A Las instituciones no saben cómo contentar a todos y así que terminan apadrinando proyectos que, al final, chocan entre sí. Los comerciantes están que trinan con la puesta en marcha del Mercado de Navidad que ayer se inauguró en el Revellín. En tiempos de crisis no se desprecia ni un euro, así que apuestas de este tipo nacen con el sambenito de constituir una competencia desleal.
Si los establecimientos, a quienes la Administración sangra a impuestos, buscan en estas fechas dar mayor salida a sus productos (sobre todo los gastronómicos), no pueden toparse con un mercado, que cuenta con todas las bendiciones oficiales y que vende lo mismo. La Ciudad sorprende con manifestaciones como la de la consejera Deu, quien, ayer, resaltaba que con este tipo de mercados se presenta la “ocasión perfecta de hacer distinto tipo de compras”. Lo está diciendo en un periodo en el que el propio presidente Vivas ha llamado a que la gente compre en Ceuta. De hecho fundamenta, en parte, el gasto en alumbrado de colores en la necesidad de que la gente se eche a la calle, se abrace, se felicite las fiestas y, por supuesto, compre. Tenemos a unas entidades comerciales que se sacan promociones de la manga para forzar a que los ceutíes hagan la bolsa de la compra navideña en Ceuta. Y justo, en este periodo, se instaura un mercado navideño que, sin tener que pasar controles o pagar impuestos, va a intentar, en unos días, llenar la bolsa de la compra ceutí. Todo esto muy normal no lo parece. Sí, ya sé que me dirán que en todas las ciudades se llevan a cabo este tipo de ofertas. Y les daré la razón, pero resulta que en otras ciudades sus políticos no nos están continuamente vendiendo la moto con eso de la inversión, la compra en Ceuta y no sé cuántas historias más. Es la clase política la que ha incluido en su propio ‘calendario de promesas’ el jugar con esa baza de las compras, así que debe cuidar con esmero los detalles que le llevan a promover proyectos que ya han encontrado rechazo en varios comercios. Y no son cuatro. Son bastantes más. Las redes sociales echan humo.
No estoy en contra de estas personas que se buscan la vida, pero sí cuestiono a esos poderes que pretenden complacer a todos y al final se contradicen.