Frontera e Inmigración

“Le decíamos que no se fuera, que volviera a Marruecos, pero no quería”

Samira parió a Mohamed hace 17 años, un 8 de junio. Después vendrían cinco hijos más (de 15, 13, 10, 7 y 5 años), todos seguidos y todos criados en una familia humilde que combate la pobreza como puede. Mohamed fue el primero en todo, también en marcharse de casa emprendiendo rumbo a Ceuta. “Se marchó hace un año y cuatro meses”, narra entre sollozos su madre, arropada por vecinos y familiares de Chaouen, en cuyo hogar se guarda luto por el fallecimiento sorpresivo y no esperado de quien soñaba con ir a la Península.
Oficialmente consta su estancia en Ceuta desde junio del año pasado, cuando la Policía dio con él y dejó de ser un invisible. También figuran sus pases esporádicos por el centro de La Esperanza a los que le seguían las fugas al puerto para colarse en un barco. En el Hospital Universitario constan varios ingresos antes del último, este domingo, cuando ya no volvió a salir con vida de ese recinto sanitario. Tomaba medicación para contener sus ataques de epilepsia pero dentro del desorden y el caos que acompaña las vidas de los menores que deambulan por el puerto buscando únicamente cruzar el Estrecho. Son esos niños etiquetados en buena parte de la prensa como MENA, pero que tienen una vida anterior, una infancia rota y una historia a la que solo hay que asomarse para hacer el esfuerzo siquiera de entenderla.
Samira, su madre, recuerda cómo el domingo le llamaron por teléfono para comunicarle que su hijo Mohamed había muerto. Llevaba un año y cuatro meses sin verle, pero sabía de él por conversaciones vía WhatsApp. “Me decía que estaba bien”, cuenta en una entrevista con El Faro de Ceuta. Y le enviaba las mejores fotografías que tenía, en las que se le veía limpio, más o menos bien vestido. Nada que ver con sus noches de ocultación en los barracones de la Estación Marítima o las horas en las que pasaba perseguido por los líos. Él es uno de los que fue tratado en al menos una ocasión por agresión.
Libro de familia donde consta la edad del fallecido.
“No quería volver a casa. Le dijimos que no se fuera, que volviera a Marruecos pero no quería”, explica Samira. Toda la familia de este joven, que el próximo 2020 sería ya mayor de edad, reside en uno de los pueblos más visitados por los ceutíes, en uno de esos hogares de Chaouen en donde la pobreza se respira en cada rincón. Su familia no tiene siquiera dinero para el entierro aunque manifiesta que su mayor deseo es que el menor sea enterrado en la tierra de la que escapó, que vuelva a sus orígenes aunque sea dentro de un ataúd.
Samira explica que insistió para que Mohamed volviera. “Estaba ‘loca’ con el niño, diciéndole que no se fuera, pero él no quería estar aquí”. Y como otros tantos menores se marchó de casa, aprovechó la permeabilidad de la frontera del Tarajal y encontró en el puerto su vida, o mala vida, a la espera de colarse en algún barco. Lo hizo en varias ocasiones pero ninguna le salió bien. Ni siquiera la de la Operación Feriante, cuando consiguió llegar de los bajos de la Marina hasta el puerto escondido en una de las atracciones, pero la Policía le sorprendió justo en el filtro de embarque. El hecho de que otros menores lo consigan anima a permanecer en la zona portuaria burlando a las patrullas policiales y malviviendo en la calle, entregados a consumos insanos y volviéndose cada vez más inadaptados. Porque con Mohamed se trabajó mucho, se le intentó y aconsejó salir de la calle, pero nunca pudo conseguirse el fin pretendido.
“Le daban ataques, tomaba dos pastillas al día”, recuerda su madre. El jueves hablamos por WhatsApp la última vez y me dijo que estaba bien, que comía bien, tenía vestido...”, explica. Y le enviaba fotografías que calmaban a una madre que, insiste en esta entrevista, nunca se cansó de decirle que volviera.
“Quería que viniera a Marruecos, a su casa, pero su ‘presión’ era España, España”, sentencia. “Era un niño bueno, con buen carácter, su único fallo fue ese, que quería marcharse”, narra.
En el hogar de la familia El Metalsy se guardaba este lunes el recuerdo entre sollozos hacia quien ya no está. Los padres y familiares directos no tienen pasaporte, no pueden cruzar a Ceuta para identificar el cadáver y aportar la documentación que posibilite que un Juzgado autorice el traslado del cuerpo a Marruecos para su entierro.
En la Operación Feriante intentó marchar a la Península pero la Policía lo detectó en uno de los camiones.
El mismo domingo dos familiares directos intentaron cruzar a Ceuta, pero los agentes marroquíes no les dejaron al no tener pasaporte. Esperan que en las próximas horas alguien pueda hacerlo para intentar realizar los trámites necesarios que puedan permitir el traslado del cadáver a su tierra, en donde quieren que se le entierre.
Este lunes se le practicó la autopsia, que arroja su muerte, en principio, por causas naturales a falta de informes complementarios, después de haber sufrido una parada cardiorrespiratoria tras encontrársele inconsciente en el puerto, cerca de la gasolinera.

¿Quiénes descubrieron a Mohamed en mal estado?

Tres menores estaban junto al fallecido cuando, a primera hora de la mañana del domingo, se dieron cuenta de que algo le sucedía. Estaba convulsionando y quedó inconsciente. Fue cuando saltaron todas las alertas y se procedió a la llegada de la ambulancia y al traslado del chico con vida. Sus compañeros no supieron que había muerto hasta que un educador de ‘La Esperanza’ les mostró la fotografía y les confirmó la noticia. Se hicieron gestiones y se comunicó con la madre del menor a la que se le trasladó también la información.

Las claves

8.50 horas Es cuando la Policía recibe el aviso a través del 112 de la existencia de un menor inconsciente en el puerto. Estaba cerca de la zona de la gasolinera CEPSA, pero al parecer comenzó a encontrarse mal en el barracón de la Estación Marítima donde se escondían. Llegó con vida al Hospital en donde murió. No era residente A pesar de que por algún canal oficial se ha difundido una información sobre que el menor estaba tutelado por la Ciudad Autónoma esto no es cierto, ya que tan solo constan estancias esporádicas en el centro de donde se marchaba cada vez que era llevado por la Policía. Su último intento Mohamed a punto estuvo de cruzar a la Península en la Operación Feriante, pero fue descubierto en una de las atracciones. Intentaba colarse en un barco, algo que por ejemplo en los últimos días cuentan sus amigos que lo consiguieron diez personas, todas ellas menores de edad.

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