De perdiz, desperdigadas

Varios científicos estudian la genética de la especie moruna de esta ave, oriunda del norte de África y que se cree que fue el origen del resto de especies mediterráneas

De la importancia de la perdiz en nuestra cultura habla la cantidad de refranes que protagoniza esta ave de preciada carne. ‘Y fueron felices y comieron perdices’ o ‘más vale comer patatas en reunión que perdiz en un rincón’ son solo una muestra de los dichos populares en los que la perdiz es plato principal. La introducción de esta ave en el campo semántico del castellano indica muy a las claras el arraigo de este animal en la cultura española. El verbo ‘desperdigar’ no sería sino otro botón de muestra.

Que no se desperdiguen es precisamente lo que pretenden varios científicos que estudian en la actualidad la genética de la perdiz moruna, una especie originaria del norte de África y presente en Ceuta. Y que no se desperdiguen podría ser el término coloquial para designar a la hibridación, el cruce de genomas, lo que conllevaría en un extremo la desaparición de las especies tal como hoy se conocen.

Uno de estos científicos es José Antonio Dávila, profesor de la Universidad de Castilla la Mancha y experto en los cuatro tipos de perdices mediterráneas (roja, griega, chúkar y moruna). Dávila lleva dos años investigando muestras de la especie norteafricana, de la que desembocaron las otras tres variedades, según los estudios. Así lo explicó Dávila al referirse a esta ave, cuyo hábitat se extiende desde Canarias a Egipto, pasando por Ceuta, Túnez, Cerdeña o Argelia: “Es la perdiz más antigua, es decir, es la primera que apareció en la evolución y de la que podrían haber derivado las demás”.

Lo que le interesa a la ciencia de la perdiza moruna es si ésta se encuentra sufriendo el proceso de hibridación que padecen las especies europeas. En definitiva, si se está desperdigando hasta su extinción. “Es lo que ocurre con la perdiz roja típica de la península”, explicó Dávila. “Con un fin puramente económico, ciertas industrias avícolas cruzan la especie silvestre con una domesticada. Es una práctica ilegal que busca vender estos ejemplares cruzados para lances cinegéticos ocasionales, proporcionando a los cazadores una variedad más fácil de cazar”, señaló el científico manchego, que añadió que estos usos pueden hacer peligrar la pervivencia del genoma de la perdiz roja.

Además, comentó el científico, sería un trofeo de dudoso honor para cazadores que quieran llevar a gala ese título. “Un animal nacido y criado en una granja es por definición ganado. Estos supuestos cazadores estarían practicando otra cosa diferente a la caza. Sería como un torero lidiando a una vaca lechera”, dijo.

Comprobar si esta ‘contaminación’ artificial de la perdiz roja le está ocurriendo a la variedad moruna es la finalidad de los estudios de Dávila. ¿Se está desperdigando entonces la genética de la perdiz moruna, la originaria de Ceuta? Según los estudios de Dávila, no. “No aparecen cruces ni en las granjas ni en estado silvestre”, aseguró tras haber analizado muestras de ejemplares existentes en Ceuta y en el norte de Marruecos.

La colaboración de los cazadores ceutíes, “crucial”
Nada de la investigación llevada a cabo en la Universidad de Castilla La Mancha hubiera sido posible sin la ayuda desinteresada de una reducida pero valiosa nómina de voluntarios. Jose Antonio Dávila, titular de los estudios sobre la perdiz moruna, mencionó lo “crucial” que ha resultado el apoyo de la Sociedad de Cazadores, Percadores y Silvestristas de Ceuta. “Nuestra labor se limitaba al envío de muestras “, declaró José Antonio López, presidente de la entidad cazadora. “Normalmente son restos de sangre, heces, plumas o aun los ejemplares enteros”, dijo López, que añadió cómo este tipo de envíos están sometidos a un exhaustivo control por parte de la Consejería de Sanidad y de la Aduana. José Antonio Dávila, el científico manchego, subrayó la dificultad que supone una investigación de este género, sin financiación, ”que ni da dinero ni nos lo dan”. De ahí la gratitud que muestra Dávila con sus colaboradores ceutíes.

Las dificultades de la ciencia y la mejor excusa para volver a Ceuta
Al oficio de científico se llega por vocación. Así lo asegura Jose Antonio Dávila, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha y mimebro del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos. Entre los objetivos de sus estudios se encuentra poner los medios adecuados para que la caza sea una actividad sostenible. “Lo malo es que alrededor de la caza hay muchísimos intereses. Cuando se mezclan dinero y ciencia, la ciencia tiene las de perder”, declaró Dávila. Este axioma, que bien podría trasladarse sin yerro a una alta gama de dedicaciones profesionales, tiene sus contrapartidas profesionales, pero obliga al ingestigador a buscar caminos menos hostiles. “Estudiar la perdiz moruna es un placer. No hay tantos intereses detrás y, además, es la ‘excusa’ perfecta para volver a Ceuta”.

La historia de la perdiz moruna y las claves del campo egipcio
De la perdiz moruna se han averiguado varias cosas, pero falta por conocerse su historia, dónde apareció (si en Egipto o en Marruecos), cuándo fue, cómo se expandió por el norte de África y si llegó a cruzarse con las perdices rojas, propias de España, Francia e Italia. Para responder a estas preguntas es imprescindible conseguir muestras de perdices morunas de Egipto (una gota de sangre, plumas, un excremento, cualquier parte del animal). José Antonio Dávila, investigador manchego, aprovechó la ocasión para solicitar el favor a algún lector ceutí que se desplace a Egipto para  lograr alguna muestra de la variedad de perdiz egipcia. “Es por si alguie se arma de valor o viaja a La Meca”, mencionó Dávila. “Valdría aunque fuera una perdiz disecada…”