El mes de Ramadán será este año muy distinto para la comunidad musulmana, sin reuniones familiares ni rezos en las mezquitas. El Ramadán es un mes sagrado para vivir en familia y en comunidad. Pero la pandemia del coronavirus obligará a los musulmanes a vivirlo en casa.
El COVID-19 no podrá impedir que al ponerse el sol los musulmanes puedan disfrutar del dulce sabor de este mes sagrado. Nada más entrar en la pastelería ‘Obrador Ibrahim’ ya huele a Ramadán. Harina, miel, almendras y canela son los ingredientes principales de las famosas chuparquías de este establecimiento, que son el dulce estrella de esta época.
Sin embargo, en el ‘Obrador Ibrahim’ hay más de una decena de dulces entre los que elegir. La pastelería reduce dimensiones durante este mes al incorporar frente a la permanente vitrina una larga mesa en la que se exhiben todos estos dulces en cantidades industriales.
Nasiha Hamad es una de las empleadas, que aunque nació en Málaga ya lleva más de tres años viviendo en Ceuta, donde ha formado su familia junto a su marido. Su hija de 3 años y su niño de año y medio son caballas. La malagueña nos cuenta que el rey del Ramadán siempre será la chuparquía.
Además de chuparquías de diferentes texturas e incluso formas, ya que las tienen en forma de flores, lazos, nidos de pájaros o las tradicionales, en esta tienda pueden encontrar otros dulces típicos de Ramadán como baklawas tunecinas, brevas de almendra, canutillos de almendra, pastel de sémola o makrum, que es parecida a la chuparquía, pero rellena de dátiles. Sin duda, un idilio para los sentidos que supone una tentación hasta para los menos golosos.
No obstante, a pesar del confinamiento, siguen teniendo muchas ventas y más ahora que se aproxima el Ramadán. La empleada explica que ahora que está “a punto de empezar” esta festividad “es verdad que la gente se está animando más a comprar”, por lo que tienen “bastantes más ventas” que semanas anteriores.
De esta manera, el dueño elabora por la mañana temprano los dulces para poder abrir a las 9 de la mañana y “ofrecer a nuestros clientes todos nuestros productos”. A partir de esa hora, están abiertos todo el día para facilitar que los clientes puedan acercarse a la hora que quieran pues no cierran a medio día. “Aunque ahora con el confinamiento tenemos que cerrar antes por la tarde y cerramos a las ocho”, explica Nasiha.
Pero para aquellos que no quieran salir de casa, el ‘Obrador Ibrahim’ les lleva sus productos a domicilio ya que entre las 12.00 y las 16.00 horas y de 18.00 a 20.00 horas de la tarde hacen repartos a domicilio. Normalmente, cogen los pedidos con un día de antelación para poder preparar el reparto, pero también reciben y entregan pedidos en el mismo día “para facilitar las cosas a nuestros clientes”.
Sin embargo, a pesar del reducido tamaño de la tienda, son muy conocidos entre los vecinos del Morro, por lo que hasta casi una decena de personas esperaban en la puerta, guardando las distancias de seguridad y entrando de uno en uno para poder ser atendidos.
Los días que más afluencia de gente suele haber son los jueves, viernes y sábados ya que además de dulces, elaboran comidas como su famoso cuscús. Aunque también entre semana algunos trabajadores se acercan a comprar algo para desayunar o algunas personas a comprar el pan. Asimismo, la hora del gusanillo a partir de las 13.00 horas y hasta las 19.00 “suele ser cuando más movimiento de gente hay”.
Además de las tradicionales chuparquías y el polvo de almendras, una de las clientas recogía una tarta de cumpleaños para su hija que cumple nueve años, y es que en el Obrador Ibrahim tienen también todos los dulces que puede haber en una pastelería occidental.
Pero ahora ganan por goleada todos los que lleven frutos secos, especias, la imprescindible miel, presente en la mayoría de ellos, hojaldres crujientes, dátiles o sésamo. Este año el Ramadán no se sentirá en la calle, en los barrios de nuestra ciudad, se vivirá en familia, en casa. Pero eso no impedirá que al caer el sol el olor a dulces y harina se apodere de las barriadas en donde al atardecer las familias se reúnen para romper el ayuno.