Los cielos se abrieron en la noche oscura y descargaron su furia de agua sobre pueblos inermes.
Lo llamaron DANA, anteriormente GOTA FRIA y el agua buscó sus cauces eternos, ante la impotencia de los pequeños pueblos valencianos, que ya no recordaban lo que la Naturaleza reclama cada cierto número de años.
Pero lo peor, lo más despiadado, vino después: la NADA.
La NADA, es decir la ausencia absoluta de reflejos y de ayuda.
La NADA, con el silencio de una aristocracia de partidos, con pañuelos impregnados de perfume, al estilo de lo que ocurrió con la peste en tiempos de Luis XIV.
Refugiados en inútiles minutos de silencio y con cientos de asesores haciendo cálculos de su rédito político.
La NADA, el vacío del Estado y de toda la parafernalia de presidentes, delegados, ONG'S subvencionadas,subdelegados y la madre que los parió.
La DANA fue un acontecimiento natural, pero la NADA fue la respuesta de nuestros representantes.
Así que no me habléis más del cambio climático y de la huella de carbono, cuando sus consecuencias se debaten y dirigen en función de la estadística del voto democrático.
Simplemente, iros a la puñetera mierda y no me habléis más de solidaridad y empatia con los pobres ciudadanos.
Son conceptos que habéis borrado de vuestra putefracta alma.