De orígenes y causas

En esto de la quema provocada de vehículos, todas las partes coinciden en lo complicado de la resolución de los casos. Quizá el primer error haya estado en obsesionarnos con la vía policial, que, siendo importante, no es la única. Hay más que durante años se han dejado olvidadas. Primero porque no se ha reconocido el problema. Todavía recuerdo cuando en 2009 publicábamos los datos de coches quemados, advirtiendo de que se estaba generando un problema. Determinadas autoridades nos llamaron alarmistas e incluso negaron los datos que habían sido facilitados por el Cuerpo de Bomberos. Era una forma no sólo de negar la realidad sino, también, de negarse a resolver lo que estaba pasando.
Hemos perdido años intentando quitar importancia a lo que tenía, y los hemos perdido por la puñetera imagen, porque queremos vender un mundo de color de rosa que no existe por satisfacer intereses que no son los comunes de toda la sociedad sino los de unos pocos, generalmente los que tienen el poder.
Ahora nadie puede esconder la cabeza, porque el problema ha ido a más. Es un problema de difícil solución porque las huellas se pierden y porque si no es con la colaboración ciudadana los avances son complicados. Son ya varias las sentencias que han terminado con absolución para el que había sido vendido como detenido por incendio.
Pero como titulaba la columna, aquí hay que buscar varios orígenes y causas de lo que se está produciendo; al menos los mismos que tipos de incendios. Ya no proliferan las quemas de coches abandonados. ¿Por qué? Porque se puso remedio acelerando su recogida. Ahí tenemos la solución a parte del problema. Se sabe que buena parte de las quemas tienen como perfil del autor a un menor, ¿y luego nos alarmamos por una cinta de Callejeros?, ¿luego denunciamos que ha llegado tarde a la comisaría?, ¿hará falta una cinta para saber quiénes son los que mandan a los menores a provocar las quemas? El jefe superior sabe perfectamente qué líneas de investigación hubo en su día y que bandas de menores fueron objeto de sospecha, para que ahora se necesite visionar una cinta para utilizarla de prueba porque esas líneas no se tradujeron en detenciones.
Si primero asumimos -creo que ya nadie lo negará- que es lo que hay, sin intervenciones estrella ni asesoramientos basados en el fantasmeo que tanto gusta a algunos, quizá podremos empezar a ver la salida del túnel. Quizá. Es sólo una opinión, una idea. La palabra de Dios ya la tienen otros.