De gomeros a radicales

La muerte de Rachid Wahbi en Siria, notificada a su familia el pasado 8 de junio -una semana después de que se produjera-, no ha hecho sino servir para destapar la caja de los truenos devolviendo al primer plano informativo un asunto, el del radicalismo, que había quedado adormecido con la famosa ‘Operación Duna’.

Los servicios de información llevan años marcando a sospechosos de participar en actividades radicales, marcando a grupos marroquíes más o menos organizados que quieren captar a jóvenes ceutíes jugando con el siempre manipulable ámbito de la exclusión, marcando el intento de control que desde hace mucho tiempo se intenta hacer sobre algunas mezquitas. La muerte del taxista de Príncipe Felipe y el certero conocimiento de la marcha de cinco españoles de Ceuta a Siria cayó como una bomba de relojería entre unos informadores que intentan definir el panorama con el que se están topando, intentando discriminar la ristra de testimonios contaminados que les pueden llegar. Eso es lo más temido, los famosos testigos protegidos que pueden llevar a operaciones policiales desastrosas ya que sus confesiones pueden estar llevadas más por ánimos de venganzas o intentos de obtener poder que de otra cosa.
La noticia ya no está en la tan mediatizada muerte de Wahbi, ni siquiera en saber qué ha sido de los demás ceutíes que marcharon a Siria, tres de ellos un 17 de abril sin que se haya tenido mayor conocimiento de su paradero. La clave se posiciona en el otro plato de la balanza: ¿Quién está erigiéndose en el captador de estas personas, en el enlace de Ceuta y Melilla? y ¿cómo se financian este tipo de prácticas?
Varios nombres se han puesto encima de la mesa: sospechosos marcados que presumiblemente están moviendo, desde hace años, los hilos para saber a quiénes captan y para obtener la financiación necesaria que sustenta las prácticas radicales a través del tráfico de hachís y el de vehículos con las placas dobladas que son introducidos por la frontera del Tarajal, además de las míticas donaciones de Arabia Saudí. Son negocios lucrativos de donde mama, en buena medida, el terrorismo. Se puso de manifiesto en el 11-M y en atentados que se han ido investigando a posteriori.
Del entorno de la droga salen futuros radicales, son los ex gomeros a los que se les ‘lava’ la cabeza con una mal entendida religión, hasta el punto de que las tesis más extremistas terminan siendo las que ellos consideran válidas. Las últimas detenciones en Marruecos de ceutíes con vehículos a los que se les había trastocado las placas de las matrículas han sido enmarcadas en ‘asuntos de terrorismo’. Así le ocurrió a A.H.A., detenido a finales del pasado mayo, o a otro vecino del Príncipe, ya en libertad, al que se le relacionó con la célula de Abu Yassin tan sólo por conducir un coche con las matrículas trucadas.
No sólo del negocio del hachís nace la financiación del terrorismo. También nace del tráfico de las llamadas drogas duras. Se tiene la sospecha de que pudo introducirse en Ceuta una carga de 5 kilos de cocaína sin que fuera detectada por las fuerzas de seguridad y cuyo beneficio sirvió, precisamente, para financiar prácticas radicales. Lo mismo sucede con la venta de bienes obtenidos del narcotráfico que algunos ex pesos pesados de este negocio han llevado a cabo, tras su reconversión, extremada, a la más pura religiosidad.
Círculos religiosos de la ciudad temen que cada vez, en barriadas como Benzú, Príncipe o San José, se intente hacer más presión sobre determinado grupos de jóvenes con la misión de radicalizarlos. Lo temen pero no lo denuncian abiertamente, lo que ha generado también un gran malestar. Hasta la fecha ninguna asociación religiosa de peso en Ceuta ha hecho comunicado público alguno para condenar lo que en la intimidad reconocen. ¿A qué es debido?
Las autoridades tampoco hablan y explican el motivo: “Oficialmente no se nos ha informado de la muerte de un español en Siria, sólo sabemos que uno de los que allí se encuentra llamó para informar de eso, pero esa llamada a nosotros no nos sirve”, informa una fuente autorizada de la administración central.
Internet ofrece vídeos con contenido radical que son visionados por jóvenes, de forma aislada o en reuniones. El pensamiento no es condenable, algo que ha repetido por activa y por pasiva la Audiencia Nacional, así que la contaminación crece cuando el público receptor de dichas imágenes constituyen un colectivo manipulable.
Las investigaciones están en marcha con la misma fuerza que la preocupación que existe en altas instancias por lo que está ocurriendo. Determinadas asociaciones islámicas se suman a otras vecinales para ir formando un poso de presión controlado por Marruecos que apuntaría a la próxima configuración de un partido político en la ciudad con un discurso más extremista. Un discurso basado en la concepción de que las fuerzas de seguridad españolas atentan contra los musulmanes, en la concepción de que no hay trabajo para los residentes en algunas barriadas y en esa misma concepción de que líderes como Mohamed Alí ya no tiene fuerza para hacer ver esa presunta discriminación.
Son, todos estos, meros detalles de un pastel que empieza a cocinarse, del que todos saben su receta y al que están viendo la forma de ver crecer. Sin prisa, pero sin pausa.

“Ceuta no es lugar para que vengan a reclutar a alguien”

Habla sin miedo y dice que con la única intención de que se limpie la suciedad que cada vez más mancha el nombre de Ceuta y de sus hijos, sean o no musulmanes. Mustafa El Mansori asegura que la situación comienza a ser muy preocupante y todo debido al vacío religioso que han propiciado los gobiernos marroquí y español en las mezquitas religiosas de la ciudad “que ya no se pueden controlar”. Asegura que los hilos que pretenden moverlas se manejan desde el Servicio Secreto Marroquí, el gobernador de Rincón, el kaindato de Castillejos y el representante del ministro de Religión de la zona norte del país vecino y que “los integristas y los salafistas se apoderan de nuestras mezquitas”.
El Mansori dice que “el pueblo soberano de Ceuta no se merece este malestar” y que hechos como que el imán Omar Haddouchi estuviera en una mezquita de Príncipe Alfonso para dirigir el rezo de hace dos viernes, “no son nada buenos”. Asegura que “se pretende incitar a la población de Ceuta a la violencia, al yihadismo, al enfrentamiento y vienen a jugar con nuestra semilla que debe ser buena y no incitar a nuestros jóvenes a luchar e incluso a recuperar Ceuta y Melilla para Marruecos. En esta ciudad tenemos jóvenes que piden oportunidades para trabajar, no tenemos reclutas del diablo y aquí no hay lugar para que vengan a reclutar a nadie”. Lanza un mensaje a los jóvenes: la lucha se hace trabajando por vosotros, por vuestra religión, por vuestro pueblo, por vuestro bienestar social y por la paz. El Mansouri, que estuvo vinculado a la UCIDCE hace años, explica que son los Gobiernos los que deben intervenir para evitar que “muchas comunidades y colegios coránicos a los que se les ha dado cabida en Ceuta, dejen de conseguir dinero y hagan el trabajo que deben hacer por amor a Alláh y no al dinero porque no se pueden lucrar a base de la solidaridad del pueblo”. Critica el negocio que se ha formado en torno a esto y que hace, en muchas ocasiones, desviarse del verdadero significado del Islam.