José González Meléndez ha sido la
décima víctima del
coronavirus en nuestra ciudad. Con 88 años cumplidos ingresó el pasado martes en el
Hospital Universitario, una vez que se encontraba mal y reconoce la familia que tenía otras patologías. Falleció el sábado por la tarde y fue enterrado en la tarde del domingo.
José llevaba más de 40 años viviendo en la barriada ‘Juan Carlos I’, la misma que también vio a lo largo de estos últimos meses llevarse a otros vecinos de este núcleo poblacional. Con anterioridad vivía con su familia en los alrededores del cine África y al igual que muchas familias que moraban en casas no muy habitables se trasladaron en la segunda mitad de los años setenta a la recién inaugurada barriada que lleva el nombre del jefe del Estado. De niño residió junto a sus padres y hermanos en la zona de Alfau.
Su hija Adela, muy amable con este periódico, horas antes de enterrar a su progenitor, nos cuenta que toda la vida la dedicó a su familia, compuesta por su mujer y ella que es la única hija habida en el matrimonio y a la empresa Borrás, donde entró muy pequeño a trabajar.
De joven
José González Meléndez, como muchos chavales de esa época posterior a la guerra, comenzó a trabajar de muy joven y encontró acomodo en la empresa de café Borrás y allí, moliendo y tostando, se pasó todos los años de su vida laboral.
Cuando le llegó la hora de la jubilación, en una empresa donde siempre estuvo muy considerado, resultó que le pidieron que siguiera unos más llevando parte de la oficina. José no se negó y hasta que pudo no faltó un día a su cita en la empresa ceutí situada en el Paseo de la Marina Española.
Ahora deja a su mujer, de 80 años, a su hija Adela y a sus nietos. Los dos componentes del matrimonio vivían los dos solos en la casa de ‘Juan Carlos I’ y Adela cuando se casó se marchó de la vivienda familiar y se trasladó al Sardinero, aunque con frecuencia visitaba a sus padres.
José no tenía muchas aficiones, aunque comenta su hija que cuando se encontraba bien, su visita era a uno de los bares de la barriada donde le gustaba compartir con los amigos de su edad y se bebía una copa de vino.
La llegada del
coronavirus le hizo confinarse al igual que al resto de los ceutíes y aunque tenía otras patologías intentaba, cuando podía salir de vez en cuando. Sin embargo, Adela tuvo la idea de contratar a una persona que acudiera a la casa de sus padres para echarles una mano en las labores domésticas, con tan mala suerte que dio
positivo y creen, con casi toda seguridad, que fue ella la que le transmitió el virus a José. Un hombre que ha luchado a brazo partido durante cuatro días en el Hospital Universitario, pero al final no resistió más.
Adela, su hija “Ante todo mi padre era una muy buena persona sin duda”
El presidente Vivas, cuando pronunció su discurso el día de homenaje a las víctimas del coronavirus dijo, que tras bucear en las historias de todos ellos, había denotado que ante todo, eran buenas personas. Después de ese dos de septiembre, otros cinco ceutíes han fallecido en poco más de veinte días. A buen seguro que todos eran buenas personas. La misma hija de José González, Adela, confirma que su progenitor era ante todo, una buena personas con total seguridad.