El debate sobre el modelo de ciudad

Probablemente el debate político de más calado y trascendencia de nuestra Ciudad en estos momentos está relacionado con el propio modelo de Ciudad que, para el futuro, queremos los y las ceutíes. En este sentido, no cabe la menor duda de que esta elección está indisociablemente unida a la política de frontera. Se trata de decidir si queremos vivir en una “Ciudad abierta” o en una “Ciudad cerrada”. Ambas opciones son posibles y legítimas. Lo que no lo es tanto es abordar el debate sin rigor, con trampa, tergiversando argumentos y pervirtiendo conceptos. Ante lo que no podemos considerar más que como una confusión de este medio de comunicación en relación con la posición de Ceuta Ya! sobre dicha cuestión, expresada en un editorial publicado el pasado día ocho de mayo, queremos ofrecer la explicación que a continuación se expone.

¿Puede Ceuta subsistir con la frontera cerrada a cal y canto? Naturalmente que sí. La elevadísima presencia de empleo público (el 60% de la población ocupada) y los generosos presupuestos públicos, bindados respecto a las vicisitudes de la frontera, garantizan una actividad económica más que suficiente para mantener nuestra Ciudad. La consecuencia más significativa es una drástica reducción del nivel de actividad del sector privado, lo que repercute directamente en el desempleo de los sectores menos afortunados (mayoritariamente población musulmana), condenados a una vida precaria, y una profundización de la fractura social existente, ya de por sí muy grave y acusada. Por otro lado, también asistimos a una tristeza que invita al éxodo: a nadie le gusta vivir en una Ciudad “muerta".

Frente a esto, hay que decir que Ceuta puede ser una Ciudad con una frontera fluida y segura, lo que conlleva que se establezcan relaciones económicas entre habitantes y empresas de ambos lados de la frontera. El potencial de compra de la clase media marroquí es un indiscutible motor de generación de riqueza que se puede aprovechar para beneficio de todos y todas en la doble dirección. El inconveniente, si así se puede llamar, es que el tránsito multitudinario ocasiona más "problemas".

Hasta hace muy poco tiempo, toda la Ciudad se había decantado por que Ceuta fuera una Ciudad abierta. De hecho, el lema “Por una frontera fluida y segura” era sustentado e impulsado (incluyendo manifestaciones multitudinarias) por todos los agentes sociales y partidos políticos. Esta posición se contraponía con las intenciones de Marruecos, que desde el año 2018 había dado un evidente giro a su política con la intención de “asfixiar económicamente Ceuta y Melilla". Todos y todas nos oponíamos con fuerza cuando nos sorprendió la pandemia. En ese sentido, el país vecino "tuvo suerte": la frontera se cerró "sola" y así el poder político marroquí no tuvo que pagar el coste social del empobrecimiento económico.

Después, terminó la pandemia. La lógica hubiera dictado la “vuelta a la normalidad”, pero no fue así. Por en medio se cruzó la “invasión” (término absolutamente impropio acuñado por la derecha) y Ceuta "tembló de miedo". La reacción fue "cerrar de un portazo". Y así estamos, asumiendo las decisiones y los objetivos de Marruecos sin rechistar. Porque es preciso hacer una aclaración. La política de frontera de España no ha cambiado en absoluto. Todas las normas, incluida la excepcionalidad de Schengen, son exactamente las mismas que había en vigor antes de la pandemia. Lo que ha cambiado es la política de Marruecos, que puede introducir modificaciones de manera más rápida y sencilla. España (y Ceuta), como en todo lo relacionado con Marruecos, es un convidado de piedra al que sólo le dejan “guardar las apariencias” para que el bochorno o el ridículo (según se prefiera) no sea escandaloso.

El potencial de compra de la clase media marroquí es un indiscutible motor de generación de riqueza que se puede aprovechar para beneficio de todos y todas en la doble dirección. El inconveniente, si así se puede llamar, es que el tránsito multitudinario ocasiona más "problemas"

Tras todo esto, y de manera inexplicada, resulta que quienes antes defendían un modelo de Ciudad abierta se han pasado a defender uno de Ciudad cerrada. Para justificar su extraño cambio difunden una falsa dicotomía. La Ciudad abierta significa “porteo” en condiciones inhumanas, “ocupación” de escuelas y hospitales por marroquíes, aumento de la delincuencia y menores por las calles. La Ciudad cerrada supone, por el contrario, seguridad, paz y tranquilidad. La elección no tiene color. Lo que sucede es que este dilema es falso en su propia raíz.

Cuando todos los partidos, instituciones y agentes sociales pedían una frontera fluida y segura, ¿acaso estaban reivindicando una Ciudad asediada por la delincuencia en todas sus modalidades? Evidentemente, no. Y lo saben. Los “desmanes” que en su día se cometieron (y que evidentemente no compartimos) fueron el fruto de una avaricia desmedida en la que todos y todas participamos de alguna manera (el dinero corría a raudales y llegaba a todas partes). Pero es perfectamente evitable con una aplicación seria y rigurosa de la normativa.

Por lo tanto, hay que decir que existe plena compatibilidad entre mantener una frontera fluida y disfrutar de una Ciudad segura. Ese es el modelo que defendía Ceuta Ya! y que sigue defendiendo Ceuta Ya! ¿Por qué otros han cambiado? La explicación no es tan complicada como parece. Una gran parte de ceutíes (la mayoría acomodada y con muy buenos sueldos) ha asumido la perspectiva racista (preconizada por Vox, pero no solo), según la cual “musulmán equivale a problema”. No es popular decir esto, pero alguien tiene que hacerlo. Según este planteamiento, es preferible una Ciudad más pobre pero con menos musulmanes, antes que una Ciudad más rica, pero con más musulmanes. Esa es la tragedia que Ceuta Ya! no puede compartir ni asumir. Y que combatiremos con todas nuestras fuerzas.