Opinión

Cultura extremeña en el norte de Marruecos

Como expuse en un reciente artículo sobre los moriscos, éstos eran musulmanes, la mayoría de ellos de origen bereber luego convertidos al islam que, tras la reconquista de Granada en 1492, se les permitió quedarse a vivir en España bajo su promesa escrita de convertirse al catolicismo que luego incumplieron, porque unos secretamente y otros sin recato, seguían practicando el islamismo y desde España conspirando contra ella. El día de Navidad de 1568 se rebelaron contra nuestro país unos 80.000 de las Alpujarras (Granada); motivo por el que en 1571 que fueron reducidos, tuvieron que ser separados y dispersados por Andalucía, Extremadura, Valencia, Aragón, Murcia, etc. Hoy amplío aquel artículo, refiriéndome a la cultura española y extremeña que, tras su expulsión general, sembraron en Marruecos.

En la rebelión de los alpujarreños contra España, incluso pidieron ayuda a los turcos y al rey de Francia. El rey Felipe II no se había atrevido a decretar la expulsión general por temor a que volvieran a rebelarse en mayor número, pero dejó muy advertido a su hijo Felipe III que fuera él quien acometiera tan ardua empresa cuando reinara. Los motivos seguían siendo los mismos, pero agravados: incumplimientos de la promesa escrita de conversión; llevar a cabo numerosas incursiones en las costas y puerto de Ceuta apresando embarcaciones al atravesar el Estrecho de Gibraltar y secuestrando a sus patrones y mercancías, que luego retenían en su poder para exigir importantes rescates antes de liberarlos; cada vez organizaban más razzias en las costas peninsulares españolas expoliando todo lo que podían llevarse por delante; y lo mismos hacían a lo largo de las costas de Andalucía, llevando a cabo incursiones hasta Sevilla a través del río Guadalquivir. El problema había pasado ya a ser un asunto de Estado.

La población extremeña de Hornachos (Badajoz) era casi exclusivamente morisca, a excepción de las primeras autoridades locales. Habían solicitado de los Reyes Católicos, el 12-04-1502, quedarse en España, a cambio del privilegio de que se les concediera permanecer en los mismos lugares donde vivían, con todas las preeminencias y libertades de los cristianos viejos. Los RR.CC. les contestaron el 19-04-1502, lo siguiente: “Ansi se guarde e cumpla, como dicho es y que ninguna ni algunas personas vayan ni pasen contra ella agora en algún tyempo ny por alguna manera”, cuya autorización presentaba mucha ambigüedad. Dicho privilegio figura en el Archivo General de Simancas, Sección Mercedes y Privilegios, pieza 3, folios 4 y 5.

Ellos lo interpretaron a su exclusivo modo y manera, exigiendo todo lo que les era favorable, pero incumpliendo sistemáticamente cuanto fuera en su contra. Los hornacheros eran un pueblo indómito y rebelde. Estaban en contacto con los primeros moriscos expulsados a Marruecos tras la reconquista de Granada en 1492, conspiraban contra España a través de un enlace relevante que tenían en Larache; y le fueron descubiertos varios depósitos clandestinos de armas, haciendo una vida secreta, en abierta contradicción con lo que habían firmado en 1.502 para poderse quedar.

Una de las muchas pruebas de su “secretismo” es que el año 2003, aparecieron en Hornachos dos manuscritos fechados en el siglo XV empotrados en una pared y descubiertos al derruir una vivienda para hacer una nueva construcción, escritos en árabe, pero entremezclado con numerosas tendencias españolas. Un devocionario islámico encuadernado en piel y un cuaderno de caligrafía árabe de seis páginas que utiliza textos coránicos, ambos sin autor conocido y aparecen escritos en dos tintas, de color negro para las consonantes y rojo para las vocales. Tiene 234 páginas, la mayoría con seis líneas y bastante simétricas, hasta el punto de que los huecos que quedan al final de líneas se rellenan con algún dibujo.

La Junta de Extremadura los guarda como preciosas “joyas bibliográficas” que recuerdan aquella época de los moriscos extremeños. Se conservan a buen recaudo en la Biblioteca Regional de Extremadura. Y son una prueba fehaciente de la forma subrepticia con que actuaban, así como de la práctica oculta del islam en aquella época religiosa tan sensible en que existía la Inquisición y también de que incumplían su promesa adquirida. Como consecuencia de dicha deportación general, fueron expulsados 4.000 moriscos hornacheros, de ellos más de 3.000 embarcándolos en el puerto de Sevilla para Tetuán (Marruecos), para al poco tiempo irse definitivamente a vivir a las afueras de Rabat.

"Fue en 1627 cuando los moriscos de Hornachos fundaron la república de Rabat, independiente de la corona marroquí, llamada Rabat-Salé, que fue reconocida por Inglaterra, Francia, Alemania y Holanda"

Al llegar a Rabat, se asentaron en la margen izquierda de dicho río, en la ciudad apodada como Salé la Nueva (actual Rabat, capital de Marruecos), diferenciada de Rabat la Vieja porque era la propia Salé, en la orilla de enfrente, que aunque poblada también por moriscos, se trataba de andalusíes exiliados tras la reconquista de Granada en 1.492, por eso llamarían después a Rabat “República de las dos orillas”. Estos últimos, como llevaban allí más tiempo, rechazaron a los hornacheros recién llegados, que se distinguían de sus congéneres por tener ya mayor cultura españolizada que quedaba patente en aspectos como la vestimenta, mayor libertad de las mujeres, la lengua castellana, nombres y apellidos o incluso su islamización puesta en tela de juicio, llegando incluso a ser apodados como “los cristianos de Castilla”.

Estos moriscos extremeños se llevaron consigo muchas de sus costumbres, tradiciones y cultura española y extemeña. Hay en Rabat, Tetuán, Fez y otras poblaciones marroquíes evidentes vestigios de supervivencia de la música andalusí, pero también de la música extremeña que ha perdurado hasta nuestros días bajo el nombre de música “garantí”o “nubas granadinas”, aquella que las orquestas de Al-Ándalus tocaban ante los soberanos islámicos. Esta música se siguió ejecutando, pese a que poco a poco se fuera perdiendo la escuela de sus músicos. Así, en 1943, de 24 “nubas” que se habían llegado a tocar en Tetuán y Fez, sólo quedaban ya 11, que se salvaron gracias al ilustre maestro Mohamed Ben el Hossin, maestro fallecido en 1792.

Fue en 1627 cuando los moriscos de Hornachos fundaron la república de Rabat, independiente de la corona marroquí, llamada Rabat-Salé, que fue reconocida por Inglaterra, Francia, Alemania y Holanda. No olvidaron nunca sus orígenes extremeños, y hasta llegaron a acumular grandes fortunas en Rabat con la finalidad de poder algún día regresar a Extremadura, a su Hornachos natal. Es más, en 1631 los moriscos hornacheros, propusieron al monarca español Felipe IV entregarle la República de Rabat, si España les permitía regresar de nuevo a Hornachos, firmando tal propuesta de entrega Ibrahim Vargas, primer presidente de dicha república, el gobernador de la Alcazaba, Mohamed ben Abdelkader y los escribanos Manuel Blanco y Musa Santiago. Pero el rey español la rehusó.

Entre aquellos moriscos extremeños que más destacaron en Rabat figuran los Vargas (ahora Bargasch), Chamorro, Tredambo, Al-Fajar, Zapata (ahora Sebatta), Palambo, Torres, Peña, Chaves, Guevara, Lara, Mendoza, Crisebbo, Cortobi (Córdoba), Cuevas, Sierra, Mendoza, Marchina, Álvarez, Gómez del Castillo. A Tetuán fueron los moriscos hornaceros apellidados, Torres Lucax, Naqsis, Medina, Erzini, Lebbadi, Salas, Aragón, Delero. Cegrí, Ercaina, Bennuna, Aljatib, Baeza, Requena y otros. Ostentaron el poder marroquí también en Tetuán, entre 1727 y 1912, una ciudad de lujo, cuna de hombres eminentes que llegaron a desempeñar los primeros puestos del Estado marroquí.

En 1941, sus descendientes eran denominados por el Instituto de Altos Estudios Marroquíes: “Los que se distinguen de los hanifiin, porque son generalmente muy blancos de piel y tienen una fisonomía muy parecida a la europea; son muy limpios y muy urbanizados; sus casas suelen ser preciosas, sus mujeres son muy hábiles en bordados, y parecen tener un mayor grado de civilización”. Recién llegados de Hornachos, ya se distinguían los hornacheros por sus vestimentas, llevaban una especie de bandolera cruzada al pecho y hasta la cintura, porque era un derecho que estando en Hornachos les concedió el rey español Felipe V.

Aquellos moriscos extremeños constituyeron una comunidad que aportó aspectos muy importantes a la historia de España de hace unos 410 años (desde el año 1610 hasta el 2020). Se trata de dos poblaciones, Hornachos y Rabat, hermanas de aquella época que por la fuerza quedaron separadas: los que se quedaron y los que fueron arrancados a la fuerza de Hornachos. Fueron echados de una tierra próspera, la comarca extremeña de Tierra de Barro, de huertas llenas de naranjos y limoneros que eran lo que más le gustaba a los antiguos moriscos, las norias, el regadío, la agricultura, las fuentes, los pilares, sus calles y las casas angostas de la parte alta de Hornachos; pero que sus descendientes hoy todavía conservan, por transmisión de padres a hijos, el recuerdo, la nostalgia y el afecto de dos poblaciones segregadas debido al fanatismo religioso y a la intolerancia de aquella época.

El primer gobernador de la república independiente de Rabat, fue el extremeño Ibrahim Vargas en 1627, del que proceden los actuales Bargasch de Rabat. En dicha población extremeña todavía hoy quedan huellas de calles que los moriscos habitaron: Ribera, Zaragoza, Pío IX, San Francisco, Chamorro, Peña, Plata, Nogueras, Tellada, Gata, Larga, etc, que el año 2002 fueron vistadas por sus actuales descendientes de Rabat, cuya delegación estuvo encabezada por, El Amrani, vicealcalde de Rabat, descendiente de los moriscos extremeños.

Antes, en 2001 se firmó entre Hornachos y Rabat un protocolo de hermanamiento y cooperación entre ambas ciudades, en señal de lo orgullosos que esos marroquíes todavía se sienten que sus antepasados fueran españoles y de haber tenido con los cristianos un pasado común. Dicho protocolo, promotor de las buenas relaciones entre Hornachos y Rabat, lo firmaron el entonces alcalde de Hornachos y el vicealcalde de Rabat.

Se trataba de españoles nacidos y criados en Hornachos, que una vez que llegaron a Tetuán y después a Rabat conservaron todas las costumbres de su tierra española de origen, con su refinamiento y cultura. Ellos fueron los que en buena medida dieron luego una organización hispano-musulmana al Estado y a las instituciones marroquíes, hasta el punto de que la recepción de esa cultura española hizo que Marruecos se convirtiera en un museo vivo, donde en muchos lugares hizo que se conservara intacta durante bastante tiempo la Extremadura de la Edad Media.

"Las ciudades de Rabat y Salé eran utilizadas por el sultán marroquí como base de los corsarios o piratas para que atacaran Ceuta y otras flotas europeas. Entre estos corsarios, se encontraban principalmente berberiscos, a los que se unieron turcos otomanos y también españoles renegados que habían desertado de Ceuta"

Los hornacheros, que habían embarcado en el puerto de Sevilla, se instalaron primeramente en la ciudad mediterránea de Tetuán, lo que fue aprovechado por Muley Zaidán para reclutarlos para la lucha por el poder contra su hermano Muley Xeque, ambos hijos del sultán Ahmad al-Mansur de Marruecos, que había fallecido en 1602. Aunque Muley Zaidán fue el vencedor, ninguneó a los moriscos que le habían ayudado a ganar la guerra civil, haciendo que éstos maldijeran la Berbería y desertaran para finalmente establecerse en la desembocadura del río Bu Regreg, en la costa atlántica.

Las ciudades de Rabat y Salé eran utilizadas por el sultán marroquí como base de los corsarios o piratas para que atacaran Ceuta y otras flotas europeas. Entre estos corsarios, se encontraban principalmente berberiscos, a los que se unieron turcos otomanos y también españoles renegados que habían desertado de Ceuta. Sin embargo, los moriscos hornacheros fueron los que ejercieron mayor influencia y poder en estas ciudades costeras y en 1626, aprovechando la debilidad del sultanato marroquí y con el beneplácito del caíd (gobernador), Sidi al-Ayachi (de etnia morabita), declararon la independencia de la República.

Esta república corsaria atrajo a numerosos refugiados moriscos de la Península Ibérica, andalusíes de otras partes de Marruecos y de la Berbería, más renegados europeos, sefardíes pero también comerciantes cristianos. Se hicieron famosas sus incursiones en Ceuta y en las costas del Reino de Sevilla y del Reino de Granada, que pertenecían a la Corona de Castilla y, por ende, a la monarquía Hispana.

A partir de 1640, la república cayó en manos de los berberiscos del Valle del Muluya hasta que en 1668, fue reintegrada en el Sultanato de Marruecos, bajo la recién llegada dinastía alauí, procedente del Reino de Hedjaz (Arabia Saudí), que actualmente gobierna Marruecos. Fue con la nueva dinastía alaui, concretamente con el rey marroquí Muley Ismail, cuando firmaron un tratado de entrega y sumisión a Marruecos. Sin embargo, mantendría su actividad corsaria hasta 1829.

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