La “crisis” es como una enfermedad rasposa y contumaz que se apega a muchos mortales sin fecha de caducidad. Según la edad, el estatus, la preparación, o el medio en que el sujeto, o los sujetos, se desenvuelvan, así será la evolución de la situación en que éstos se vean comprometidos. Algunos, ni la conocen. Otros, sin embargo, llevan sufriéndola en sus carnes desde la ya lejana fecha en que se inició la “debacle” económica mundial, de la que tratan de salir adelante a fuerza de renuncias y sacrificios.
Sus efectos se extienden no sólo a los sufridos consumidores, sino a las instituciones, a las empresas, a los gobiernos, a la Bolsa y, entre otros, al mundo del deporte profesional –me refiero concretamente al fut-bol, en nuestro caso español,- que tras unos años de increíble despilfarro económico, se ve sumido en la más penosa de las miserias, como puede verse en los prolegómenos de la temporada que se iniciará dentro de unos días. La situación económica de los clubes refleja unas deudas prácticamente inasumibles, tanto en los poderosos como en los más débiles, lo que obliga a unos a traspasar jugadores –si es que encuentran compradores- por poco dinero, a pesar de resultar imprescindibles para mantener su rango, a otros a recurrir a sus “canteras”, de donde sacarán o no jugadores aptos para hacer un buen papel en las competiciones en que intervengan, y a algunos, incluso, a perder su categoría por falta de liquidez.
La necesidad imperiosa de dinero está obligando a equipos, hasta ahora con una pretendida solvencia y capacidad económica envidiables, a propiciar en lejanos países, “bolos” previos al inicio de las competiciones, olvidándose de los necesarios periodos de descanso de los jugadores, presos –además- de las innumerables competiciones tanto nacionales como internacionales en las que tienen que intervenir; lo que en algunos casos propicia una serie de lesiones que ponen en peligro su vida deportiva y reducen notablemente su rendimiento, tal ha sido el caso de un buen número de jugadores del CF Barcelona que, sin previa preparación física- , fueron llevados al Oriente Lejano para jugar un par de partidos de futbol, y transferidos de inmediato y sin descanso previo a México, para jugar al día siguiente un partido de alto compromiso, a más de 2.000 metros de altitud. A mi, al menos, no me parece razonable que los clubes que se ven envueltos en tan serios problemas, sean forzados además, a prestar a los jugadores extranjeros que forman parte de sus plantillas a las selecciones nacionales respectivas, lo que ocurre fundamentalmente en equipos de la 1ª División española, si bien existe un caso, quizá único, en la Segunda División B. Me refiero a la Asociación Deportiva Ceuta que iniciará su temporada bajo una nueva Presidencia, un entrenador extranjero de alto prestigio, -ex seleccionador del equipo de Cabo Verde- , y un grupo de jugadores no demasiado numeroso, la mayoría nuevos en la plaza, entre los cuales se encuentran tres titulares del equipo cabo-verdiano, de los que ha tenido que desprenderse el club, a requerimiento del seleccionador de aquel país, antes de haberse iniciado la competición liguera.
Aunque se supone que son importantes, tanto la categoría de quien ostentó el cargo de seleccionador nacional de un país –aunque pequeño- como Cabo Verde, como las de los jugadores contratados, al profano se le ocurre pensar que no es bueno que un club modesto y con una reducida plantilla, pueda permitirse el lujo de prescindir en cualquier momento de tres de sus más importantes y aguerridos jugadores, para que los isleños caboverdianos participen en alguna competición amistosa u oficial. Cabe preguntarse si, a la hora de contratar a estos profesionales, se tuvo en cuenta esta circunstancia. Mientras tanto, preparémonos para vivir una temporada futbolera que, al que escribe, se le ocurre va a resultar anodina y falta de calidad e interés. Ojalá no sea así.