Nos cuentan que Marruecos ha impedido en los tres últimos años 190 “asaltos masivos” a las vallas de Ceuta y Melilla. Nos lo cuenta el secretario general del Ministerio de Interior marroquí, en una información trasladada a los medios de comunicación para que ahora cuelen esos grandes titulares necesarios para posteriores negociaciones. Hablan de “estrategia policial ambiciosa” y “lucha contra las redes de inmigración clandestina”. No nos extrañe, utilizan el mismo lenguaje que nuestro ministro don Jorge, hablando de mafias, de los más de 30.000 malos malísimos que van a invadir nuestras tierras... solo le faltó contar que venían a robarnos nuestras hijas. No les extrañe, todo forma parte del mensaje que quiere ser trasladado al mundo entero para que ese mundo entere tenga una concepción sesgada de la realidad en la que todos los poderes colaboran, también, por cierto, el mediático.
Asalto, mafias, redes... el lenguaje está perfectamente estudiado para que esos 190 “asaltos masivos” suenen en nuestro interior como un ataque despechado, obviando, por cierto, otra parte de la realidad que también debe ser contada. Porque, claro, si todos nos colocamos la chapa de los derechos humanos, del respeto a las leyes, de los acuerdos, del trato digno a las personas... tenemos que contar las historias con todas sus aristas, no solo las convenidas.
Y saben qué pasa, que me faltan datos. Quiero conocer no esos “190 asaltos masivos” sino, también, qué hubo detrás de la quema de dos subsaharianos en una cueva, de las que se llevan a cabo en los montes para hacer que preñadas y niños de corta edad huyan del lugar. También quiero saber de los abandonos en el desierto sin comida ni agua, de los que mueren aporreados en intentos de salto de valla, de los que, sabiendo que han muerto, nunca aparecen sus cuerpos. Eso también hay que contarlo porque no todo vale, ni todo se permite.
No podemos ponernos la etiqueta de demócratas, firmes defensores de los derechos humanos, de las libertades, de la dignidad... si luego no pedimos explicaciones por las ‘guarrerías’ que financia Europa con la connivencia de España. Y no me vengan con que esas cosas mejor callarlas porque si no... el vecino se enfada. No. No puede haber quiebra alguna en concepciones que deben estar bien asentadas, en defensas de valores que no pueden cederse por connivencias. Si no, no seremos más que burdos hipócritas.