Siempre me ha preocupado la historia de nuestro siglo XIX como paradigma de lo que a lo largo del tiempo está siendo la Historia de nuestra nación después de la época gloriosa de los Austrias mayores, ascensos extraordinarios y descensos del mismo corte, sin llegar a largas etapas de estabilidad que permitieran el proceso de progreso que ensanchase las raíces conducentes a periodos sin sobresaltos, en vez de continuos cambios de régimen, que nos han obligado a soportar monarquías, repúblicas, dictaduras con sus diversas variantes dentro de cada uno de ellos, y como reclamo obligatorio guerras y más guerras civiles. Ya dentro del XIX, el periodo surgido de la cabeza de Cánovas del Castillo, que el anarquismo intenta troncarlo con su vil asesinato, es el más estable después de haber logrado con mucha dificultad, tras el descalabro y ruina de la I República , la vuelta de Alfonso XII sin ningún merecimiento, salvo el interés único de supervivencia de la Nación. La Restauración de Cánovas nos demuestra que surgido un periodo de estabilidad , este hay que preservarlo como oro en paño y que no se pueden realizar experimentos por aprendices de brujo, respetando y defendiendo celosamente lo conseguido.
De Francia e Inglaterra siempre han llegado gran parte de nuestros males al no haber podido asimilar esas naciones, ni antes ni ahora, la creación del gran imperio español iniciado en el siglo XV y que duró trescientos años, de ahí también la inmensidad de las patrañas de la leyenda negra (para que no lo olvidemos nunca, la principal plaza de Londres se llama “Trafalgar Square” y en Paris una de las principales plazas es la del Trocadero). A comienzos del XIX la ola revolucionaria republicana procedente de Francia, que ya en 1793 había guillotinado a Luís XVI y consecuentemente la ruptura transitoria de la familia Borbón a un lado y otro de los pirineos y la necesidad de Napoleón de tener en sus manos la flota española para hacer frente al inglés, van a condicionar la política española de buena parte de nuestro siglo XIX. Las derrotas navales ante los ingleses en las batallas del Cabo de San Vicente y Trafalgar (23 de Octubre de 1805) , ahora acompañados de la flota francesa, tan mal dirigidas como las españolas , la posterior Guerra de la Independencia y la invasión por los Cien mil hijos de San Luis, esta vez contra los franceses, enturbian nuestro primer tercio de siglo.
El rey cazador, Carlos IV, su prima y mujer la reina más fea jamás hallada María Luisa de Parma, el gran favorito de la reina Manuel Godoy, y Fernando VII , que odiaba a su padre, a su madre y a Godoy, amante de su madre, forman la cuadriga dirigente sucesivamente, de hecho o de derecho, hasta la muerte de este último en 1833 coincidiendo con el fin de la llamada década ominosa (1823-1833).Al comienzo del siglo, Carlos ya lleva reinando doce años (desde 1788) y está aterrorizado por la sanguinaria Revolución francesa y por lo ocurrido a su familia, lo que le lleva a hacer lo posible para que las ideas revolucionarias no puedan penetrar en España, llevando al país a cierto aislacionismos intelectual, político y diplomático al cerrar las Cortes, anular los Pactos de Familia e incrementar la vigilancia en las fronteras. Pero comete el error de declarar la guerra a Francia para no dejar impune el castigo infligido a su primo Luis XVI, sin embargo los revolucionarios franceses envalentonados con sus nuevos aires republicanos son más duros de batir y después de invadir España por los dos lados de los Pirineos, hubo que rendirse y formar una alianza con los franceses y un frente contra Inglaterra. Mal comienzo de siglo.
La llegada de franceses camino de Portugal, para oponerse a la hegemonía británica, la posibilidad del destronamiento de Carlos IV por su hijo y finalmente el motín de Aranjuez contra Godoy originaron la abdicación en favor de Fernando, la recuperación de la corona por la ayuda de Napoleón a favor de Carlos que inmediatamente la cedió a Napoleón y el nombramiento de su hermano José como rey de España ,José I. Más barbaridades en menos tiempo es difícil conseguir, conclusión: la Guerra de la Independencia, quedando Fernando preso en el castillo francés de Valençay y su padre, ya no rey, residiendo en Francia en el palacio de Compiègne.
La guerra de la Independencia acaba en 1814 por la valentía del pueblo español en su lucha de guerrillas y por el invierno ruso, que obliga al temerario Napoleón a detraer tropas francesas que luchaban en España para ayudar a vencer al ruso, lo que no logra gracias también a que la madre Rusia les gratificó con un duro invierno, es el comienzo de la caída de Napoleón. De nuevo el maldito Fernando VII vuelto a España y habiendo jurado la primera Constitución española , la célebre Pepa de 1812 de corte más liberal, España gozaría solamente de tres años de gobierno liberal, hasta que el rey felón se arrepiente al ver que esa Constitución le arrebata los poderes que como rey absolutista anhela. Y de nuevo apela a los franceses que han restaurado la Monarquía en su primo Luis XVIII, expulsado a Napoleón y vueltos a las ideas absolutistas anteriores a la revolución, de nuevo invaden España en 1823, son los llamados Cien mil hijos de San Luis. Otra guerra contra la invasión francesa que acaba en derrota. Fernando , el rey sin escrúpulos y el más indigno de los Borbones ,vuelve a suspender la Constitución que había jurado y declara nulos todos los actos del trienio liberal(1820-1823) . La vuelta al modelo anterior a la guerra de la independencia marcará hasta su fallecimiento la denominada Década Ominosa, en la que instauró un estado policiaco contra los liberales a lo que se unió una gran recesión económica.
El siguiente periodo de este siglo XIX se ocupa de la decadencia, ya acentuada en el periodo anterior, y la desaparición transitoria de los Borbones. En este periodo se incardinan las tres guerras civiles ocasionadas por los carlistas que ocasionarían unos trescientos mil muertos. Comienza con la regencia de la reina madre, María Cristina, ya que Isabel, la hija primogénita de Fernando VII y heredera del trono, solo tenía tres años a la muerte de su padre, y abarca hasta el final de la I República. María Cristina inicia su regencia nombrando jefe de su gobierno al liberal moderado Martínez de la Rosa que no supo evitar la primera y más cruenta de las guerras carlistas (seis años) finalizada con el abrazo de Maroto y Espartero en Vergara (1839). La viuda regente, enamorada de un capitán de su escolta, Fernando Muñoz se casa con él en secreto con el que tiene ocho hijos, y finalmente renuncia a la regencia en 1841, siendo posteriormente acusada por O’donell de saquear el tesoro real. Le sustituye en la regencia el General Espartero(1841-1843) hasta que subió al trono como reina Isabel II con trece años casándose a los dieciséis con su primo Francisco de Asís de Borbón en 1846 (“doña Paquita”). Durante la década moderada (1844-1854) así llamada por ser gobernada por los moderados, estalla la segunda guerra carlista (1846-1849) por el deseo de casar a Isabel con Carlos Luis de Borbón y el rechazo de Isabel. Su promiscuidad la llevó al fornicio continuo, teniendo once hijos , entre ellos el futuro Alfonso XII, al parecer hijo del teniente de Ingenieros Enrique Puigmoltó. Los jefes de gobierno se alternaron entre pronunciamientos y dictaduras , así gobernaron Prim, Espartero, O`donnell, Narváez , Serrano. El crecimiento económico de mitad de siglo hizo que Isabel prescindiera de los elementos progresistas que se agruparon en torno a Prim y Serrano. El pronunciamiento de una parte del ejército finalizó en la Revolución Gloriosa de 1868, el pueblo se echó a la calle al grito de “Abajo la Isabelona, fondona y golfona”. Isabel, que estaba veraneando en San Sebastián, tuvo que recorrer poca distancia para recluirse en Francia en el palacio de Castilla en París, donde muere en 1904.El gobierno en manos de Serrano y para que los militares pudieran seguir ejerciendo el poder, se buscó un títere a modo de monarca constitucional y Prim, poco antes de ser asesinado, encontró a un italiano, Amadeo I de Saboya, que reinó poco más de dos años (1870-1873) sin entender la complicada política española (“siamo una gabbia de pazzi, esto es una jaula de locos) que se marchó por donde había venido. Se proclama entonces la I República el 11 de Febrero de 1873. Para que nada falte otra guerra carlista se produce en esos años, además de la independentista de Cuba. La república apenas existió, con el poder en manos de generales y los políticos cuando no huidos, más separados que nunca, apenas duró seis meses aunque teóricamente hasta Diciembre de 1874.
El último periodo que vendría a remansar toda la locura de los anteriores, comienza con la Restauración borbónica ideada por Cánovas del Castillo en Alfonso XII, ( idea que Franco utilizó con Juan Carlos I ) . Cánovas considera que el ancla del Estado a la Monarquía en la Jefatura del Estado es la única manera de estabilizar España y esto a pesar de la mediocridad de los monarcas y ante el desastre de las luchas de los políticos que pueden presentarse para gobernar. Los pilares de Cánovas, que dirige la operación magistralmente son : Rey, Constitución, Cortes y Alternancia política. Así mientras en la corona se suceden AlfonsoXII, la regente María Cristina y Alfonso XIII, la alternancia política de gobernantes se produce entre el partido conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta de una manera pacífica. Termina la 3ª guerra carlista y el país estabilizado crece económicamente en el último cuarto de siglo aumentando las exportaciones de textiles (principalmente catalanes) de hierro y de vino y se consigue una paz social y laboral. La ficción democrática ideada para el turnismo político fue aceptada por los españoles salvo por los partidos marginales anarquistas y revolucionarios. El sistema funcionaba aunque no se apoyase en el voto ya que comenzaba en sentido inverso: el rey designaba el gobierno que a su vez designaba a los gobernadores provinciales, estos designaban a los alcaldes que organizaban y controlaban las elecciones con objeto de que el resultado confirmas el gobierno designado por el rey, haciendo uso del pucherazo en caso necesario. El país con su ficción democrática llevaba casi 25 años de relativo sosiego. Parecía que para nuestro país era demasiado. El 8 de Agosto de 1897, Cánovas que había ido a descansar unos días al balneario de Santa Águeda , en Mondragón, mientras leía el periódico es asesinado por el anarquista italiano Michele Angiolillo, que le pegó tres tiros, desapareciendo el mejor político que ha tenido España. En poco tiempo todo cambia, se sublevan los moros en Marruecos, Estados Unidos nos hunde la escuadra y nos expulsa de Cuba y Filipinas y Sagasta muere de bronconeumonía en 1903.
El sistema ideado por Cánovas tardaría aún unos años en desaparecer, comenzaría a decaer en 1917 y finalizaría con la dictadura de Primo de Rivera en 1923. Las ideas revolucionarias venidas del comunismo y las propias de las luchas partidistas, por falta de fe en el sistema, no solamente por los que se consideraban contrarios a ese régimen sino por los que creyendo deberían defenderle y no lo hicieron, nos llevaría a una dictadura. Los experimentos en manos de aprendices de brujo siempre nos llevan al desastre y desgraciadamente nunca aprendemos.
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