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Una orden de derribo y seis hijos: la historia de Khadija

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El próximo lunes, a las 10:00 horas, Khadija y sus hijos serán desalojados de su casa para proceder al derribo de la edificación

Khadija cuenta preocupada su situación en Benzú. Vive sola con sus seis hijos y lleva cerca de un año peleando por no perder su casa, en la cual pesa una orden de derribo. El próximo lunes es la fecha marcada para la ejecución de la demolición, un caso que lleva arrastrando más de seis años, pero del que Khadija no tenía conocimiento hasta que el derribo era inminente.

La mujer, inquieta por su futuro más próximo, relata cómo su situación ha llegado hasta este extremo. Víctima de violencia de género, desconocía que sobre el inmueble pesaba un pleito acerca de la contrucción que hizo su ex marido de una escalera. Éste se negó a derribarla, por lo que la denuncia se extendió a toda la vivienda.

Denuncia de una "vecina ejemplar"

El problema recae cuando Khadija denuncia al que era su marido y lo sentencian por un delito de lesiones, emitiendo una orden de alejamiento desde enero del 2017. Fue en ese momento cuando la mujer se entera del proceso legal que hay iniciado sobre la que es su casa desde hace 17 años , pero cuando busca ayuda ya era demasiado tarde.

“Hay una orden de derribo, que se va a ejecutar a primera hora de la mañana del lunes y que vemos que es una ejecución, sobre todo, inhumana, viendo la situación en la que se encuentra nuestra vecina, con 6 niños”, critica Rahma Moklis, presidenta del la Asociación Barriada de Benzú, quien desde hace unos meses asesora a Khadija en este proceso.

La cataloga como una “vecina ejemplar”, que ahora mismo se encuentra en un estado de “total desamparo” por culpa de una procedimiento legal que desconocía por el hecho de ser una víctima de violencia.

Explica que durante todos los años posteriores a la denuncia de la obra ilegal, su exmarido fue firmando documentación que le perjudicaba, quizás por desconocimiento y hasta hace apenas unos meses, le seguían notificando a él la documentación referida al derribo, pese a no vivir en la casa, por lo que Khadija no ha podido atajar ni alegar su permanencia en la vivienda.

“Este señor (el ex marido) se ha dedicado a recoger toda la documentación y ella a enterarse en el último momento y firmando documentación. Ese señor ya no pinta nada en esta actuación”, critica la presidenta de la asociación, ya que pese a mantener una orden de alejamiento de la casa, la documentación le seguía llegando a él.

La mujer, preocupada por no tener dónde alojarse después del lunes, reitera que su ex marido la mantuvo al margen y que desconoce toda la documentación que él ha firmado para llegar al punto de perder su casa.

En busca de "un milagro"

Intentando buscar la manera de frenar esta operación, Khadija descubrió en la Consejería de Fomento y Medio Ambiente que la orden de entrada para derribar su casa está emitida desde mayo de 2015, pero no ha sido hasta hace un par de meses cuando se le ha notificado de que se va a proceder a la demolición.

Ya no saben a dónde acudir y sólo están a la espera de “un milagro”. Han buscado asesoría legal, pero reconocen con resignación que su caso es demasiado complicado. Rahma Moklis no entiende cómo pueden suceder este tipo de acciones, pues al tener una sentencia firme por malos tratos, opina que la autoridad “debería entender que la situación ha cambiado”.

“Tenemos que basarnos en que la que vive aquí es una señora con seis niños, a dónde va a ir esta señora. El protocolo es: te desalojamos de tu vivienda y tenemos una vivienda alternativa para alojarlos, pero no hay ni alojamiento alternativo ni nada. Esta señora qué va a hace el lunes cuando le derriben su casa”.

Han intentado apelar a la Consejería de Fomento y Medioambiente, encargada del proceso, pero ya cuentan con la orden de derribo emitida por el Juzgado de lo Penal número 2.

Ahora están a la espera de que Asuntos Sociales pueda proporcionarles un lugar donde vivir, pero le informan de que con seis menores es complicado encontrar una casa de acogida y los alquileres son demasiado altos para el presupuesto que manejan en este área. Por lo tanto, Khadija y sus hijos sólo están a la espera de un milagro para no quedar en la calle el próximo lunes.

Fotos: Reduan Ben Zakour

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