Hay ciudades aburridas, pero desde luego Ceuta no lo es. Aquí entre la frontera, los inmigrantes, los sucesos de Marruecos y las noticias o rumores políticos comunes con otras regiones, estamos entretenidos.
Pero la realidad es que muchos de esos temas que se presentan cada día afectan de forma significativa a la economía local y esto, en una ciudad sin más recurso que los presupuestos públicos, un puerto sin hinterland, la construcción o el comercio en declive y un incipiente turismo, es realmente grave.
La frontera
Un interesante reportaje de Francisco M. Enjuto en este mismo periódico, explicaba el pasado domingo la grave situación que viven los polígonos de El Tarajal que es tanto como decir la actividad comercial con Marruecos. Allí coinciden sucursales de empresas del centro con establecimientos exclusivamente dedicados al comercio con el vecino país. Y hay que distinguir las limitaciones existentes en la actualidad, según su origen.
Por un lado, Marruecos viene estableciendo restricciones al paso de mercancías. Esto ha existido siempre y es algo a lo que el país magrebí tiene derecho pues ese tráfico es contrabando desde su punto de vista. Lo que no parece de recibo es la ausencia de una Aduana Comercial donde el que transporta esos productos pueda pagar los aranceles correspondientes. Esto es como poner puertas al campo, es decir, suprimir las relaciones comerciales entre dos países, una misión imposible, sobre todo si de esas relaciones depende la subsistencia de gran parte de la zona norte marroquí.(...)
Pero no olvidemos que, junto a estas medidas de control de parte marroquí, existe otra actuación de parte española que está limitando desde hace tiempo y sensiblemente, las transacciones comerciales que se vinieron desarrollando desde 1956 sin problema alguno. Esto es incomprensible para muchos porque, según cálculos conservadores, la cifra que se vende al año a Marruecos desde Ceuta se eleva a 600 millones de euros. Suprimir estos ingresos a una ciudad de 70.000 habitantes, supone afectar de manera inmediata a empresas de primera línea, trabajadores de los polígonos y, posteriormente, a comercios tradicionales y a toda la ciudad, incluidos los funcionarios. Es una cascada de perjuicios que terminará perjudicando al conjunto de los ciudadanos.
Capítulo aparte es la propia Ciudad Autónoma que ya está recibiendo subsidios de Madrid y tendrá que recibirlos cada vez más importantes, para compensar la diferencia de ingresos por IPSI que esa pérdida de ventas genera.
La verdad es que resulta difícil de explicar que sea España quién establezca estas restricciones a la salida de productos que son mayoritariamente españoles y adquiridos legalmente en comercios establecidos en territorio español y que pagan sus impuestos, incluido el IPSI que sostiene gran parte de los servicios públicos de la Ciudad Autónoma.
Se supone que los funcionarios o agentes que llegan a Ceuta son instruidos en el régimen de territorio franco que tiene la ciudad (libertad de entrada, salida, tránsito y trasbordo de mercancías), en que la mayoría de los 30.000 visitantes que llegan cada día vienen a comprar y son clientes que contribuyen a sostener los niveles de empleo y a mantener indirectamente los presupuestos de la Ciudad Autónoma. Seguro que les explican la difícil situación que vive Marruecos al otro lado de la frontera y que Ceuta debe ser la primera interesada en que se mantenga un cierto nivel de vida en el norte del vecino país por razones de seguridad propia.
Cuesta trabajo entender, como dicen algunos, que se esté aplicando extensivamente la legislación de contrabando, cuando aquí es libre la importación y exportación de mercancías e incluso no existe Aduana en sentido estricto, según estableció la Ley de Bases. Incluso, ese tráfico fronterizo –como explicó Francisco Olivencia en su artículo titulado “No es contrabando”- está reconocido en el Real Decreto 1802/1995 redactado precisamente para articular un asunto tan específico como las transacciones fronterizas en determinados artículos.
Esta norma que fue negociada con el Ministerio de Cultura durante mi presidencia de la Cámara de Comercio y la Confederación de Empresarios, vio la luz gracias a las gestiones de los parlamentarios de Ceuta y en ella se explicaba una situación que ahora se desconoce en nuestro territorio. El Real Decreto en cuestión, refiriéndose al tráfico fronterizo, decía textualmente que “…tiene como destinatarios a residentes en Marruecos que adquieren dichos objetos en Ceuta y Melilla para introducirlos en el citado país; ello supone que parte de la distribución comercial efectuada en las ciudades mencionadas, finalmente se destina a un tercer país. De otra parte la dificultad de cuantificar documentalmente el flujo de dichas mercancías hacia ese tercer país al no existir aduana de parte marroquí donde declarar las expediciones”.
Aquí tenemos una descripción clara del tráfico que se desarrolla en la frontera de Ceuta y reflejado en una norma de suficiente rango como para que sirva de argumento a los que ponen cortapisas a la libre circulación de mercancías, sobre todo porque las restricciones citadas están perjudicando gravemente a la economía de los comerciantes, los empleos de los trabajadores, los ingresos de la Ciudad Autónoma y, no se olvide, a los intereses de los fabricantes españoles y comunitarios en general.
Este artículo se publicó en El Faro de Ceuta el 29 junio de 2003, hace once años, y aparece recogido en el libro Ceuta en su laberinto publicado en 2005.
Los comerciantes se organizan
Ante esta situación que tiene otros ingredientes no deseados, los empresarios del comercio decidieron iniciar unas acciones informativas y de estudio del problema para explicar en diferentes foros cual es la situación de Ceuta y arbitrar medidas a cortísimo plazo que eviten la desaparición de empresas y empleos, tanto en Ceuta como en la Península.
Siguiendo los cauces y las organizaciones existentes, se quiere que un problema específico del comercio sea solucionado por los comerciantes y utilizando como armas los datos concretos, informes rigurosos y aplicación de la legislación vigente.
Después de resuelto y encauzado este asunto principal se podrán estudiar otras medidas aplicables a la frontera que deben considerarse estratégicas y a medio o largo plazo. Pero de momento es imprescindible que los Polígonos comerciales construidos donde nunca debieron estar, gocen de la protección necesaria para que el estatuto que todavía tiene Ceuta de territorio franco, se cumpla razonablemente.