El dióxido de nitrógeno se produce a partir de plantas de energía, vehículos y otras instalaciones industriales, y puede tener un impacto significativo en la salud humana, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar problemas respiratorios.
Las concentraciones de dióxido de nitrógeno en la atmósfera varían ampliamente día a día debido a las fluctuaciones de las emisiones, así como a las variaciones en las condiciones climáticas.
Esta variabilidad inducida por el clima prueba la dificultad para sacar conclusiones basadas solo en mediciones diarias o semanales, por lo que es necesario analizar los datos durante un periodo de tiempo sustancial para resolver cualquier anomalía.
Por tanto, que desciendan los niveles de NO2 favorece también que disminuyan las probabilidades de sufrir problemas respiratorios, ya que este tipo de contaminación es la culpable del aumento de la incidencia de enfermedades como asma o EPOC, entre un gran abanico de otras patologías. Con este dato sobre la mesa, la buena señal es que la calidad del aire no potenciaría en exceso el riesgo de sufrir de manera más fuerte los efectos de un posible contagio por coronavirus.
Por eso, según indica Henk Eskes, del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI), "hay variaciones considerables del clima en cada país de un día para otro, lo que crea un gran impacto en la dispersión de dióxido de nitrógeno".
"Promediar datos durante periodos de tiempo más largos nos permite ver cambios más claros en las concentraciones debido a la actividad humana. Por esta razón, los mapas muestran concentraciones durante un periodo mensual y tienen una incertidumbre del 15% que refleja la variabilidad climática que no se tiene en cuenta en los promedios mensuales utilizados", aclara.
Según el análisis, Madrid, Milán y Roma registraron disminuciones de alrededor del 45%, mientras que París experimentó una drástica caída del 54%, coincidiendo con las estrictas medidas de cuarentena implementadas en toda Europa.
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