Indignación es lo que tiene la familia de Pilar después del trato recibido por parte de dos navieras este mismo lunes. Ella regresaba a Ceuta con su madre, que necesita una silla de ruedas para desplazarse, tras pasar el puente fuera. Se dispusieron a embarcar con su vehículo cuando la naviera con la que habían comprado un billete cerrado, en este caso FRS, les comunicaron que el barco, que tenía que salir a las 19.30, llegaba con retraso.
Tras más de una hora de espera, les informan que está averiado y que no saldrá hasta mañana y que se buscaran otra opción. “Nos dijeron que nos buscáramos la vida”, comenta Pilar indignada. En ese momento, sin salirse de la cola del embarque de vehículos, compró otros billetes para salir esa misma noche, ya que hoy trabajaba y necesitaba regresar a Ceuta, además de que no podía quedarse en Algeciras, dada la situación de su madre.
Una vez comprado el billete con otra compañía para ella y el resto de ocupantes del vehículo, finalmente FRS les comunicó que los reubicarían en otro barco de otra compañía, en este caso Trasmediterránea. Pilar tuvo que volver a las taquillas a devolver los billetes ya comprado, dinero que aún espera que le reembolsen.
Al igual que el barco anterior, éste también llegaba con retraso. Tras casi cuatro horas de espera desde que pretendían partir en un inicio, procedieron al embarque, para lo cual Pilar puso a la vista la tarjeta de persona con discapacidad y encendió los cuatro intermitentes para señalar que va con una persona de movilidad reducida, como de costumbre hace y como así le habían indicado.
Esta señal no fue tomada en cuenta por los operarios, quienes llegaron a preguntarle por los por qué los llevaba encendidos y le indicaron que estacionara en la planta superior, donde no hay ascensor para acceder a las butacas, sino una escalera “bastante empinada”.
Pese a exponer su situación, la dejaron allí a la espera de que los operarios terminasen su labor de embarque y subieran a su madre en peso por las escaleras. Finalmente pudo subir gracias aun operario y a dos pasajeros que se ofrecieron voluntarios para que la anciana mujer no esperase.
Ya en el barco, que iba lleno dado a que tuvo que asumir a los pasajeros del ferri averiado, se sentaron en la zona club por no haber más espacio habilitado, de donde también intentaron echarles. “Yo me negué a movernos”.
Además de la falta de medios para acceder de la bodega a la zona de pasaje, también denuncia el estado en el que se encuentran los servicios habilitados para las personas con discapacidad, los cuales, asegura, no están habilitados. “No tenían ni luz ni agua”.
Pilar denuncia que los ferris no están preparados para las personas con movilidad reducida y en su caso prevé presentar quejas contra ambas compañías por el “trato vejatorio” que dice haber sufrido su madre.
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