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De la droga fantasma a una organización para fondear hachís

La magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Ceuta dejó visto para sentencia el juicio seguido contra los cuatro detenidos, en agosto de este año, en la barriada de Benítez. La Policía les atribuyó su relación con 52 kilos de hachís y material para fondear la droga que, después, sería recogida y trasladada a la Península. Cuatro años de cárcel pide el Ministerio Fiscal para los ceutíes Ibrahim Ch.M., Jesús M.A. y José B.G., además de para el marroquí Hatim T. Sus Defensas solicitaron la libre absolución al considerar que la Acusación no ha podido acreditar la comisión de un delito contra la salud pública en su modalidad de notoria importancia.
Los cuatro letrados centraron sus argumentos en torno a una clave: poner en duda que la sustancia aprehendida por la Policía Nacional en la intervención del pasado 26 de agosto es la misma que llegó al Área de Sanidad bastantes días después para su análisis, certificándose que era hachís y que su peso alcanzaba los 52 kilos. Sostuvieron que se había roto la cadena de custodia y por tanto faltaba la prueba determinante que puede sostener un delito contra la salud pública. Los encargados de defender a los acusados (tres están en prisión y uno libre tras pagar fianza) coincidieron en sus tesis y críticas, centradas todas ellas en el atestado policial que llegó a ser calificado de “porquería” y “lleno de contradicciones”. Por ejemplo, no recoge las fotografías de la droga intervenida, los tickets de la farmacia en donde se pesó el hachís no aparecen (la báscula de la Policía lleva rota hace tiempo y se ven obligados a hacer los pesajes fuera de la Jefatura) aunque los autores de la detención insistieron en que los entregaron, pero en cambio no están en el procedimiento. “No tenemos certeza de que la sustancia analizada por Sanidad sea la misma que fue intervenida”, expuso uno de los abogados. No consta en las diligencias el pesaje y además ese hachís llegó a estar guardado en la única caja fuerte de que dispone la Jefatura Superior durante 16 días hasta que Sanidad les dio cita para su traslado, por lo que las defensas llegaron a dudar en sus informes si durante todo ese tiempo pudo mezclarse con otra droga.
“No sabemos ni qué droga había”, informó otro de los abogados. “Hay que saber si el informe pericial se hizo sobre la sustancia que se enjuicia”, añadió otro, evidenciando la inexistencia de pruebas de cargo para sostener una sentencia condenatoria. Dudas hubo más. Por ejemplo, las derivadas de la posibilidad de que en esa única caja fuerte se hubieran guardado más alijos, que las drogas pudieran estar mezcladas o que sea incluso la misma droga, ya que en el informe de Sanidad se hace mención al análisis de dos sacos con 52 paquetes mientras que en el atestado de la Policía se recoge la existencia de 52 paquetes más 17 pastillas que siguieron un traslado de Benítez (escenario de la intervención) a Jefatura Superior, de ahí a la Farmacia, vuelta a la Jefatura, a una caja fuerte y a Sanidad. No se puede comparar el peso que dio Sanidad al no aparecer los tickets de la farmacia que tuvo que trasladar la Policía al juzgado.
Todo ese grueso de lo que fueron consideradas “dudas razonables” será lo que tenga que analizar y valorar en sentencia la magistrada del Penal 1, que se topa con la otra tesis, la mantenida por el Ministerio Fiscal, quien consideró que a pesar de la falta de esos tickets y de la defensa de una teoría sustentada en la ausencia de respeto a la cadena de custodia, cualquier duda en torno a la droga intervenida (la prueba por excelencia) había quedado suficientemente solventada con la declaración de la hilera de agentes de la Policía Nacional que testificaron. Considera el representante del Ministerio Público que no hay duda razonable de que haya dos drogas distintas (la intervenida y la que analizó Sanidad), exponiendo que el ‘arma’ de las defensas no era otra que pretender que unas simples irregularidades pudieran tumbar todo el procedimiento.

Declaraciones de los acusados

La vista judicial, que se extendió hasta pasadas las cinco de la tarde, contó con la declaración de los cuatro acusados. Pero todas ellas podrían dividirse en dos bloques distintos. Por un lado, el de los llamados Ibrahim Ch., Jesús M. y José B. que coincidieron en negar cualquier tipo de relación con los fardos de hachís que la Policía encontró dentro del vehículo propiedad de los padres de Jesús M. En sus explicaciones señalaban al cuarto de los acusados, Hatim T., como el dueño de esa mercancía.
Por el contrario este negó tener vínculos con los fardos y recalcó que si en Instrucción había asumido la culpa del delito era porque los demás acusados le habían aconsejado que asumiera la culpa previo pago de 30.000 euros y amenazas de muerte. Esas amenazas habrían continuado en prisión pero en este juicio oral decidió desvelar todo al no tener miedo a la justicia.
Las dos versiones enfrentadas chocaron con la ofrecida por los policías nacionales que declararon, tanto de la UPR como de Udyco, y que consideran que los cuatro acusados estaban compinchados a la hora de llevar a cabo este tráfico de drogas, habiéndose encontrado repartido en los dos vehículos que ocupaban tanto el hachís como mosquetones, pesas, cuerdas, trajes de buceo y máquinas envasadoras para preparar el fondeo de la mercancía.
Desgranando al detalle cada una de las testificales, el primero en declarar fue Ibrahim Ch., en prisión desde su arresto. Negó saber la existencia de droga y demás material o estar confabulado en la preparación de un pase de estupefacientes.
Narró que el día antes de ser detenidos había quedado con los demás acusados para cenar y fumar porros. A uno de los acusados, Jesús M., le sentó mal ese consumo por lo que el llamado Hatim T. -a quien señalan como artífice del delito- le llevó en el coche de este hasta su casa para luego dejarlo estacionado en Benítez, a pesar de no tener carné de conducir.
En la mañana del día de la detención volvieron a quedar los 4 para desayunar, cita a la que habría acudido Hatim T. con unas bolsas en donde había mosquetones, cuerdas y máquinas para envasar la droga sin que ellos lo supieran. Poco después se desencadenaría la operación policial que terminó con todos detenidos.
Tanto Jesús M. como José B. coincidieron en negar cualquier participación en un pase de drogas así como la existencia de un ofrecimiento para que, tras ser arrestados, Hatim T. se echara todas las culpas.

Los policías que declararon

Varios policías nacionales prestaron declaración, entre ellos los que actuaron en este operativo. Un operativo que no fue fruto de investigaciones previas sino más bien casual. Todo se desencadenó cuando los agentes de Seguridad Ciudadana vieron a uno de los acusados en el aparcamiento de Benítez fumando un porro y sin mascarilla, lo que motivó que se acercaran al lugar en donde estaban los acusados y sus dos vehículos, sin siquiera sospechar que dentro de uno de ellos encontrarían los dos fardos de hachís y en el otro, el material para fondear la mercancía.
Los policías coincidieron en que los acusados se mostraron “resignados” tras ser sorprendidos e incluso uno de ellos, el jefe del equipo, manifestó que uno de los acusados, Jesús M., llegó a decir, sin haber pesado los fardos, que había 52 kilos de droga. También recalcó que al llegar al aparcamiento, José B. hizo amago de salir rápido con el coche, quedando después detenido al hallar en su vehículo las bolsas con mazas, pesas, máquinas y trajes de buceo.
A juicio de la Policía está clara la vinculación de los 4 detenidos con el mismo delito puesto que el material era coincidente, ya que las cuerdas de los fardos eran las mismas que se encontraron en el otro coche, los plásticos de las pastillas de hachís eran los mismos que había en la máquina envasadora, incluso de la misma marca. Los agentes vincularon por tanto lo hallado en un vehículo y en el otro.
Todos los policías fueron coincidentes en que ni la droga intervenida se mezcló con otra, ni se perdió por el camino.
Escuchadas todas las declaraciones, a juicio del Ministerio Fiscal no cabe duda alguna sobre la relación de todos en la participación del delito.
Las Defensas insistieron en que, tras la fase estelar que representa la vista oral, no se expusieron pruebas que puedan acreditar la vinculación de los acusados con el delito.

El porro fumado sin mascarilla que terminó descubriendo dos fardos con hachís

La aprehensión y posterior detención de los acusados no fue fruto de una investigación de la Udyco sino que, al contrario, formó parte de una operación casual. Lo contó la propia Policía. En Benítez vieron cómo una persona estaba fumando lo que parecía un porro sin mascarilla, es decir, incumpliendo una norma de restricción impuesta en prevención del COVID. Fue así como los agentes se acercaron y ya en el registro de los dos coches que estaban en escena hallaron dos fardos con 52 kilos de esta droga y material para su fondeo. Al momento se procedió al arresto de los cuatro y a su posterior traslado a las dependencias de la Jefatura Superior.

Los hechos

26 de agosto en Benítez. La detención se produjo en Benítez, en el aparcamiento abierto, en donde la Policía detuvo no solo a los 4 acusados sino además aprehendió los dos vehículos en escena y decomisó el hachís hallado en uno de ellos y todo el material de buceo y fondeo encontrado en el otro. Tras su puesta a disposición judicial, entraron 3 en prisión y uno la evitó abonando fianza.
Delito contra la salud pública. El Ministerio Fiscal considera que están relacionados con un delito contra la salud pública en su modalidad de notoria importancia, por lo que pide una condena de 4 años de prisión para cada uno de ellos al considerar que entre todos iban a llevar a cabo el tráfico de drogas. El método sería el fondeo, es decir, sumergirla en un punto para que después otra persona pueda acudir a recogerla con ayuda de una embarcación.

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