La cumbre del clima de las pensiones, ¿para cuándo?

La cumbre del clima nos ha venido dada porque el país amigo Chile no ofrecía las suficientes garantías para su desarrollo. En Madrid, teniendo en cuenta que el Vacío quería pavonearse entre los vinientes y que entonces los sindicatos quebrados no harían nada porque estos sindicatos solo atienden la mano zurda que les da de comer, no ha habido ningún problema y además han podido traer al icono más estúpido que pueda imaginarse: una niña que debería estar estudiando en su colegio y que sus padres se aprovechan de ella para financiarse espléndidamente. La izquierda cinematográfica no podía desaprovechar la ocasión y como de costumbre, sin conocimiento científico alguno se puso a ladrar y marchándose en un taxi, de ahí no salió nada.

Mientras, los grandes problemas siguen sin plantearse y consecuentemente sin resolverse. Uno de ellos es el de las pensiones que poco a poco, deuda pública tras deuda pública, vamos camino de que estalle en el momento menos pensado. Es este un problema crucial y no hay un solo político que se enfrente a él con la seriedad que el problema merece por la importancia en votos que pudiera acarrearle. El Banco de España ya ha dado varias señales de aviso, la última en el informe “Envejecimiento y pensiones” y no han sido tomadas en cuenta. Acostumbrados al endeudamiento casi gratuito, en el momento en que el BCE señale el fin del crédito barato, al considerar que cada punto de incremento de interés incrementará la deuda publica en 10.000 millones de euros, la deuda española sufrirá repentinamente un calentón explosivo y entonces será el momento de la toma de decisiones precipitadas y previsiblemente no solucionarán el problema. Si además desde una postura política populista se defiende la idea de ligar las pensiones al IPC, el fracaso del sistema está asegurado a medio plazo.

Es ampliamente conocido nuestro sistema de reparto, ideado en la última dictadura, pero quizás no bien comprendido en el que los cotizantes actuales financian con sus cuotas las pensiones de los jubilados actuales, y aunque los trabajadores en activo actuales adquieran unos derechos, eso no les adjudica necesariamente una pensión en la cuantía equivalente hasta el momento mismo de la jubilación. Así, los actuales pensionistas tendrán asegurados sus derechos, pero en modo alguno los próximos jubilados tienen que tener una pensión similar en circunstancias similares.

El sistema comienza a quebrarse. El fondo de reserva de pensiones está agotado y la demografía por una parte y la alegría con la que despedimos anticipadamente al personal en las empresas ha hecho que exista un aumento extraordinario de las pensiones contributivas, lo que ha llevado a un deterioro grave del saldo de la Seguridad Social, llegando a erosionar el presupuesto de las Administraciones públicas considerando que el 44% de su déficit se debe a la diferencia negativa entre cotizaciones del personal activo y las pensiones contributivas. Si además ligamos las pensiones al IPC, se estima que dicho incremento supondrá 30.000 millones de euros adicionales en el gasto en pensiones en la próxima década.

La llamada política sobre las pensiones es casi siempre falsa pero muy sugerente, por ello es necesario alejarse de espejismos estudiar en profundidad la situación actual y el devenir futuro en base a datos demográficos y económicos, como se hizo en su momento con el Pacto de Toledo en el que a partir de 1996 y debido a la presión que las pensiones de todo tipo ejercían en el presupuesto de la Seguridad Social se consideró que solamente las pensiones contributivas a cargo de un sistema de cotizaciones sociales formarían parte de ese presupuesto, quedando las no contributivas a cargo de los Presupuestos Generales del Estado aliviando de esa manera el presupuesto de la Seguridad Social, además de impulsar la mejora de la gestión en la recaudación de las cotizaciones y la luchan contra el fraude. Es por lo tanto en la Comisión de seguimiento de dicho Pacto donde se tienen que encuadrar las diversas reformas, haciendo apelación a las personas que por su conocimiento y capacidad y debido a su experiencia puedan aportar luz sobre el sistema actual.

Las crisis económicas son parte importante de este sistema porque las empresas intentarán reestructurar su negocio fundamentalmente mediante el despido de sus trabajadores que irán a engrosar más tarde o temprano la bolsa de pensionistas. Las jubilaciones anticipadas a una edad inferior a los 65 años suponen un 40% del total de las jubilaciones, lo que incide sobremanera en la disminución del personal activo que debe sustentar las pensiones. Esto incide sobremanera en la menor productividad de les empresas ya que el despido de los mayores no es solamente un problema económico al ser sustituidos en parte por personal más joven y con menos salarios, incide también en la experiencia que la empresa pierde y en el esfuerzo en formación y experiencia que los jóvenes han de desarrollar hasta llegar al grado de los cesantes.

Paradójicamente las pensiones son altas y están por encima de la media de las de la Unión Europea aunque pueda parecer lo contrario. Naturalmente esto también es debido a que los salarios en España han sido más bajos que en los países más desarrollados de la UE por lo que la pensión tiende a parecerse al salario. Esto se ve claro si tenemos en cuenta la llamada tasa de sustitución o reemplazo que es el porcentaje de pensión que se percibe respecto al último salario siendo la española la más elevada de Europa (78,7 %) y por encima de la media de la UE (46,3%).

La demografía la esperanza de vida y el empleo conforman el triángulo sobre el que hay que estudiar en profundidad. Sabido es que por lo general el trabajador recibe más dinero en pensiones de lo que él ha aportado con sus cotizaciones. Pero todos exigimos nuestros derechos porque ya hemos cotizado durante toda la vida laboral. Esto se vería más claro si la cotización perteneciera al trabajador y se capitalizara su cotización durante toda la vida laboral, haciendo uso del capital final en el momento de la jubilación que es un sistema utilizado en otros países; o bien con la denominada “mochila austriaca” que pensada para no tener que pagar indemnizaciones por despido al final de la vida laboral es un complemento importante para la pensión. Pero las manifestaciones sobre el aumento de las pensiones es una constante en la vida de los países y , por lo general, los políticos claudican a las primeras de cambio sin tener en cuenta las consecuencias y lo hacen tanto con las pensiones contributivas como con las no contributivas.

En el inicio de nuestro sistema de pensiones en la década de los sesenta, el índice de nacimientos era muy elevado y la esperanza de vida mucho menor que la actual y así el modelo era el adecuado, los planes de desarrollo de López Rodó fueron la fuente del inicio de la época actual y acogieron gran cantidad de jóvenes en el mercado laboral. La emigración de españoles hacia Europa y la esperanza de vida situada en los setenta años hacían el resto. Hubo un crecimiento de la natalidad especialmente importante entre los años 1952 y 1977 lo que incidirá sobremanera en el coste del sistema. Como vemos, cualquier incidencia algo extraordinaria asusta ya al frágil sistema actual, a lo que se suma la actual esperanza de vida situada en los 80,52 años para los hombres y en los 85,89 años para las mujeres. Todos los factores de este modelo han cambiado y es momento, aunque tardío, de tener una “cumbre” del sistema de pensiones donde se discutan y proyecten las reformas necesarias para salvar nuestro sistema, y al que con toda seguridad esta vez no acudirán las “Gretas” ni sus acólitos del cinematógrafo, aunque ésta vez ” si es país para viejos”.